viernes, 15 de enero de 2010

A pesar de...


27 Noviembre 09
A pesar de...
Una frase sincera de gratitud, elogio y reconocimiento nos demuestra hasta qué límite ha enfermado de veneno gota a gota parte de la sociedad vasca. El que pronunció el elogio lo hizo emocionado y agradecido, con la mayor naturalidad, lo que resulta aún más estremecedor.
El autor de la declaración se llama Gaizka (Jorge) Iturbe, y es uno de los marineros vascos secuestrados por los terroristas costeros a bordo del atunero «Alakrana». Se refería a los marinos de la fragata «Canarias». Y le salió lo que sigue: «A pesar de ser militares, tienen un corazón de oro. Se han volcado totalmente con nosotros, han estado al pie del cañón durante cincuenta días. No tenían ni comida ni podían llamar a casa, y han estado pendientes constantemente de nosotros».
Esa locución conjuntiva que principia la declaración es demoledora. Gaizka Iturbe no tiene intención alguna de herir, sino todo lo contrario. Y hiere con profundidad. Dice que los marinos tienen un corazón de oro y han estado pendientes de ellos constantemente «a pesar de ser militares». Una reserva así sólo puede manifestarla quien ha sido envenenado desde niño por la educación y ambiente nacionalistas.
Yo le diría a Gaizka Iturbe que cambiara el giro de su sincera gratitud con otro preámbulo. «Porque son militares, tienen el corazón de oro». Y no sólo, señor Iturbe, el corazón de oro. Tienen una vocación y un sentido del honor, del deber y del servicio que no pueden entrar en la sensibilidad de quienes no los conocen. Y menos aún, señor Iturbe, en la de quienes, desde la infancia, los han visto e interpretado como unos fascistas invasores, que así, y sólo así, lo han aprendido los niños vascos en sus «ikastolas», los jóvenes en los colegios y las universidades, y los mayores en los «batzokis» o «herriko-tabernas».
Un militar, un marino, señor Iturbe, sin reparar en lo que usted piensa o en lo que usted cree, es capaz de ofrecer su vida a cambio de la suya, sin pedirle nada a cambio y con el alegre convencimiento de que cumple con su deber. Entra dentro de lo probable que alguno de los marinos que forman parte de la dotación de la «Canarias» haya llorado la pérdida de familiares o compañeros de armas asesinados por la ETA.
Pero «por ser militares» y no «a pesar de ser militares», carecen del sentimiento de la venganza y de los impulsos del rencor. Ni la venganza ni el rencor se estudian en las Academias de oficiales y suboficiales. «Por ser militares» y no «a pesar de ser militares», se han sentido ustedes amparados, protegidos y comprendidos durante su largo y terrible secuestro. Ha tenido usted la sensibilidad, y hay que reconocérsela, de no mezclar a los marinos con los políticos. Pero elimine esa reserva inicial, que es tan vil como injusta. Quizá se le ha escapado como consecuencia de la costumbre y el tono de sus charlas habituales con otros compañeros y amigos de su pueblo. Rectifique. Piense mejor lo que dice. No sea parcialmente agradecido, sino agradecido a secas. No se le pide desde aquí que ingrese en la Escuela Naval de Marín. Se le pide que no hiera su propia coherencia. Los marinos de la fragata «Canarias», como los de la «Méndez Núñez», la «Juan de Borbón», el «Príncipe de Asturias» o el buque de la Armada se llame como se llame, tienen el corazón de oro porque han elegido voluntariamente servir a España y a todos los españoles.
Por ser militares, no a pesar de serlo.
VIVA ESPAÑA

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