27 de Octubre de 2011 - 14:40:44 - Luis del Pino/Libertad Digital
Resulta tristemente irónico que, al final, sea la ruina económica la que permita que todavía existan esperanzas de que se salve la Nación.
A la vista de las reacciones al comunicado de ETA, hagan ustedes el ejercicio mental de imaginar qué hubiera sucedido si este Gobierno hubiera dispuesto de cuatro meses adicionales para terminar de ejecutar lo dispuesto en la hoja de ruta de la negociación. Cuatro meses adicionales para seguir convenciendo a los españoles de las bondades de Bildu. Cuatro meses adicionales para que la opinión pública asimilara la presencia de los proetarras en las instituciones como algo normal. Cuatro meses adicionales para que el brazo político de ETA se aprovisione de fondos. Cuatro meses adicionales para seguir pavimentando el camino para la salida de terroristas de las cárceles. Cuatro meses adicionales para seguir neutralizando cualquier intento de resistencia de la sociedad civil. Cuatro meses adicionales para continuar empleando "el aval internacional" para la "solución dialogada" del "conflicto".
Imaginen, además, que el Gobierno hubiera dispuesto de una cantidad ilimitada de fondos, en lugar de estar en la ruina. Imaginen que los tradicionales mecanismos de compra de voluntades hubieran continuado en vigor, alimentados con dinero público. Imaginen que la publicidad institucional hubiera seguido fluyendo hacia los medios como antaño. Imaginen que la rueda de la corrupción hubiera seguido funcionando en los ayuntamientos y en las comunidades. Imaginen que no se hubieran desatado las peleas de buitres por los restos del festín.
Imaginen que el PSOE y el PP se encontraran en estos momentos en empate técnico en las encuestas, al no haber desgastado tanto la crisis al partido en el gobierno. Imaginen que Zapatero no se hubiera visto obligado a anunciar su retirada ignominiosamente. Imaginen que no se hubiera abierto en el PSOE la guerra por la sucesión y por el control del partido. Imaginen a un Rajoy insistiendo todavía más (¡todavía más!) en la estrategia del dontancredismo. Imaginen a unos partidos nacionalistas aún no heridos por la falta de presupuestos autonómicos. Imaginen, por tanto, a un PP obligado a permanecer en la oposición o a reeditar sus pactos con los nacionalistas.
Imaginen todo eso y háganse esta pregunta: ¿hubiera existido la más mínima posibilidad de detener una hoja de ruta de negociación con ETA que - como ha quedado demostrado en los últimos días - está avalada por todas las instituciones del Estado y por todos los principales partidos políticos? La respuesta es un rotundo no.
La ruina económica ha empujado a los españoles a la cola del paro. Ha desatado dramas personales y familiares terribles. Ha llenado los comedores sociales. Ha provocado la mayor ola de desahucios jamás vivida en nuestro país. Ha disparado los índices de prostitución. Ha hecho aumentar las tasas de delincuencia. Ha elevado la indignación social hasta límites desconocidos... Los españoles están sufriendo como nunca antes, y todos conocemos casos cercanos a nosotros que lo atestiguan.
Pero, al mismo tiempo, esa ruina ha privado a quienes nos gobiernan de casi toda su capacidad de control social. Sin dinero, la maquinaria no funciona. De modo que todos los planes, todas las hojas de ruta, se han venido abajo. No hay manera ya de llevarlos a la práctica más que a trompicones. Y quienes estaban acostumbrados a dirigir a un cuerpo social manso y crédulo, se ven ahora obligados a improvisar ante una opinión pública soliviantada y escéptica.
Esta crisis nos está llevando al límite. Y las cosas van a empeorar aún más. Pero, curiosamente, la crisis nos ha servido también en bandeja la posibilidad de articular una sociedad verdaderamente libre. Libre de tutelas, libre de hojas de ruta decididas en los despachos, libre de iluminados que creen poder determinar lo que nos conviene, libre de quienes pretenden decidir en nuestro nombre. Una sociedad por fin adulta, desde el punto de vista democrático.
Y para salvar a la Nación basta con eso. Basta con que se dé a los españoles la posibilidad de decidir por sí mismos.
De la ruina saldremos, antes o después. Y de nosotros depende decidir qué aspecto tendrá España cuando lo hagamos.
La Nación está en ruina, por la barbarie del desgobierno que tenemos, en ruina económica, y en ruina de patriotismo.
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