lunes, 2 de mayo de 2011

Osama ha muerto...¿otra vez?



13:28 (02-05-2011) | La Gaceta

Tarde o temprano, Osama tenía que morir.

Era el 'malo' perfecto, como salido de la pluma de Ian Fleming, un misterioso villano que estaba en todas partes y en ninguna, una Pimpinela Escarlata del siglo XXI y cuya firma siniestra se encontraba en cuantas masacres terroristas sacudían al mundo, desde el espectacular 11-S en Nueva York hasta Bombay, pasando por Madrid, Londres y Bali, y que quería someternos a una teocracia mundial y poner un burqa en cada feminista occidental. La bruja, al fin, ha muerto, ¿ding, dong?

Si todas las informaciones de la operación son ciertas y precisas, la chapuza norteamericana es de nota. Veamos: el hombre más buscado del mundo, un enfermo que requiere diálisis diaria, cuya captura ha justificado una guerra e invasión directa con un coste en dinero de más de un billón de dólares (y contando) aún en curso y otra de rebote; perseguido por la única superpotencia del planeta y sus poderosos aliados, con lo más sofisticado en tecnología -recuerden: en un mundo en el que cualquier pelanas puede cartografiar la tierra con Google Earth desde su apartamento-, un presupuesto militar que supera la suma de todos los demás países y una veintena de organismos de inteligencia, tarda en hallarse más de una década y no se ha podido capturar vivo. ¿He dicho ya que Osama es un antiguo operativo de la CIA que, por tanto, tenía abundantes datos personales sobre él y sus colaboradores?

Llámenme conspiranoico, pero mi reacción inicial es de franco escepticismo. La culpa no es enteramente mía, ni se debe a una tendencia natural a la incredulidad. Pero es que aquello de que la primera baja en cualquier guerra es la verdad va a misa, y las autoridades norteamericanas no han hecho precisamente mucho para debilitar mi escepticismo. Ahí están las famosas armas de destrucción masiva, el rescate de la Sargento Lynch, la muerte de Pat Tillman y muchas otras manipulaciones notorias. ¿Recuerdan el detallado plano de las 'cuevas de alta tecnología' que publicamos fielmente todos los periódicos y desde las que supuestamente Osama dirigía su red del terror en las montañas de Tora Bora? Los americanos, al fin, ocuparon todo Afganistán y, no hay que decirlo, no había tales cuevas. Nada, ni un ventilador en una gruta.

Entiéndanme, no pongo necesariamente en duda la operación, aunque haya sido tan políticamente conveniente, incluyendo un Bin Laden que ya nunca podrá dar la versión de los hechos o poner en un aprieto a los americanos. Tener por ahí suelto al 'malo de los malos' ha favorecido indudablemente a los norteamericanos, que han sido capaces de aplicar medidas y ejecutar políticas que hubieran sido difíciles de asumir por el sistema norteamericano y la comunidad internacional sin la justificación de la latente amenaza terrorista internacional y, muy especialmente, de la liderada por Osama.

Pero no podía mantenerse indefinidamente. Tarde o temprano, Osama tenía que morir. ¿Y qué mejor momento que éste, cuando el 'fuego sagrado' encendido el 11-S empieza a entibiarse; cuando el presidente norteamericano, llegado a la Casa Blanca en loor de multitudes, experimenta sus horas más bajas a un año de las presidenciales, qué mejor trofeo para presentar ante los votantes? ¿Y qué mejor lugar que Pakistán, un teórico aliado de Washington que ha sido padrino de los talibanes, cuyo territorio ha sido repetidamente violado por las tropas norteamericanas y que empieza a ponerle las peras al cuarto al coloso americano?
La muerte oficial de Bin Laden cumple un papel fundamental en la psique internacional. Cierra un periodo traumático, marca un hito en la malhadada Guerra Mundial contra el Terror.

Es una buena noticia en medio de tantas invasiones eternizadas y objetivos inalcanzables. El mundo ha respirado y se abre la oportunidad de replantear toda la estrategia mundial en la lucha contra un terrorismo internacional que ya no tiene cabeza visible.

¿Y la verdad? Como las llaves: en el fondo del mar.

1 comentario:

  1. Eso, muy buen eitorial. Ahora quien sabe, igual a muerto otra vez, ya se sabe las manipulaciones afectan más a unos que a otros.

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