jueves, 7 de julio de 2011

Manipulaciones de la serie de Telecinco (I): ¿Quién colocó las bombas?


7 de Julio de 2011 - 09:14:16 - Luis del Pino/Libertad Digital

Si en la primera parte de la serie de Telecinco (véase el hilo anterior) se mantenía un relativo respeto por el contenido de las sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, en la segunda mitad el guión se va apartando progresivamente de los hechos probados, a medida que la acción se va acercando a la fecha fatídica del 11M.
Comencemos por lo fundamental: la identidad de quienes montaron y colocaron las bombas en los trenes. En la serie, se presenta como encargados de la colocación y montaje a los siete muertos de Leganés y a otros seis sujetos que no se sabe quiénes son.
¿Fue así, según la versión oficial? Pues resulta que no. La sentencia de la Audiencia Nacional no afirma en ningún momento que ninguno de los muertos de Leganés pusiera ninguna bomba concreta en los trenes; es decir, guarda silencio sobre este punto de si tal o cual de los muertos de Leganés actuó como colocador de tal o cual bomba. El Tribunal Supremo fue aún más lejos, al establecer explícitamente que no se sabe qué participación pudiera haber tenido en el atentado cada uno de los muertos de Leganés y que no se puede asignar ninguna responsabilidad penal individual a ninguno de ellos.
Ese posicionamiento de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo tiene su razón de ser, porque lo cierto es que no hay ningún testigo que sitúe a los muertos de Leganés en los trenes del 11M.
Por el contrario, la serie omite el nombre de la única persona que sí que está condenada por poner una bomba en los trenes: Jamal Zougham.
"¡Un momento!", dirá el lector. "¿La serie evita presentar como colocador de bombas al único que está condenado por colocar una bomba y presenta como colocadores, en su lugar, a los muertos de Leganés, de los que no existe ninguna evidencia judicial que diga que colocaron ninguna bomba?".
Pues sí, así es.
"¿Y, puestos a manipular, no podía la serie haber presentado como colocadores de bombas tanto a Jamal Zougham como a los muertos de Leganés?", se preguntará el lector. "¡Así, sin eliminar a Zougham de la historia, la manipulación habría sido menos evidente!".
Hubiera sido una alternativa, por supuesto. Pero lo que pasa es que, entonces, los guionistas se habrían arriesgado a las posibles consecuencias judiciales. Porque si algo ha quedado establecido claramente en las sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo es que entre Jamal Zougham y los muertos de Leganés no consta el más mínimo contacto previo (ni posterior) al atentado. No ha podido acreditarse ninguna reunión entre ellos, no ha podido acreditarse ninguna llamada cruzada entre ellos y no ha podido acreditarse la presencia de Jamal Zougham en ninguna de las casas donde se supone que los muertos de Leganés estuvieron antes o después del 11-M.
Es decir, si los guionistas hubieran mencionado el nombre de Jamal Zougham, se habrían visto forzados a presentar escenas con reuniones donde aparecerían simultáneamente tanto los muertos de Leganés como Jamal Zougham: por ejemplo, la reunión en la que se preparan las bombas o la reunión en la que las cogen para ir hacia las estaciones a colocarlas. Y entonces se arriesgarían a que Jamal Zougham les pidiera cuentas, por atribuirle unos contactos con los muertos de Leganés que ni las investigaciones policiales ni las judiciales han podido acreditar.
En consecuencia, los guionistas tenían dos opciones:
1) o presentar a Jamal Zougham como colocador de bombas junto a otros doce desconocidos, y reconocer ante la opinión pública la verdad, que es que, siete años después del atentado, sólo conocemos el nombre de un único colocador de las bombas del 11M.
2) o prescindir de Jamal Zougham y atribuir la colocación de las bombas (falsamente) a los siete muertos de Leganés y a otros seis desconocidos, con lo cual se puede simular ante la opinión pública que sabemos la identidad de bastantes de los que depositaron las bombas.
Obviamente, los guionistas prefirieron la segunda opción. No sólo porque la cruda realidad (que es que la versión oficial ni siquiera identifica a quienes colocaron las bombas en los trenes) resulta demasiado dura de digerir por la opinión pública, sino también por otra razón: imagínense ustedes que los guionistas hubieran optado por la primera solución. ¿A quién presentamos entonces en la serie (además de a Zougham) montando las bombas? ¿A quién presentamos (además de a Zougham) llevándolas hasta las estaciones? ¿Cómo enlazamos esas escenas con el resto de retazos de la versión oficial: Leganés, el transporte de explosivos desde Asturias, etc?
Ése es uno de los principales problemas de la absurda versión oficial del 11-M que nos llevan intentado colar a los españoles desde hace siete años: su total desconexión. O te montas un guión en torno a Jamal Zougham, o te lo montas en torno a los muertos de Leganés. Pero la inexistencia de contactos entre el uno y los otros hace imposible crear un guión unificado.
De todos modos, con ser grave, la de la identidad de los colocadores de las bombas no es la más grave de las manipulaciones efectuadas por los guionistas de la serie. En el siguiente hilo del blog comentaré algunas otras cosas que me resultaron enormemente llamativas, por la implicaciones que tienen.

1 comentario:

  1. Pues asi es, que van a decir, que fueron lo que fueron.., pues no. Además la famosa serie no es nada más que para lo que es, lo de siempre, manipular a la gente y hacer ver lo que no fué.

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