lunes, 9 de enero de 2012

Toda la verdad sobre el magnicidio de Carrero Blanco: Los detalles del asesinato (4 de 7)


Alerta Digital

José María Manrique/Matías Ros (Autores del libro ‘El magnicidio de Carrero Blanco’).- Según la versión oficial filo-etarra, a mediados de noviembre, Achulo alquiló el semisótano de la calle Claudio Coello 104, desde donde se iba a atentar contra el Presidente. Para velar por la seguridad de Kissinger, quien aterrizará en Madrid el 18 de diciembre y se alojará en su embajada, varias semanas antes habían llegado unos 20 agentes de la CIA, de los que volveremos a hablar más adelante.

El 3 de diciembre, Achulo, Argala y Quiscur comenzaron las obras para construir la galería, de 7 m de longitud, 50 cm de ancho y 60 cm de alto, y terminada en forma de T, con el tramo transversal de la misma paralelo al eje de la calle y aproximadamente a un metro por debajo de ella; cada día avanzaban una media de 2 metros; el material que sacaban lo introducían en sacos y bolsas de basura, hasta un total de unos 500. El ruido producido, sobre todo al perforar el muro (tardaron todo un día en ello), fue ensordecedor y difícilmente achacable al producido por el supuesto escultor que habitaba el local (el domingo anterior al atentado los golpes, seguidos y muy intensos, repercutían en las paredes de la finca). La galería se hizo profundizando en el suelo, para evitar las conducciones de electricidad, teléfono, alcantarillado, gas y agua; esto hace suponer que tuvieron información precisa sobre el trazado de las mismas. Después, a medida que avanzaron por debajo de la calle, se impregnó el portal, la escalera de la finca, e incluso la calle, de un fuerte olor a gas o tierra putrefacta, de forma que varios vecinos se quejaron al portero [1].

Más adelante veremos que se produjeron avisos, por parte de la Embajada de Italia, de ruidos de perforaciones a horas en las que no podían corresponder a ninguna obra. Algunos vecinos y jesuitas también se quejaron; en este sentido, Blas Piñar, en una conferencia pronunciada el 18 de diciembre de 2003, testimonió la queja de una pariente de su mujer que vivía en el nº 110 de la misma calle Claudio Coello. Ninguna de ellas fue investigada.

Se dio la más que extraordinaria circunstancia de que el portero, llamado José María Clemente y de 28 años, era miembro de la Policía Armada en activo, siendo su principal actividad dar protección, de uniforme, en la no muy lejana casa de Tomás Allende, Ministro de Agricultura, saliendo todos los días así vestido de casa; no es de recibo que, en una zona tan sensible y con tal profesión, este portero, en base a sus observaciones, las de su familia y las de los vecinos, no hubiera investigado e informado, máxime cuando, las vísperas del atentado, los etarras, apenas disfrazados de electricistas, tendieron más de 50 metros de cable, por las fachadas de los edificios y a 3 m de altura con relación a la acera, hasta la esquina de la calle Diego de León.

Hay que tener en cuenta, para ponerse en situación, que, además de la Embajada Norteamericana, donde radicaba la estación central de la CIA, el mismo Presidente vivía a unos 150 m de la mina, y que también había otros edificios oficiales (el de la Diputación Provincial, el de Radio Nacional) y viviendas importantes; con lo que ello conlleva, pues ninguna seguridad se limita a “puertas para adentro”, siendo práctica obligada la vigilancia de las proximidades.

La dirección de ETA, a propuesta de Pertur, fijó con antelación como fecha del atentado el 18 de diciembre, dado que poco después estaba previsto el comienzo del juicio contra diversos comunistas de CC. OO. (Proceso 1001); luego se retrasaría al 20 para no coincidir con la visita a Madrid de Henry Kissinger los días 18 y 19, primera oficial a España del judío alemán.

Según las mismas fuentes, Ezquerra, Chomín, Trepa, Quiscur, Achulo y Argala probaron a las afueras de Madrid el funcionamiento del interruptor que debería iniciar la explosión a distancia. Aparentemente, un etarra con conocimientos de electrónica, compró un interruptor de precisión en Bilbao, pero, al comprobar que no era efectivo por las interferencias del tráfico intenso de la zona se vio obligado a comprar otro. Ezquerra y Chomín se desplazaron a Burgos el 13 de diciembre y allí Antonio Elorza Willy les entregó la dinamita, la cual transportaron hasta la calle Claudio Coello en el maletero de un Morris blanco que Quiscur había alquilado con documentación falsa.

Una semana antes del atentado, Goiburu envió desde Francia a otro comando para recoger y dar protección a Trepa, Chomín y Ezquerra en su vuelta al “santuario” francés. A partir de ese momento, teóricamente sólo quedan en Madrid Quiscur, Argala y Achulo.

Durante la tarde noche del día 18 se dieron los últimos retoques al túnel y a la carga, tendiendo a continuación Argala y Quiscur, sin ningún problema, los cables por las fachadas. Tres cargas de dinamita, de 25 kg cada una y a un metro de distancia entre sí, estaban, según los etarras, situadas en los extremos y el centro del trazo superior de la “T” de un túnel perfectamente apuntalado para resistir el tráfico rodado; sin duda un diseño de artificiero profesional y una ejecución de aparejador experto. La carga explosiva tuvo también un perfecto “atraque”, mediante sacos de la misma tierra que se había extraído en la perforación, de forma que los efectos de la explosión se dirigieron eficazmente hacia arriba, no hacia los lados o el túnel de acceso, lo cual demuestra una vez más un muy buen conocimiento de técnicas de explosivos; y no es materia baladí, porque, en 1937, un atentado similar contra Oliveira Salazar falló al hallar la onda expansiva un camino más fácil por las próximas alcantarillas y colectores.

El mundo policial denominó “Chacal” al desconocido profesional que diseñó el túnel y la disposición inicial de las cargas, es decir, la mina; su primera aparición en la prensa española tuvo lugar en el diario ABC, el 13 de enero de 1974, de manos del ya mencionado periodista Alfredo Semprún, quien recogía informaciones llegadas de París. El enlace con Chacal, quien desapareció de escena días antes del atentado, en ocasiones se ha atribuido a Lidia Falcón [2].

Con relación a las cantidades de explosivo (y sus tipos) y a las dimensiones del túnel, se dan aquí las más comúnmente aceptadas, pero hay que decir que tienen su origen, por supuesto interesado, en las declaraciones etarras, pues no hubo forma científica de llegar a determinarlos una vez producida la explosión y la inundación posterior del embudo. Pero, como dice González Mata (“Cisne” paginas 335 y siguientes), ETA incurre en multitud de contradicciones, tanto por escrito como de palabra, por lo que seguramente nunca se conocerán con exactitud.

Insistimos en calificar de “oficial”, en contraposición a “auténtica”, la versión etarra, porque, además de los testimonios anteriores que demuestran que hubo otros actores, y otros que veremos más adelante, se constató que la huida de Madrid se hizo de forma distinta a la difundida por ETA. Además, el famoso terrorista Ilich Ramírez Sánchez Carlos, tras ser detenido el verano de 1994, declaró inicialmente que jamás había encontrado a miembros de ETA antes de 1995; pero, más tarde, afirmó ante el juez: Solamente a comienzos de los años 70 acepté ir a Madrid cuando revolucionarios franceses e iberoamericanos internacionalistas me pidieron ayudar a ETA para la ejecución del Almirante Carrero Blanco [3]; a los autores nos surgió en seguida la posible asociación de Carlos con la poco definida figura del huidizo Chacal, el desconocido diseñador de disposición del túnel y las cargas.

Por otra parte, el anteriormente citado Tormes, del servicio de información de la GC afirmó también, años después, que alguien le tuvo que dar la idea a ETA; uno de los que hicieron el túnel era el no va más en explosivos, un terrorista francés que había pertenecido a la OAS; Serge Demagnian (a) Sena dijo “esto es obra de fulano de tal, y ese jamás fue detenido; y ese fue el que colocó los explosivos”; … el General Prieto comentaba que habían sido agentes de la OAS [4].

En similar sentido, circularon, en algunos ambientes, fotocopias de una publicación del PC francés en las que se detallaba, con numerosos gráficos y dibujos, un más que documentado trabajo sobre la perfección con que se había diseñado, perforado, y posteriormente asegurado, el túnel. Para no dejar nada en el tintero, también hay que decir que en las fechas del atentado se publicaron crónicas sobre la supuesta participación de un antiguo sargento de la Legión Extranjera francesa, miembros de la OAS y del IRA, un técnico electricista y un ingeniero de minas [5].

Álvaro Baeza afirma (“ETA nació en …”, pag. 555 y siguientes) que Chacal era un antiguo sargento de la Legión Extranjera Francesa llamado Armand Noelle, el cual había pertenecido a la OAS y al que ETA había convencido afirmando que el Partido Comunista francés apoyaba la operación. Dado que las fuentes etarras se deben poner en cuarentena, por ser interesadas y haberse demostrado falsas en otras ocasiones, es difícil decantarse por si Chacal fue Ilich Ramírez Carlos o Armand Noelle. Pero el propio Baeza escribió que, dado que “en la jerga y mundo secreto internacional sólo había un Chacal y ese era el venezolano Ilich Ramírez”, el francés adoptó posteriormente el apodo de “Leo HHH” (Hanss Herbert Harmant) cuando se introdujo definitivamente en las redes del terrorismo internacional; y algo más clarificador que nos hace dudar de que lo se refiere a Chacal-Leo HHH, según Baeza el día 18 de diciembre de 1973 se abortó el atentado contra Carrero porque Armand Noelle se negó a activar la carga ante la presencia de un coche cargado con ocho colegiales, extremos estos, tanto la fecha como la finura de conciencia, dificilísimos de creer.

La visita de Kissinger comenzó, apenas llegado a España, con una audiencia del Generalísimo y, a continuación, una visita a Don Juan Carlos, en la que el Ministro de Exteriores, López Rodó, detectó que éste hablaba ya casi como Rey. Al día siguiente, víspera del crimen, Carrero y Kissinger se entrevistaron durante más seis horas, al parecer, por lo que el Almirante no tuvo tiempo para despachar con nadie más; oficialmente el diálogo solo duró una hora y únicamente giró en torno al comunismo y a la guerra con la que éste amenazaba, alabando el norteamericano los puntos de vista del español.

Tusell tuvo acceso a algún resumen de la misma en el archivo de la familia Carrero y escribió que “todo intento de pasar (…) a que los Estados Unidos se avinieran a firmar con España un tratado con rango superior al suscrito por los ejecutivos respectivos fue declarado, sin más, imposible por Kissinger, porque el Senado se seguía negando a ello” [6]. Otros “rumores” apuntan también a la irreductible posición de Carrero respecto a la bomba atómica [7].

El Secretario de Estado yanqui pidió, explícitamente, que el contenido de su conversación (¿sucesión y partidos políticos, entrada en la OTAN, convenio bilateral, bomba atómica española?) se mantuviera secreto, incluso entre los altos cargos de sus respectivas administraciones. Tras aquella reunión, Carrero no volvió a pisar su despacho; sin duda, por mucho que se diga, no es normal ni lógico el que de un despacho a tan alto nivel, y de tan larga duración, una de las partes pida expresamente que no se guarde registro de él [8].

El día anterior al atentado, la mujer del Almirante, Carmen Pichot, le preguntó si se habían tomado todas las medidas de seguridad cara al “Proceso 1.001”, a lo que Carrero respondió: no te preocupes, he hablado con Arias y me ha dicho que todo está bajo control [9]. Para Montánchez y Canales, la viuda de Carrero dijo años después: la última conversación telefónica que recibió el almirante la noche anterior fue del coronel (sic) Quintero, hombre de los servicios franquistas, quien le dijo: “Señor Presidente, el comando está bajo control” [10]. Arias era Ministro de Gobernación y Federico Quintero Morente, Teniente Coronel de Caballería, era Jefe Superior de Policía de Madrid y había estado en la escolta del príncipe.

Blas Piñar recuerda que: “En la noche del 19 de noviembre fui a la Presidencia del Gobierno (…) Fui a visitar al Ministro Secretario de la Presidencia, José María Gamazo (…) le transmití mi honda preocupación.El Régimen, a mi entender, había entrado en un proceso agudo y acelerado de crisis, y desde el oficialismo se combatía sin escrúpulos a quienes con desinterés y espíritu de sacrificio tratábamos de mantener públicamente los principios ideológicos … del Movimiento Nacional” (…). Dos cosas indicó Gamazo que quiero destacar: una, que el tratamiento que nuestro grupo recibía del Sistema era tan intolerable como injusto, y que ello exigía -según el Almirante- reparación. Y otra, que se temía un acontecimiento grave, que en concreto se desconocía. A la mañana siguiente, Gamazo le dijo: He aquí el acontecimiento grave de que anoche te hablaba, y que no podíamos presumir [11].

Estévez y Mármol escribieron en su libro (pag. 213 y 222): Nos han revelado que agentes de la guardia civil desplazados al Sur de Francia dieron el aviso a su director general y que algunos mandos de la guardia civil se encargaron de suspender las investigaciones. En similar sentido, según un comunicante de la bitácora de Luís del Pino (majausua, el 2 de Junio de 2006), un oficial de la guardia civil que llegó a subdirector, contaba, en círculos privados, cómo aquella noche estuvieron en alerta por si había que detener a algunas personas; el caso es que la orden de detención no se produjo y al día siguiente Carrero Blanco fue volado; apuntamos lo anterior como muestra de los rumores que siempre han circulado con relación al atentado.

El jueves 20 de diciembre, el Presidente del Gobierno abandonó su casa, en la calle Hermanos Bécquer nº 6, a menos de 50 metros de la puerta principal de la embajada de los Estados Unidos y frente a una de sus tapias, para ir a la iglesia de San Francisco de Borja (“Jesuitas”), situada justo frente a esta última. Aquel día iba a iniciarse el Juicio 1001 a los miembros de CC.OO.; también se iba a debatir, en el consejillo previo al Consejo de Ministros del día siguiente, el Proyecto de Ley de Asociaciones Políticas.

Un jesuita vasco-francés, mencionado anteriormente al hablar de los círculos religiosos del Almirante, puso un pañuelo azul en una ventana del tercer piso de la casa de los jesuitas anexa a la iglesia donde Carrero estaba oyendo misa, que daba a la calle Claudio Coello, seguramente a modo de señal para avisar a los etarras, aunque también parece que sirvió para dar la orden de encendido de la carga explosiva, dado que la visión vertical que se disponía desde la ventana permitía apreciar con precisión la situación del coche con relación al explosivo. El mismo había trasmitido a los terroristas, la noche del 19 y en una cafetería de la calle Diego de León, la confirmación de actuar al día siguiente. A este religiosos jesuita el clero vasco le consideró un honesto colaborador de Euskadi, y ETA y la CIA como un religioso infiltrado por ETA del que nunca más se supo [12]. Álvaro Baeza incluso dio su nombre: Marcel Garmont Zarratalegui, camuflado con el nombre de Marcelo Garmendia Zarratalegui; era efectivamente jesuita e hijo de madre española; en noviembre de 1977 moriría en El Salvador, junto con otros guerrilleros sandinistas y bajo el nombre de Iñaqui Garrate Zarralde, en una acción que el entorno etarra adjudica a la CIA.

A las 09’23 horas, Carrero, tras oír misa y comulgar como todos los días, subió a su coche, un Barreiros Dodge Dart 3700 GT negro, matrícula PMM-16416, sin ningún tipo de blindaje (salvo los de Franco, no hubo coches oficiales blindados hasta 1976). El mismo, seguido de otro de escolta, bajó por la calle Serrano, giró a la izquierda por la de Juan Bravo y volvió a torcer a la izquierda para tomar Claudio Coello; un Austin Morris 1.300 estaba aparcado en doble fila, a la altura de una señal (un trazo rojo vertical de 1 metro) frente al 104 de la citada calle, a menos de 100 m de la puerta de la misma embajada, obligando al tráfico a pasar por encima del trazo superior de la “T” del túnel, donde estaban las tres cargas explosivas. El Morris también estaba cargado de explosivos, aunque estos no llegaron a explotar (se supo de su existencia por la conferencia de ETA seis días después).

En la esquina de Diego de León y Claudio Coello, opuesta a la iglesia de los jesuitas, Argala, vestido con un mono azul y subido a una escalera, activó la bomba a las 09’28, hora en que se paró el reloj del coche de Carrero [13]. El propio asesino, en el libro que escribió con Eva Forest, describió así la explosión: no ví el coche, pero vi que subía el suelo; hizo un ruido sordo; hubo un instante en que parecía que no pasaba nada y, de repente -sin ruido casi- vi que todo el suelo se abría, subía y una nube negra que llegaba hasta los tejados; y empezamos a gritar ¡gas!, ¡gas!.

El vehículo del Almirante, de más de 1.750 kg, saltó en vertical por encima del edificio de los jesuitas (unos 30 m) y fue a parar a una azotea interior del patio del claustro. El enorme embudo producido por la explosión, de unos siete por diez metros de superficie y casi tres de profundidad, comenzó a llenarse de agua de las conducciones rotas.

Argala y Quiscur, quien colaboraba en la vigilancia del vehículo y mandaba la operación, salieron corriendo hacia la calle Diego de León y montaron en el vehículo que en ella les esperaba con Achulo al volante; tras abandonarlo frente a la Escuela de la Policía, se dirigieron a “la granja” (en la calle Hogar 68; domicilio de Antonio Durán), en Alcorcón; en aquel escondite permanecieron casi un mes ocultos, apoyados por los comunistas que les ayudaron a comprar y construir el ya conocido refugio/cárcel.

Aunque el coche de los escoltas también se vio afectado por la explosión, inmediatamente uno de ellos llamó por radio a la central en la Dirección General de Seguridad, dando cuenta de la misma, de no ver el coche del Presidente y de que “huele a gas”, en curiosa coincidencia con lo que habían dicho los etarras como excusa para enmascarar su huida [14]. Carrero Blanco ingresó cadáver en la Ciudad Sanitaria “Francisco Franco”, el inspector José Antonio Bueno[15] Fernández también y el conductor José Luis Pérez Mogena falleció a los pocos instantes de llegar; alguno de los otros escoltas fue herido ligeramente. Avelina Durán, de 27 años, la portera del nº 104 y esposa del policía armada mencionado, resultó herida leve y su hija mayor de gravedad; un taxista también fue herido de consideración. Una treintena de vehículos se vieron afectados por la onda expansiva; concretamente, un Seat 850 fue engullido por el socavón. Los edificios vecinos fueron gravemente dañados.

NOTAS

[1] Estévez y Mármol, Ob. Cit., páginas 132/133.

[2] Fuente (Ismael): Golpe Mortal, página 30. Álvaro Baeza: Ob. Cit. Pag. 371 y 510.

[3] Repatriación para Ilich Ramírez “Carlos”; http://ilichramirez.blogspot.com/2007/04/repatriacin-para-ilich-ramirez-carlos.html del “webmaster” Muammad Abdallah (2007). En el libro de Antonio Salas (pseudónimo) El Palestino (Planeta, Madrid, 2010), el periodista, disfrazado de “musulmán alicantino llamado Muhammad Abdallah”, da una versión más dulcificada de las declaraciones de Chacal (Pag. 537), admitiendo que los etarras, alguno de los cuales habían sido entrenados por Carlos años antes en Argel (Pag. 529), pidieron su colaboración, pero a este le fue imposible ir a España. En todo caso, parece probada la implicación del Comunismo internacional, aunque luego se haya difuminado la misma, incluso con la creación de otro Chacal que reaparece en Argelia en un momento en que Carlos-Ilich ya ha dejado África (Ramírez no se responsabiliza de las actividades de su doble).

[4] Estévez y Mármol, Ob. Cit. página 226.

[5] Campo Vidal, Ob. Cit. Pag. 28.

[6] Javier Tusell: Carrero, la eminencia gris del régimen de Franco, Pag. 428; Editorial Temas de hoy, Madrid, 1993.

Por otra parte, Pío Moa (La Transición de Cristal, página 76, Libros Libres, Madrid, 2010) recoge así la radiografía de Kissinger que surge de la entrevista que el norteamericano sostuvo con Fernández de la Mora en octubre de 1970 (Río Arriba, Pag. 237, Planteta, 1995), quien lo describe como “nervioso, gestero y de aquilina mirada”: Franco -dijo Kissinger- ya ha cumplido su misión, y corresponde a los (políticos jóvenes) de su generación lograr que se retire y deje paso a la democracia”. “Ya tenemos una democracia que, por cierto, liberó a España de la amenaza comunista y la ha llevado a ocupar el 9º lugar en el ranking económico internacional”. “ Me refiero ala democracia con pluralidad de partidos”. “Es el modelo que EE.UU. ha impuesto en una buen parte del mundo, con los resultados que est´n a la vista; por ejemplo, en África e incluso en (…) Hispanoamérica”. (…) “Sólo con partidos políticos se incorporará España a la vida internacional”. “Los tratados hipanonorteamericanos de 1953, reiteradamente renovados, y esta visita de su Presidente, creo que son claros testimonios de presencia internacional”. “Veo que no es usted partidario de jubilar a Franco, ¿por qué?”. “Porque creo que cada año que continúe al frente del Estado nos acercaremos más a los niveles de renta de los países desarrollados (…) como ustedes acabarán imponiéndonos ese modelo (…) habrá tiempo de comprobar si se cumplen sus optimistas previsiones”.

[7] Juan José Pérez en http://www.democracianacional.org/dn//modules.php?name=News&file=article&sid=223 dijo que: “Tras la entrevista Carrero Blanco transmitió la sensación de que había sido amenazado. Los estadounidenses le ofrecieron todo tipo de ayuda si España olvidaba su pretensión de convertirse en potencia nuclear y suscribía el TNP (tratado de no proliferación nuclear).

La conversación entre ambos subió de tono, Kissinger afirmó que España se estaba convirtiendo en una nación peligrosa, a lo que Carrero replicó, rebajando el tono que lo que sucedía era que España se estaba convirtiendo en una nación importante. Kissinger sentenció: Si pero es que cuando España es importante, es peligrosa”. Ver también La relación entre la carrera nuclear española y el asesinato de Carrero blanco,
http://patronio.blog.com.es/2009/04/12/relacion-entre-carrera-nuclear-espanola-y-el-asesinato-de-carrero-blanco-5930603/, y Los planes atómicos de Franco y Carrero, http://www.elcorreogallego.es/indexSuplementos.php?idMenu=15&idNoticia=354334.

[8] Fernández Montón, citado por Grimaldos, Ob. Cit. Pag. 116.

[9] López Rodó: La larga marcha a la monarquía, Pag. 458; Noguer, Barcelona 1977. Estévez y Mármol, Ob. Cit. Pag. 160. De la Cierva, Ob. Cit. Pag. 151.

[10] E. Montánchez y P. Canales en Un informe de los servicios …, diario “La Razón” del 21-XII-2003.

[11] Blas Piñar, en Escrito para la Historia (Tomo I), Pag. 146/7 Editorial Fuerza Nueva, Madrid, 2000.

[12] http://pdf.rincondelvago.com/luis-carrero-blanco.html. A. Baeza, Ob. Cit., pág 511 a 513 y 540 a 551.

[13] Según la versión oficial, otros dos terroristas le cubrían a pie de escalera y en las proximidades. Un cuarto estaba en la Calle Lagasca en el coche en el que huyeron, tras cruzar La Castellana por el próximo viaducto, hasta la cercana calle Miguel Ángel, en la inmediaciones de la Escuela Superior de Policía, donde cambiaron de vehículo (Aguado Sánchez, Historia del Terrorismo de ETA-El Magnicidio …, página 63/3).

[14] Este policía, Miguel Ángel Alonso de la Fuente, con el tiempo sería nombrado Subdirector General Operativo por un Ministro de Interior socialista, entre 1994 y 1996, tras la etapa de los GAL; nada más llegar al poder el PP, el nuevo ministro, Mayor Oreja, lo destituyó; en la actualidad trabaja en la compañía petrolera REPSOL, propiedad de la Caixa catalana.

[15] Con el tiempo, uno de los autores llegaría a emparentar con su familia.

*José María Manrique es coronel de Artillería, diplomado de Estado Mayor, autor de varios libros sobre temas de historia militar española moderna: ‘Las armas de la guerra civil’, ‘La guerra 1936-39 en Sigüenza’, ‘Sáhara Español, una historia de traiciones’, ‘Sangriento combate en Edchera’, ‘CETME’, ‘Las Armas de Destrucción Masiva y la Protección Civil en España’, entre otros muchos.

*Matías Ros pertenece al Cuerpo General de Policía desde 1969. Ha publicado varios artículos sobre temas de seguridad. Desde el asesinato de Carrero ha acumulado todo tipo de informaciones que han caído en sus manos acerca del Almirante.

1 comentario:

  1. Otra entrega de esta interesante historia. Espero que no tengamos que esperar tantos años, para saber lo del 11-M.

    ResponderEliminar