J. M. ALONSO / TERESA SANZ San Sebastián / Segovia
29/06/2011/El Mundo
La noticia fue recibida con euforia por parte de la delegación donostiarra presente en la sede del Ministerio de Cultura en Madrid, donde el presidente del comité de selección de la Capitalidad Cultural Europea 2016, el austriaco Manfred Gaulhofer, leyó el fallo.
En la exposición de los puntos fuertes de cada candidatura, previa a la lectura del fallo, Gaulhofer ya dejó entrever qué ciudad sería la ganadora. Alabar que la elección de la capital guipuzcoana «puede contribuir a que supere su historia de violencia» y que la designación tendrá consecuencias no sólo culturales, sino económicas y hasta políticas, es dar muchas pistas y poner en valor un argumento de peso como para luego dejarle sin el caramelo.
Según un documento enviado ayer por el Ministerio de Cultura a este periódico, el comité estuvo formado por 13 miembros: seis nombrados por la ministra de Cultura (Mireia Belil Boladeras, Enrique Cabero Morán, Emilio Cassinello Aubán, Javier Martín Domínguez, Cristina Ortega Nuere y Jordi Pascual Ruiz), dos nombrados por el Consejo de la Unión Europea (Constantin Chiriac y Erna HennicotSchoepges), otros dos por la Comisión Europea (Gaulhofer y Bob Scott, responsable del nuevo sistema de designación, con varias ciudades del mismo país peleando por el puesto), dos por el Parlamento Europeo (Danuta Glondys y Andreas Wiesand) y uno por el Comité de las Regiones (Elisabeth Vitouch).
A pesar que desde el Ministerio de Cultura se señaló que tanto el sistema de votación como los resultados son secretos, fuentes consultadas por EL MUNDO explicaron que la elección de la ciudad ganadora se realiza en dos rondas. En la primera, se puntúan una serie de conceptos puntuables, como infraestructuras, sostenibilidad o programación, que rondan la docena. Una vez sumados todos los baremos, las dos ciudades con más puntos pasan a la segunda vuelta, donde se escoge a la ganadora y en la que el presidente tendría voto de calidad.
Los rumores apuntaban una riña final entre dos únicas capitales de las seis finalistas: San Sebastián y Segovia. Oficialmente, entre la delegación europea, nadie podía confirmarlo, pero la votación se hizo pública y corrió entre los asistentes al veredicto final. Hubo quien entre los miembros del jurado no guardó el debido secreto, para regusto de los de Segovia, aunque avivara la tristeza por la designación de la capital vasca. Siete votos fueron para San Sebastián y seis para Segovia.
La decepción entre la delegación segoviana fue palpable, aunque ni su alcalde, Pedro Arahuetes, ni la concejala de Cultura, Clara Luquero, renuncian a seguir desarrollando el proyecto cultural. Cuando el jurado europeo visitó Segovia, el pasado 2 de junio, su presidente, alabando el proyecto segoviano, restó importancia a la posición geoestratégica de las capitales pretendientes y subrayó, sin embargo, la importancia de la estabilidad política, aplaudiendo la «sintonía» y el «apoyo» que en Segovia habían dado a la aspiración para 2016 PSOE, PP e IU.
A pesar de la decepción segoviana, las mayores protestas por la designación de San Sebastián vinieron de las delegaciones de Córdoba y Zaragoza. Rosa Aguilar, ministra de Medio Ambiente y ex alcaldesa de la primera, calificó de «profundo error» la decisión del jurado de usar argumentos políticos en la elección de la ganadora, un puesto para el que Córdoba era, hasta ayer, principal favorita. «Nada tiene que ver una cosa con la otra, la pacificación no debiera de ninguna de las maneras haber estar presente en la elección», denunció. Por su parte, Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza, dijo que la designación «es un disparate total y ya tendrá tiempo el jurado de arrepentirse». Belloch vaticinó que los actos del programa cultural «se convertirán en formas de propaganda de una determinada formación política» y dijo que hubiera preferido que hubiese ganado cualquiera de las otras cuatro ciudades: «La que menos me gusta es San Sebastián porque el alcalde es de Bildu».
Poco ha importado en la elección que el nuevo alcalde, Juan Carlos Izagirre, se haya mostrado muy crítico en un principio con un proyecto que ha desarrollado el Gobierno municipal socialista liderado por Odón Elorza durante la pasada legislatura hasta convertirlo en un envite personal. De hecho, el actual regidor donostiarra ha reiterado en varias ocasiones su intención de «corregir» el proyecto en el tema de la pacificación y la convivencia, fundamentalmente en lo que atañe al proyecto estrella de Elorza de la Casa de la Paz de Aiete, y que rediseñará para dar cabida a un concepto de pacificación en un sentido «más amplio».
Como tampoco ha importado que el día de defensa de candidatura ante el jurado, el lunes, Elorza arremetiera contra Bildu, asegurando que «todavía le queda un camino que recorrer para conocer en qué consiste la convivencia de verdad y el respeto al conjunto de la ciudadanía».
En todo caso, ante las anunciadas correcciones de Bildu al proyecto, la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, advirtió a Izagirre de que la ciudadanía no aceptaría «desviaciones» al proyecto. Así, alabó que la elección de San Sebastián «premia el trabajo continuado de muchos años y el proyecto del alcalde socialista Odón Elorza».
El actual programa, basado en las olas de energía ciudadana que han encabezado la candidatura y que sostienen el «viaje hacia la convivencia» en el que se sustenta, contiene numerosas propuestas de la cultura de la paz.
Con información de Darío Prieto y Toñi Caravaca. ORBYT.es
>Vea hoy en EL MUNDO en Orbyt el videoanálisis de Isabel San Sebastián.
ANÁLISIS
ÁNGELES ESCRIVÁ / Madrid
29/06/2011
El jurado pacificador
Nadie me malinterprete. San Sebastián es una ciudad preciosa, sofisticada -ese maravilloso y desgarrador Peine del viento tan lleno de significados-, que siempre ha resultado ser una embajadora inmejorable para España y que, además, tiene una cultura y una realidad idiomática propias y distintas, cuya difusión va a enriquecernos a todos. El proyecto es imaginativo, y fue seductora y eficientemente presentado.
Pero lo cierto es que ayer, al decir del propio jurado, pesaron los motivos políticos; motivos distintos a la cuestión cultural que, llenos de buenas intenciones, voluntarismos y adanismos, establecieron lo contrario de lo que perseguían, una suerte de injusticia con los verdaderos héroes de esta historia y un reconocimiento a quienes fueron los instigadores de la «violencia».
Puede ser cierto que la izquierda abertzale va a tener más difícil no mantener las distancias con un supuesto o eventual atentado de ETA si tiene que responder ante la comunidad internacional con un proyecto como ése. Puede ser cierto que la necesidad de gestionar va a obligarles a poner los pies en la tierra y aceptar iniciativas que han criticado y saboteado hasta ahora, y contra las que han justificado atentados. Ése es un triunfo del Estado al que han tenido que plegarse. Pero están teniendo todo tipo de oportunidades, están siendo premiados, sin condenar a ETA -que todavía existe, para información del jurado-, sin pedirle que se disuelva, sin responsabilizarse del daño hecho a las víctimas de la organización terrorista y favorecidos por una estrategia que blanquea su pasado.
De hecho, ésa es la estrategia a la que responde el proyecto presentado por San Sebastián. La autoría no es de Bildu sino de la alcaldía del socialista Odón Elorza pero, del mismo modo que lo habría hecho Bildu, no habla de derrota sino de «semilleros de paz para la reconciliación». No se menciona para nada la superación del terrorismo sino que se refiere a la «violencia», y prevé organizar una cadena humana entre las localidades guipuzcoanas de Aduna y Tolosa «en recuerdo de las primeras víctimas del conflicto vasco». No sólo difumina la responsabilidad de ETA asumiendo la existencia de un «conflicto» sino que no menciona a sus víctimas y generaliza y, por tanto, las equipara con los terroristas que hayan podido morir.
El mismo Odón Elorza manifestó tras el inesperado -para los socialistas- triunfo de Bildu que le preocupaba el relato de los hechos, le inquietaba quién vaya a erigirse como autor final de la historia. El lunes, en la Audiencia Nacional, Arnaldo Otegi reivindicó para sí el papel de pacificador y ayer Bildu apareció, para los jurados del concurso, como una de las partes esforzadas en «superar una historia de violencia», cuando, en realidad, Otegi y la izquierda abertzale han evolucionado a fuerza de golpes judiciales y policiales.
De algún modo, ése es el relato que se está construyendo. Sin resistencia, sino al contrario. El pasado lunes pregunté al alcalde de San Sebastián por qué creía que ETA no iba a boicotear esta candidatura, como lo hiciera con la olímpica de Madrid; si no albergaba ese temor. Quise saber también si los jurados no habían preguntado por la seguridad o el terrorismo. Respondió con un «¡Jesús»!, que indicaba una gran sorpresa por la pregunta, como si hubiese despertado un fantasma de un pasado remoto que no tenía sentido resucitar. E insistió en lo de la pacificación y la normalización «irreversible». El resto de la delegación multipartita se molestó, aunque apenas un poco más que algunos de los periodistas que seguían el acto y que no entendían a cuento de qué venía plantear esa historia tan aguafiestas.
MANUEL MARRACO / Madrid
29/06/2011
«Un tiro en la nuca, un atentado a inocentes, ¿es violencia política?»
La magistrada aguantó, aguantó y aguantó, tal y como le habían aconsejado. Pero, en el último momento, lo hizo. Cuando ya la última acusada del caso Bateragune iba a volver con los demás, cerrando así la fase de interrogatorios, la presidenta del tribunal, Ángela Murillo soltó un «mire, le voy a hacer una pregunta» que levantó un murmullo en la sala.
A la mente de todos llegó el último juicio a Otegi por enaltecimiento, anulado por el Tribunal Supremo precisamente por una desafortunada intervención de Murillo. El varapalo del Alto Tribunal propició que el lunes Otegi disfrutara de un amplísimo margen para exponer su programa político, pero no bastó para que ayer, segunda jornada de juicio, Murillo dejara marchar a la última acusada así como así. Éste fue el interrogatorio de la magistrada a Miren Zabaleta, hija del coordinador de Aralar y en prisión provisional por esta causa:
- Usted ha dicho, cuando ha hablado de lo que piensa la izquierda abertzale, que es contraria a la violencia política. ¿Qué es la violencia política? ¿Un tiro en la nuca es violencia política?
- La violencia ha sido utilizada en Euskal Herria en el contexto de un conflicto, hasta ahora, pero en cualquier caso...
- Lo que le pido es que me defina qué es violencia política. Un tiro en la nuca, un atentado a seres inocentes, ¿eso es violencia política por parte de quien sea?
- Ha sido una violencia motivada por razones políticas, pero pude llamársele también violencia, no hace falta que le pongamos adjetivos...
- No, se los ha puesto usted, yo no.
- No me parece relevante que haya puesto esa coletilla o no. Si quiere, lo quito, y así ya no da margen a la interpretación tergiversada de lo que quería decir, que la izquierda abertzale hace una apuesta por vías exclusivamente pacíficas.
Y así acabó. Durante sus más plácidas respuestas previas a su defensa, Zabaleta había negado su pertenencia a ETA. También que respondiera al alias de Argi y que formara parte del grupo de siete negociadores designados por la banda para un próximo proceso de paz, tal y como mantienen los investigadores. «Nunca me he identificado como Argi. La primera noticia que tengo de ese alias es por una filtración al periódico EL MUNDO. No sé como es posible que saliera esa información», dijo respecto al contenido de lo que refleja un informe policial recientemente incorporado a la causa.
Tras los interrogatorios a Zabaleta, y antes a José Manuel Serra, comenzó la fase testifical. La abrió Rufi Etxeberria, que a punto ha estado de comparecer en este juicio como noveno acusado y no como primer testigo. Etxeberria llegó a ser detenido junto a Otegi el 13 de octubre de 2009, pero fue puesto en libertad porque apenas había tenido tiempo de participar en el proyecto de Bateragune: sólo llevaba en libertad un mes cuando la Policía irrumpió en la sede de LAB.
Descartado como imputado, tampoco parece que sus palabras como testigo a propuesta de Otegi vayan a hacer mella en el tribunal. «Ya veo que se quieren una barbaridad», exclamó la presidenta después de que incluyera en su paseíllo hasta la silla de testigos abundantes besos a las acusadas y aúpas y abrazos con sonoros palmoteos a Otegi. «Usted de imparcial poco, ¿no?», opinó Murillo cuando Etxeberria confirmó que, obviamente, tenía interés en que todos salieran absueltos. El discurso que siguió fue el mismo de Otegi, sumado al dato de que él estaba en la sede de LAB casi por casualidad.
También comenzaron a comparecer ayer los policías que hicieron las vigilancias sobre los acusados. Entre ellos, los que en abril de 2009 detectaron un viaje de Otegi a Francia, cuando el líder abertzale estaba en libertad condicional y tenía prohibido salir de España. Los investigadores dicen que fue a dar cuenta a ETA de la marcha de Bateragune. Él, que fue a convencer al la Batasuna francesa de que el tiempo del terrorismo había acabado.
ROSANNA MARCHESE/ Madrid
29/06/2011
«¿Por qué plantearse la reconciliación cuando ETA está todavía en activo?»
«¿Por qué las víctimas están descontentas? Porque en España estamos viviendo un proceso de concesiones políticas a ETA fruto de la negociación entre la banda y el Gobierno de España». Así de contundente se expresó el eurodiputado y ex líder del PP en el País Vasco Carlos Iturgaiz.
«No corresponde a las víctimas definir la política antiterrorista de un Gobierno. Es cierto. Para eso están los políticos. Pero esto no significa que deban guardar silencio», continuó el eurodiputado. «Nadie puede privarles, como ciudadanos libres que son, de alzar su voz para protestar ante una política que les ha dado la espalda para ofrecer su cara a quienes han atentado contra ellas en un proceso de negociación».
En su vehemente crítica al Gobierno de Zapatero, Iturgaiz le acusó de haber regalado a ETA «un éxito con el que no podía ni soñar hace apenas unos años», poniendo en crisis «el concepto de nación» frente a una organización que sigue manteniendo su «objetivo de siempre: la ruptura de España».
El catedrático de Economía y ex presidente del Foro Ermua, Mikel Buesa, también arremetió contra la política antiterrorista del Ejecutivo socialista y contra la decisión del Tribunal Constitucional de permitir que Bildu concurriera en las elecciones del 22-M. Buesa señaló que tras la ilegalización de Batasuna, en 2003, en la sociedad vasca los índices de apoyo a la banda disminuyeron notablemente.
«La debilidad operativa, logística, política y económica de ETA y la tregua declarada en septiembre de 2010», dijo Buesa, «expresan ese repliegue con el que pretende reordenar sus fuerzas. El objetivo inmediato de la tregua no ha sido otro que el de participar en el 22-M». Entonces, preguntó el catedrático al terminar su intervención, «¿por qué se plantea la cuestión de la reconciliación cuando ETA todavía está en activo?».
Pues nada, ya tienen el caramelo en la boca, ahora resulta que, para ser la capital cultural, hay que apostar por la paz, esto ya es el colmo, ya ni para esto hay rigor, impera la política y el amiguismo,
ResponderEliminarPor lo demás, vemos varias perlas de estos de siempre, ya que como véis ahora van de modositos, y no saben como llamar a sus asesinatos.