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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Segundo gran robo de droga en dependencias políticas: exigen dimisiones


600 kilos de cocaína

En 2008, fueron robados en Sevilla 150 kilos de droga y nunca se ha sabido su paradero.

Pedro de Tena 2011-11-16/Libertad Digital

Dos días después de conocerse el segundo gran robo de drogas, 600 kilos de cocaína, en establecimientos custodiados por el Ministerio del Interior, el gobierno no ha ofrecido aún una versión oficial. Ayer, los sindicatos policiales exigieron dimisiones. Igualmente, la Fiscalía y el Colegio de Abogados han cuestionado la necesidad de que sea almacenada tanta droga. Curiosamente, la subdelegación del Gobierno en Málaga con el beneplácito necesario del ministerio del Interior había cedido la vigilancia de estas dependencias a una empresa privada. No es la primera vez. Ya en Sevilla, en el año 2008, fueron robados 150 kilos de droga en dependencias policías sin que hasta ahora se sepa su paradero.

Si sorprendente es la presencia de una empresa privada en la vigilancia de estas pruebas judiciales, más lo es aunque los vigilantes tuviesen horario de oficina y que las tardes y los fines de semana no hubiese nadie en el depósito. La Guardia Civil sólo tiene unciones de control de fronteras en el Puerto de Málaga, donde estaba ubicado el establecimiento, y asumían el visionado de unas cámaras que fallaban con más frecuencia de la deseada.

También es asombroso que la Policía Nacional, cuerpo encargado de la seguridad ciudadana junto con la Policía Portuaria, tengan que soportar que los accesos a las zonas sensibles del puerto carezcan de barreras y que la entrada peatonal sea libre.

El fiscal jefe de Málaga, Antonio Morales, expresó su malestar ante lo que considera un «hecho gravísimo» que demuestra un fallo de seguridad,; para después tildar de desacertado que se custodie «tanta» droga.

El decano del Colegio de Abogados de Málaga, Manuel Camas, se expresó en los mismos términos.

El Sindicato Unificado de la Policía (SUP) y la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), cuyos representantes calificaron lo ocurrido como «tremendamente grave» y exigieron que se depuren responsabilidades. « Se ha dañado la seguridad ciudadana, los procesos judiciales y la imagen de los Cuerpos de Seguridad del Estado». El secretario general del SUP en Andalucía, Manuel Expósito, que también representó a la AUGC, manifestó y recogió ABC que ambos sindicatos venían «denunciando públicamente desde hace un tiempo la problemática existente» en el citado depósito. «Había una saturación manifiesta y hemos solicitado que se agilizara la destrucción de la droga, ya que los cuarteles y comisarías se estaban convirtiendo en centros de recepción y almacenamiento», declaró en rueda de prensa.

Expósito solicitó a la Subdelegación del Gobierno que «cuanto antes» informe sobre «todas las dudas que rodean este caso», como la cantidad y el tipo de droga intervenida.

El robo de Sevilla

El robo fue extraño y digno del Rififí de Dassin. Sucedió en marzo de 2008 pero fue conocido en mayo, dos meses después, ahora hace dos años largos, cuando al analizar las muestras de droga resultó que eran de yeso en lugar de heroína y cocaína. No eran 100 gramos sino 100 kilos, el equivalente al peso de 7 bombonas de butano o dos sacos de cemento de los de antes, de 50 kilos. El escándalo desacreditó a la Comisaría General de la Policía de Sevilla y desgastó a Alfredo Pérez Rubalcaba, que tenían la responsabilidad de la custodia de los estupefacientes, pruebas materiales de diferentes procesos judiciales que han debido ser anulados porque los jueces se han visto obligados a poner en libertad a siete presuntos narcotraficantes al haberse esfumado las pruebas.

El escándalo fue incluso mayor porque coincidió en el tiempo con otra clamorosa negligencia policial en Sevilla: el caso Marta. En dicho asunto, la hábil estrategia de los jóvenes asesinos confesos sin formación jurídica ni cultural puso en entredicho, otra vez, el trabajo de la policía nacional en Andalucía. Hasta la fecha, el cuerpo de la desafortunada Marta no ha sido encontrado tras espectaculares movimientos policiales en el río Guadalquivir y un vertedero de Alcalá de Guadaira. La Policía reconoció ya hace meses que no tenía "ni puta idea" de dónde buscar el cuerpo de Marta. Como en el caso de la droga.

La investigación sobre este robo se inició en junio de 2008, aunque tuvo lugar en marzo. Sin embargo, nada había trascendido hasta julio, un mes después. En la Jefatura Superior de Policía de Sevilla, ubicada en la calle de Blas Infante del barrio sevillano de Los Remedios, la sorpresa fue mayúscula. Los agentes estaban convencidos de estar ante un "espectacular caso de corrupción policial". Varios escándalos habían salpicado en los meses anteriores a la policía nacional en Andalucía. Entre ellos, una trama de corrupción vinculada a las drogas y la prostitución que fue desarticulada en la comisaría de Ronda (Málaga).

Pero en este caso, la droga estaba en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla, no en medio de la calle. La droga estaba supuestamente custodiada por los miembros de la Unidad Especial en Droga y Crimen Organizado(UDYCO). La droga estaba, pues, en un lugar altamente seguro y fuertemente vigilado por la propia Udyco. Sin embargo, cien kilos de cocaína fueron robados de ese lugar. ¿Cómo pudo hacerse tal cosa sin conocimiento de la policía? ¿Cómo es que aún no se ha encontrado a los culpables? ¿Cómo es que no se ha recuperado la droga?

No acaban ahí las incertidumbres y las conjeturas. ¿Por qué se ha ocultó que el robo de la droga que tuvo lugar un mes antes de hacerse pública la sustracción? Los 100 kilos de droga robados procedían de intervenciones realizadas por la policía en diferentes operaciones s llevadas a cabo en Andalucía Occidental durante los primeros meses de 2008. Un juzgado de Sevilla abrió diligencias en mayo de 2008 por estos hechos tras haber sido informado del robo por las autoridades policiales.

domingo, 17 de julio de 2011

Así actúa la droga de los violadores


Alerta Digital

df

Droga

La escopolamina suele suministrarse en polvo o en pastillas que el agresor, aprovechando un descuido, vierte en una bebida.

Tiene tantos nombres como lugares donde ha sido detectada. En Sudamérica se la conoce como burundanga, cacao sabanero o borrachero. Los países anglosajones la han bautizado con el acrónimo DFSA (‘drug facilitated sexual assault’), que significa droga que facilita el asalto sexual. En Francia se ha acuñado el término sumisión química para referirse a ella, y España ha adoptado esta misma denominación. Es la escopolamina. La droga de los violadores.

Desconocida para la mayoría, esta sustancia es en realidad un alcaloide que se obtiene de un árbol nativo de Centroamérica. Su uso, frecuente en aquellos lares, se ha ido extendiendo de modo sigiloso al resto del mundo. Esta semana, durante los cursos de verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), el forense José Manuel Burgos Moreno alertó de los riesgos de esta sustancia, que provoca en la víctima un estado de sumisión y amnesia que aprovechan los agresores sexuales. «Desconectas del entorno», explica este experto. «Puedes llegar a estar consciente y con los ojos abiertos, pero no te opones ni ofreces resistencia. Te convierte en un muñeco en manos de alguien».

El forense, adscrito al Instituto de Medicina Legal (IML) de Málaga, asegura que en los últimos años se han detectado en la Costa del Sol casos sospechosos de violaciones mediante el uso de narcóticos. Burgos los cifra en una veintena que se reparten sobre todo por la franja litoral, y que representan entre el 5 y el 7% del total de agresiones sexuales en la provincia. «Empezaron a producirse hace dos o tres años, y van en aumento», advierte.

Los testimonios de las víctimas, casi siempre mujeres jóvenes, son coincidentes. Estaban en una discoteca tomando unas copas cuando, de repente, empezaron a sentirse mal y se separaron del grupo. Más tarde, recobraron la consciencia en un lugar sin saber cómo han llegado hasta allí. «Aparecen medio desnudas, o se dan cuenta de que tienen la ropa interior rota, manchada o que se la han quitado. Pero tienen una laguna en la que no recuerdan nada», afirma el especialista.

La escopolamina puede suministrarse en polvo o en pastillas que el agresor sexual vierte en la bebida de la víctima -suele estar asociada al consumo de alcohol- sin que ésta se dé cuenta. «Por eso es muy importante no perder de vista la copa ni aceptar consumiciones de desconocidos», aconseja el médico forense.

Las víctimas no solo son mujeres. Según un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela (2008), también hay casos descritos de varones que han sufrido robos o de menores en manos de pederastas. El perfil del agresor es variado, aunque -según esta investigación- en un 70% de los casos es una expareja, un amigo o un conocido de la víctima.

La sumisión química tiene efectos inmediatos sobre quien la consume, voluntaria o involuntariamente, que desaparecen al cabo de unas horas. Sus síntomas a veces se confunden con una borrachera. Además de amnesia, suele producir desinhibición, sedación y un estado alucinógeno que lleva a la desorientación.

La dificultad para detectar esta sustancia se ha convertido en su principal aliado. Las víctimas tardan una media de 20 horas en pedir ayuda, bien por el efecto de la droga, bien por la sensación de vergüenza. «A esas alturas, la droga puede haber desaparecido ya del organismo», señala José Manuel Burgos, quien recomienda acudir rápidamente a las Fuerzas de Seguridad.

El forense subraya que los centros sanitarios españoles tampoco están preparados para el análisis de estas muestras, que requieren técnicas químico-toxicológicas específicas. «En la actualidad, ni Carlos Haya ni el Clínico disponen de los instrumentos específicos para ello», dice. Además, en la mayoría de los casos apenas se observan las lesiones propias de una agresión sexual, ya que la víctima, por su estado de sumisión, no ofrece resistencia.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Sobre la legalización de las drogas




18 de Septiembre de 2010 - 15:02:17 - Luis del Pino

Editorial del programa Sin Complejos del sábado 18/09/2010

La palabra "asesino" tiene una etimología, un origen, muy curiosa. Proviene del árabe "hashishin", que significa literalmente "fumador de hachís".

¿Y cómo es posible que un término utilizado inicialmente para referirse a los que fuman hachís haya acabado empleándose para designar al que le quita la vida violentamente a otro ser humano?

Pues la razón es la siguiente: a finales del siglo XI, un musulmán de origen posiblemente yemení, y que se llamaba Hassan Al Sabah, se unió a una secta chiita ismailí denominada la secta de los nizaríes. Partidario de un Islam ascético y rígidamente ortodoxo, y perseguido por los califas fatimíes de El Cairo por sus creencias, Hassan Al Sabah se estableció con sus seguidores en la inexpugnable fortaleza de Alamut, en el norte del actual Irán.

Allí, Hassan Al Sabah, que llegaría a ser conocido con el sobrenombre de El viejo de la montaña, resistió durante 40 años todos los ataques y asedios con los que se intentó doblegar a su secta.

No sólo eso, sino que, desde Alamut, organizó un auténtico ejército de terroristas suicidas que aterrorizó durante siglos a los gobernantes de Siria e Irán.

Lo que hacía Hassan Al Sabah era drogar a sus fieles con hachís y enviarles en misiones suicidas a quitar la vida a los gobernantes de la región que le combatían.

De esa costumbre de drogar con hachís a sus terroristas proviene el nombre con que llegó a ser conocida la secta de El viejo de la montaña: los hashishin. Y la naturaleza de las misiones suicidas que acometían los miembros de la secta, que no eran otra cosa que asesinatos políticos, es también la razón de que la palabra hashishin (fumador de hachís) terminara significando asesino.

Viene esto a cuento de que, hace escasas fechas, el ex-presidente del gobierno Felipe González ha propuesto que se abra el debate para legalizar la droga a nivel mundial.

El fenómeno de la droga no es nuevo, como ilustra la historia de El viejo de la montaña. Pero lo que sí es nuevo es la globalización de los medios de producción y distribución de droga que se ha producido en las últimas décadas. Como también son nuevas las técnicas cada vez más sofisticadas de diseño de nuevas drogas sintéticas, tan alejadas de aquel hachís que fumaban los miembros de la secta de Hassan Al Sabah.

¿A qué viene de repente esa propuesta de Felipe González? Si fuera ingenuo, pensaría que tal vez está buscando González una solución (a mi juicio equivocada) a un problema que tantas vidas arrebata a diario en todo el mundo.

Pero mucho me temo que quizá haya que buscar en otra dirección las razones para tan insólita propuesta. Por ejemplo, en la actual crisis económica.

Dicen que donde no hay harina, todo es mohína. Y últimamente nuestros gobernantes parecen sumidos en una mohína perpetua.

Qué mala es la falta de dinero, ¿verdad? En vista de que la crisis económica arrecia, nuestros gobernantes se han puesto a pensar en cómo demonios conseguir más dinero. Y una forma muy socorrida es a través de nuevos impuestos, directos o indirectos.

Así que ¿cómo van a consentir nuestros gobernantes que se mueva tanta pasta ilegalmente en el mercado de la droga, sin pagar los impuestos correspondientes, que permitirían a los actuales gobernantes seguir manteniendo en pie el chiringuito un poco más?

Esta tarde a las 20:30 en LDTV y mañana a las 17:00 en esRadio, el programa Debates en Libertad, que dirige y presenta Javier Somalo, emitirá un debate especial sobre el tema de la legalización de la droga. Participarán Gabriel Albiac, Paco Pérez Abellán, Manuel Llamas, Luis Fernando Quintero y quien les habla.

Les recomiendo que no se lo pierdan, porque el tema va a dar mucho que hablar en los próximos meses.