jueves, 8 de julio de 2010

"Cuando en la España de Zapatero llaman a la puerta no es el lechero, sino las lecheras de la Policía"



V.V.

La derecha mediática se afana hoy en respaldar la versión del PP sobre la detención del presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, acusando directamente al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de haber organizado la operación sin contar con el Poder Judicial sin entrar, eso sí, a valorar los posibles delitos que ha cometido el dirigente popular. Las famosas palabras de Churchill sobre la llamada del lechero parecen ser las más recurrentes para advertir de que, según la versión de los conservadores, se está violando el Estado de Derecho. "Cuando en la España de Zapatero y Rubalcaba llaman a la puerta a primera hora de la mañana no es el lechero, sino las lecheras de la policía con un despliegue espectacular y cinematográfico para detener a personas sin citación ni imputación judicial, pisando garantías constitucionales", resume el ultraderechista La Gaceta en su editorial.

El mismo tono se mantiene también en el suelto de Carlos Dávila, que apunta que “esto está a medias entre la Stasi de los comunistas de Alemania Oriental, la dictadura de Ceausescu (…), y la Cuba de Fidel en la que el Ministerio Público es el privado del dictador”. “Los súbditos de aquello regímenes tenían más suerte que nosotros: al menos sabían que vivían en una tiranía sin derechos”, afirma el director del periódico del Grupo Intereconomía.

"Propaganda" y "suplantación de la Justicia"
Su editorial sigue también insistiendo en la idea de los totalitarismos, y asegura que Rubalcaba ha utilizado “dos armas añejas” de este tipo de regímenes: la “propaganda mediática y la suplantación de la Justicia, para poner contra las cuerdas a un personaje del principal partido de la oposición, cruzando así una línea roja del Estado de Derecho”. Según el periódico, la “propaganda” consistió en “un despliegue exagerado y a todas luces innecesario”, mientras que la “suplantación de la Justicia” parte de que el propio Rubalcaba habría ordenado, concebido y ejecutado la operación.

"Uso torticero y sesgado del poder"
El lechero de Churchill vuelve a aparecer en un artículo de Ignacio Camacho en el que destaca que “lo inquietante” de estas llamadas “es que suele tratarse de viviendas de miembros de la oposición, a los que con pruebas o sin ellas, con o sin indicios, se somete a trato policial vejatorio”. A su juicio, no es importante si Ripoll cometió o no delitos, sino que “lo que importa es la posibilidad de que un ciudadano acaso inocente haya sufrido una irreparable y prejuiciosa condena de hecho ante la opinión pública” y que “el fiscal Anticorrupción y la policía hayan podido participar en una operación irregular que compromete las garantías de un sistema en cuya protección confiamos”. “Estamos ante la repugnante, palmaria, viscosa, persistente impresión de un uso torticero y sesgado del poder al servicio de designios políticos de parte del Gobierno”.

Explicar o dimitir
Más allá va el diario El Mundo, que pide directamente la dimisión de Rubalcaba si no da explicaciones de lo sucedido, algo que ni siquiera ha llegado a plantear todavía el PP. Según el rotativo de Pedro J. Ramírez, “es totalmente improcedente en un Estado de Derecho” que se haga una “detención sin orden judicial, respaldada por una versión policial falaz y manipuladora”. “La insólita actuación policial y su propia conducta obligan a Pérez Rubalcaba a comparece en el Congreso para dar explicaciones convincentes. Si no es capaz de hacerlo, hay motivos para que el PP pida su dimisión porque en una democracia no cabe que la Policía pueda actuar al margen del poder judicial para dañar al principal partido de la oposición”, sentencia el texto.

"Lo más alarmante no es el fondo, sino la forma"
La Razón también editorializa sobre el tema y apunta que “lo más alarmante del caso no es tanto el fondo como la forma, que sólo puede calificarse como chapucera”. “Nos encontramos ante una situación de caos y de desorden que provocan una sensación de desconfianza ante la Justicia y la Policía en la que tanto Ripoll como el resto de los detenidos son los principales perjudicados”, subraya el rotativo, que insiste en que no parece “casual” que la detención se haya producido “apenas una semana antes del Debate sobre el Estado de la Nación”, lo que lleva a pensar que se trata de “una maniobra para distraer la atención” ante esta cita.

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