23 de Julio de 2011 - 11:06:23 - Luis del Pino/Libertad Digital
Editorial del programa Sin Complejos del sábado 23/7/2011
El pasado lunes, Juan Luis Cebrián publicaba en El País un artículo con sidecar (es decir, con editorial de complemento) bajo el título "Esta insoportable levedad". En él, Cebrián reflexionaba sobre la desastrosa situación actual de nuestro país y se permitía dar una serie de consejos a los dos partidos mayoritarios.
No es la primera vez que Cebrián intenta marcar la pauta de la política española. Ya lo ha hecho anteriormente en otras ocasiones, recurriendo siempre, por cierto, a los títulos pomposos, para dejar claro que sus reflexiones son muy serias.
Lo hizo, por ejemplo, con aquel famoso artículo titulado "El discurso del método", en mayo de 2001, con el que Cebrián decretó el giro estratégico del PSOE que condujo a la ruptura del frente antinacionalista en el País Vasco, a la defenestración de Nicolás Redondo Terreros y a la campaña que terminaría desembocando en el cordón sanitario contra el Partido Popular. Buena parte de nuestros actuales males provienen de aquella estrategia de acercamiento entre la izquierda y los nacionalistas que Cebrián eligió y Cebrián impuso.
Lo que pasa es que el futuro ya no es lo que era (por rememorar otro título pomposo de Cebrián), como tampoco es lo que era el poder del propio Cebrián. Así que su evacuación intelectual del lunes, que pretendía ser el diktat de un ideólogo, se queda simplemente en digresión del abuelo cebolleta.
Resulta útil, de todos modos, analizar el artículo y el editorial asociado de El País, aunque solo sea para ver por qué vericuetos mentales discurre ese espectro errante que es hoy la izquierda española.
Cebrián hace una crítica del presente estado de cosas, subrayando el creciente malestar social, que no conoce fronteras ideológicas; llamando la atención sobre la crisis no sólo financiera, sino también sistémica, que nos aqueja y señalando el creciente distanciamiento entre la clase política y los ciudadanos.
Por supuesto, Cebrián no analiza qué parte de responsabilidad puede corresponderle a él en esa crisis. Los responsables son siempre otros. Si nuestro país está mal, ello se debe a una confusa conjunción de factores externos y difusos, que no termina de explicar, ni parece que ni siquiera entienda.
Pero lo importante del artículo de Cebrián son los mensajes que se lanzan, que van en tres líneas distintas.
El primer mensaje es la apelación a Zapatero para que ceda el poder a Rubalcaba de una vez. Aunque en el editorial de El País se hacía alusión a la necesidad de que se convoquen elecciones anticipadamente, el artículo de Cebrián dejaba claro que no es eso lo importante. Lo verdaderamente trascendental es que Zapatero articule un mecanismo que permita a Rubalcaba tomar el poder en el partido; es decir, ocupar la secretaría general. El tiempo se acaba y Cebrián tiene prisa porque su protegido tome el mando, para arrebatar a Zapatero de una vez la posibilidad de controlar la evolución futura del PSOE.
El segundo mensaje era el más ideológico. Tenemos problemas con la actual estructura del estado, dice Cebrián, y hay que ir a una reforma constitucional que permita solucionarlos. ¿Y cuál es esa reforma que Cebrián propone? Pues nada menos que el paso a una estructura federal de nuestra nación. Es decir, que lejos de reconocer que el actual modelo autonómico es insostenible y que el actual poder de los nacionalistas es insoportable, Cebrián propone continuar avanzando por esa senda que tanto contribuyó él a trazar y que tantos males ha traído a España. A quien solo tiene un martillo, todo le parece un clavo.
El último mensaje es el más gracioso, por cuanto que está claramente dirigido al Partido Popular. Estamos en situación crítica, dice Cebrián, por lo que es momento de los grandes acuerdos, de los pactos de estado, del consenso. Porque la estabilidad de nuestras instituciones exige, en opinión de Cebrián, que el Partido Socialista no se deteriore demasiado.
¿Qué familiar nos resulta ese tic de la izquierda cebrianesca, verdad? Cuando es el Partido Popular el que gobierna, todo vale para desalojarlo del poder, incluida la agresión física, y no surgen voces cebrianescas reclamando pactos ni consensos, ni invocando la estabilidad institucional. De hecho, esa izquierda prisaica se ha recreado en defender los cordones sanitarios que no pretendían otra cosa que expulsar al PP del sistema.
Pero cuando es el PSOE el que lleva a este país a la ruina económica, institucional y moral, entonces la estabilidad del sistema exige que el PP sostenga al partido del gobierno para que no se derrumbe. La ley del embudo, podría haber titulado su artículo Cebrián.
Si hay un responsable de la basura en la que nos hallamos inmersos, ése es Cebrián. Y el solo hecho de que pretenda que los demás organicemos ahora una operación de salvamento para no tener que afrontar las consecuencias de sus propias acciones indica que ha perdido completamente el norte.
Déjeme que se lo explique muy brevemente, señor Cebrián. Nos importa un bledo a los españoles si el Partido Socialista se hunde. O, mejor dicho, cada vez somos más los españoles que estamos convencidos de que lo que la estabilidad de nuestro sistema político requiere es, precisamente, que desaparezca el PSOE: un partido que tan sólo ha traído a España miseria, confrontación y atraso. Y con ese partido deberían desaparecer todos aquellos que, como usted, han contribuido a trazar la estrategia que nos ha llevado hasta donde ahora estamos.
Ni pactos, ni acuerdos, ni consensos, señor Cebrián. Son ustedes los responsables de la actual situación de postración de nuestro país. Y son ustedes quienes deberán pagar la factura.
Aunque en realidad no creo que puedan llegar ustedes nunca, por mucho que se esfuercen, a compensar todo el daño que han causado.
Pues sencillamente Luis, muy bueno. Estos se arriman a la ascua de su sardina cuando les interesa, para bien o para mal.
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