domingo, 7 de febrero de 2010

Ora pro nobis


Ora pro nobis
6 de Febrero de 2010 - 15:08:03 - Luis del Pino
Entradilla al programa "Sin complejos" del sábado 6 de febrero

Dice el refrán que la venganza es un plato que se come frío. Poco se podía imaginar Zapatero, cuando se sentó en aquel desfile al paso de la bandera estadounidense, la sibilina mala leche con la que, unos años después, le harían purgar aquel incalificable gesto.

Ha bastado que Obama diera un silbidito (¡Vamos! ¡Vamos! ¡Ven!), para que nuestro intrépido líder planetario agarre su maleta de cartón llena de latas de mejillones, su bocadillo de tortilla envuelto en papel de periódico, sus pantalones de pana y sus alpargatas, y se suba al primer tren de tercera que pasa por el apeadero, camino de Washington, dispuesto a compartir desayuno de oración con otros 4000 o 5000 invitados.

Zapatero, ora pro nobis.

Y allí está nuestro Apóstol de la Alianza de Civilizaciones, nuestro Rey del Talante, nuestro Vengador de la Memoria Histórica, nuestro Hijo del Viento, dispuesto a humillarse cuanto haga falta ante el nuevo emperador del mundo, intentando compensar su pasada ofensa a la nación más poderosa de la Tierra. Y tanto el humillado como los ofendidos se reúnen a rezarle a un Dios en el que Zapatero no cree, en la capital de un país al que Zapatero desprecia y ante un auditorio que habla en un idioma que Zapatero desconoce. Vamos, que nuestro presidente está, como suele decirse, más perdido que un pulpo en un desfile militar.

Y todo para que al final, Obama ni siquiera se dignara a saludarle y sólo le dedicara un lacónico "Bye", que en inglés quiere decir, por si Zapatero no lo sabe, "Hasta luego, Lucas". El anunciado encuentro entre Zapatero y Obama antes del desayuno de oración quedó en nada, porque el presidente americano ni siquiera se presentó. ¡Para que luego te fíes de los premios Nobel de la Paz!

¿Se acuerdan ustedes de aquello de "Americanos, os esperamos con alegría"? Pues allí se quedaron Zapatero y su séquito, como en la película “Bienvenido Mr. Marshall”, dejando morir los acordes de esa canción triunfal con la que el pueblo debía saludar el encuentro planetario anunciado, siglos ha, por la profeta Pajín.

Y olvidados ya los estruendos del magno acontecimiento, apagadas las luces del escenario, devueltas a su estuche las plumas con las que los periodistas iban a glosar el encuentro que nunca se produjo, y mientras los camareros guardan para la siguiente conjunción zodiacal los croissants que han sobrado, el pueblo entero vuelve a la realidad.

Y lo que ve, al disiparse la forzada ilusión, es que Zapatero ora, pero no labora. Vamos, que aparte de crear problemas donde no los había - sin resolver nunca ninguno -, Zapatero no hace nada, pero nada de nada, para que nuestro país salga de una crisis que amenaza con llevarnos a todos a la ruina. Y los que laboramos también cada vez menos, mientras Zapatero simula que ora, somos los españoles, que vamos ya camino de los cinco millones de parados.

La Bolsa de Madrid se derrumba, pero Zapatero se dedica a perder su tiempo, que pagamos todos, en mendigar fotos con el presidente americano.

La Constitución se cae a pedazos, pero Zapatero continúa dejando pudrirse la situación y dedica sus esfuerzos, y los de su ingente equipo de asesores, no a resolver los problemas del país, sino a conseguir la proeza de que Obama le dedique nada menos que una palabra de tres letras: "Bye", “adiós”. ¿Cuántas horas de trabajo, cuánto dinero, nos habrá costado a los españoles cada una de esas tres letras?

Centenares de miles de hogares tienen a todos sus miembros en el paro, y cada día adquiere proporciones más alarmantes el número de personas que carecen de cualquier tipo de cobertura, pero Zapatero se dedica a la "útil" tarea de participar en desayunos de oración de una religión en la que no cree en absoluto, para conseguir nada en absoluto, salvo unos cuantos titulares.

No sé si Zapatero rezaría en su fuero interno mientras desayunaba. Lo dudo. Como mucho, estaría diciendo aquello de “¡Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy!”. Pero de lo que sí estoy seguro es de que cada vez son más los españoles que sí que rezan para ver si la intervención divina nos libra de esta especie de plaga bíblica en forma de presidente.

Pero dice el refrán español que “A Dios rogando y con el mazo dando”. Vamos, que está muy bien que todos deseemos que Zapatero abandone La Moncloa y que nos preguntemos, como Cicerón, lo de “¿Hasta cuándo, Zapatero, abusarás de nuestra paciencia?”. Pero los deseos y las quejas no cambian la realidad. Y la realidad es que, a fecha hoy, Zapatero sigue en La Moncloa, arruinando el país.

La pregunta que todos deberíamos hacernos mientras desayunamos es otra. Lo que deberíamos preguntarnos un día sí y otro también es: ¿qué voy a hacer yo hoy, en concreto, para ayudar a echar a Zapatero?.

1 comentario:

  1. Menuda ruina zp y sus mariachis, porque el solo no tiene la culpa. Haber que hacen los de la ceja y cia para arreglar el entuerto, nada, que van a hacer aparte de pedir mariconadas.
    Lo dicho una ruina, ya veremos como acaba todo esto, aqui todo el mundo se lava las manos, pero el problema persiste más y más, hasta donde llegará..

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