viernes, 25 de febrero de 2011

Aznar apuesta por la democracia en el norte de África


CARMEN REMÍREZ DE GANUZA / Madrid/ El Mundo

Advierte de que el fundamentalismo islámico intentará aprovechar la situación

Zapatero embustero

La voz del ex presidente del Gobierno José María Aznar volvió a sonar, ayer desde España, en medio de una nueva crisis internacional, para apostar por la democracia en el norte de África y advertir, al mismo tiempo, del peligro que supone el fundamentalismo islámico.

Lo hizo en un hotel de Madrid, donde actuó como prologuista y presentador del libro del que fuera su embajador en Estados Unidos Javier Rupérez, Memoria de Washington. Embajador de España en la capital del imperio (La Esfera de los Libros). Un libro de testimonio literario y gráfico que viene a reivindicar a las claras la etapa diplomática más discutida de los recientes gobiernos democráticos, presidida por las relaciones privilegiadas con la Administración Bush y la intervención en Irak, y que convocó ayer a numerosos políticos populares, entre ellos, el ex ministro de Exteriores Josep Piqué.

La palabra Irak no fue pronunciada. Tampoco la palabra intervención, pese a que el autor se pronunció en una entrevista con Gestiona Radio a favor de poner «sobre el tapete» la posibilidad de «una intervención militar con carácter humanitario en Libia». El presidente de Faes, cada día más aferrado a la corrección política, abordó no obstante la crisis del norte de África como prueba de «razón» para su propia política exterior, y se mostró tan indubitadamente en contra de Gadafi como del peligro islamista.

«La democracia liberal como modelo político no tiene alternativa seria», empezó por decir. Tras saludar las «tecnologías de la información» como instrumento de cambio político, Aznar sentenció el «hartazgo de las poblaciones» de Oriente Medio y el norte de África con «las autocracias», se felicitó de la «esperanza» generada y alertó de los «riesgos».

«Sería ingenuo pensar», afirmó, «que el fundamentalismo islámico, que pretende una teocracia global, no intente aprovechar esta situación. Por eso nuestro compromiso debe ser siempre de apoyo a la democracia y a quienes luchan todos los días por hacerla posible».

Según el ex presidente del Gobierno, «lo que estamos viendo en el norte de África da la razón a quienes pensamos que la libertad es para todos, y que no hay excepciones culturales al ansia universal de libertad, que la alternativa no puede ser entre autocracia corrupta o teocracia totalitaria».

A renglón seguido, Aznar apostó por la continuidad de Estados Unidos en «el liderazgo del mundo» y por la «oportunidad» para que ese país y una «Europa atlántica» trabajen «juntos» por la democracia en el norte de África.

Claro que, pese a su moderación, Aznar no renunció ayer a dedicar a Zapatero su crítica más ácida hacia su política exterior. Dijo que «el radicalismo ideológico, aplicado con una buena dosis de adanismo frívolo, nos ha llevado a donde estamos». A saber: una situación en la que «Europa nos mira con recelo y perplejidad, como un riesgo sistémico».

Y, en este sentido, le reprochó su «irrefrenable fascinación por los peores regímenes y los autócratas más extravagantes»; «el aval prestado a la dictadura cubana»; «la renuncia a la posición adquirida por España en la UE y el desistimiento en la negociación de los fondos europeos», y «la crisis, en términos de fiabilidad y cooperación, a la que se llevaron las relaciones con EEUU».

En esta misma línea abundó Javier Rupérez al afirmar que «la suma de la previsibilidad y la credibilidad» fueron las bases de «la profunda confianza que Aznar construyó» entre España y EEUU, y que sufrió una «caída brutal» cuando Zapatero la «destruyó en cinco minutos», con la retirada de las tropas. «No fue la retirada», argumentó, «sino la manera en que se produjo».


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