sábado, 2 de abril de 2011

Rubalcaba usa la Moncloa para decir que Aznar tiene «las tripas atascadas»


C. REMÍREZ DE GANUZA / Madrid/ El Mundo

«Aznar tiene las tripas atascadas». Semejantes palabras fueron pronunciadas ayer muy lejos de los mítines y del fragor de una campaña de barrio. Salieron de boca del vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, y de la portavocía oficial del Consejo de Ministros. Ésta es la plataforma que el dirigente socialista usó para arremeter, sin más argumentos, contra el ex presidente del Gobierno popular, por haber comparado los «atajos» socialistas del GAL y de la negociación en su política contra ETA.

Y es que si Zapatero tiene a Rubalcaba, Rajoy vuelve a tener a Aznar. El ex presidente del Gobierno reapareció ayer en la precampaña del PP de Madrid para enardecer a los suyos y demostrar que la derecha, como la izquierda, también tiene su agitprop.

Bastaba sólo con enfocar las caras de entusiasmo de los jóvenes concentrados en un moderno pabellón de Torrejón de Ardoz para saber que el fogoso escudero de Zapatero acababa de reencontrar en Aznar un espejo mucho más fiel que el del siempre discreto Rajoy.

Zapatero embustero Nada mejor que la publicación de las actas del etarra Thierry podía despertar el verbo contundente de uno de los profetas de la «derrota» de ETA y de la defensa de la Ley de Partidos. Y nada como el «orgullo» declarado por Rubalcaba el pasado martes en el Congreso por la pasada negociación con la banda para provocar una reacción en Aznar.

«Unos pueden considerar un acierto organizar la guerra sucia y aquello que se llamó el GAL, y hay ahora quien considera otro acierto engañar a los españoles y sentarse a negociar con una organización terrorista y hacer que el Estado pague un precio», dijo el actual presidente de honor del PP, antes de sentenciar en alusión a Rubalcaba: «Pues si esos consideran esas cosas un acierto, ¡da miedo pensar qué es lo que considera esta gente un error!».

Zapatero embustero «¡Y como no quiero una España atenazada por el miedo o el engaño, digo que hay que aplicar la ley, y que sólo con ella se sale adelante!», continuó entre vivos aplausos.

Aznar, que estuvo acompañado en sus críticas al Ejecutivo por la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, y por los propios jóvenes del PP que intervinieron en el acto, culpó al Gobierno de una «deslealtad» masiva: «Al Estado de Derecho; a los jueces y fiscales; a las Fuerzas de Seguridad del Estado; a las fuerzas políticas que firmaron el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo; a las ideas que decían que no se pagaría ningún precio a los terroristas, ni por matar ni por dejar de matar; a todos aquellos que han combatido el terror o que han sufrido el terror; y a las víctimas, que con toda la razón, piden dignidad, y con toda la razón -y yo les apoyo- van a salir a la calle el próximo día 9».

Con esta última alusión, el ex presidente cumplía con su más específica función, la de agitprop de una convocatoria que fue formalmente apoyada en su día por el PP sin especial entusiasmo, pero a la que, a día de hoy, y tras la publicación de las actas de ETA, ya han confirmado su asistencia a este diario casi todos los miembros del Comité de Dirección nacional del partido. Claro que ni Aznar -que ese día recoge un premio en Nueva York- ni Rajoy -que mantiene su agenda en Ponferrada, salvo sorpresa de última hora- estarán presentes.

La presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, se adelantó a Aznar en comparar la guerra sucia y la negociación. «Hace años cometieron el error del GAL, que también fue un crimen, y ahora nos estamos enterando de que también se pusieron el Estado por montera», dijo. «Porque lo del faisán es una vergüenza y debió hacer caer no sólo al ministro sino a todo el Gobierno», concluyó, al grito de un público que pedía: «¡Zapatero, dimisión!».

Pero en el aplausómetro del acto hubo un telonero que rivalizó con los dos: Pablo Casado, presidente de Nuevas Generaciones de Madrid y, desde hace unos meses, también vocal asesor de Aznar en Faes. «Echamos en falta el tiempo en que a los terroristas se les derrotaba, sin atajos, con la ley. Ahora, tenemos un Gobierno que excarcela a De Juana Chaos, que da chivatazos y que se dice orgulloso». «¿Orgulloso de qué?», preguntaba, en alusión a Rubalcaba: «¿De decir a los padres de Miguel Ángel Blanco que ha muerto en balde? ¡Señor Rubalcaba: estamos absolutamente orgullosos de no ser como usted y lo que queremos es que se vaya, que se vaya!», exclamó entre aplausos.

OORBYT.es

>Vea hoy cómo Rubalcaba utiliza La Moncloa para atacar a un ex presidente, por Vicente Lozano.

ANÁLISIS
MARISA CRUZ

Nada entre dos platos

La nueva política de comunicación, ésa que pretendía Zapatero potenciar con el cambio de Gobierno que llevó a cabo en octubre, brilla por su ausencia. ¡Y eso que para ejercer de timonel puso a Rubalcaba, un malabarista de las palabras!

El vicepresidente prometió sus nuevos cargos con buena disposición y mejores propósitos. La prensa se felicitó porque esperaba tener información, poder hacer preguntas y, sobre todo, obtener respuestas. Nos equivocamos.

Rubalcaba, la voz del Gobierno, es algo así como la nada entre dos platos, o lo que es lo mismo, a juzgar por el significado que la expresión tiene según el María Moliner, es la falta de resultados apreciables más absoluta.

El portavoz acostumbra a despejar las cuestiones con frases del siguiente tenor: «No tengo nada que decir», «sobre eso ya me pronuncié», «no hay nada que añadir», «hoy no toca», «se responde por sí solo». En definitiva, el vacío infinito con toque de sarcasmo.

Únicamente, en las contadas ocasiones en las que los periodistas aceptan sacar el señuelo del PP, acepta del tirón hacer valoraciones ¿Por qué será?

Ayer mismo, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la única pregunta que obtuvo respuesta fue la que hacía referencia a unas palabras del ex presidente Aznar en las que comparaba los manejos del caso GAL con los del Faisán. Rubalcaba amagó con resistirse, pero no pudo. Echó mano de la cita escatológica, algo que desde su reciente enfermedad usa con cierta frecuencia, para ofrecer una frase de diseño: «No hay más que escucharle para saber qué le pasa por la cabeza o por las tripas, que es un sitio mucho peor para tener las cosas atascadas».

Por el contrario, cualquier intento de lograr aclaraciones sobre las actas de ETA, los informes de sus asambleas, sus propósitos, el futuro del Pacto Antiterrorista..., chocaron contra el muro del no.

¡Para esto han quedado los Consejos de Ministros!

1 comentario:

  1. «No hay más que escucharle para saber qué le pasa por la cabeza o por las tripas, que es un sitio mucho peor para tener las cosas atascadas».
    Pues aplíquese el cuento, ya que aparentemente las suyas tampoco deben de estar también, sobre todo por la mala digestión de cierta ave.
    No nos merecemos un gobierno que nos mienta (palabras dichas por rubalcaba)

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