ÓSCAR CORNEJO / JAUME COLLBONI / El Mundo
Collboni, diputado del Partido Socialista en el Parlament y jefe de campaña de José Montilla, se casa hoy con el artífice de 'Aquí hay tomate' y 'La Noria'. El alcalde de Barcelona celebrará la ceremonia. Imaginen la variopinta lista de invitados
ANNA R. ALÓS
El PSC se vestirá de fiesta para una ceremonia civil oficiada por el alcalde Jordi Hereu a mediodía en el Saló de Cent del Ayuntamiento catalán, un espacio imponente con paredes de piedra y tronos de caoba para el rey de las audiencias y el mago del márketing político.
SEDUCTOR
Se espera un tsunami de proporciones inconmensurables que eclipsará sin duda la ola gigante más freak de los últimos tiempos, la de Karmele Marchante y sus neoaspiraciones artísticas. Por imaginar, y sin la lista de invitados delante, sería interesante escuchar una conversación entre el granhermano Kiko Hernández y Nuria de Gispert, la brillante presidenta del Parlament. Opinión versus criterio y un final que supera cualquier expectativa por insólita e inesperada.
Quizás Belén Esteban, desde su osadía de barrio, pregunte a Montilla si los rumores acerca de su separación matrimonial son ciertos. Puede incluso que le diga: «si los de la prensa le acosan, usted me llama y le explico cómo hacer, president, que mi amiga la Mariví y yo, de esto hemos hecho un master». Y Mila Ximénez, cerca, quizás pueda constatar las grandes e insospechadas dotes de seductor del que fue presidente por victoria pírrica. Porque Montilla, a distancia corta, seduce al sonreír. En el PSC las señoras lo saben.
La fiesta se celebra frente al mar, en el Hotel W, el mismo que fue testigo de las primeras citas de Shakira y Piqué. En la ciudad se especula con ello desde hace días, y en más de una ocasión hemos oído «¿vas a la boda del sábado?» O, «¿qué te pondrás el sábado?». Resulta un tanto complejo imaginar la melange estética entre los amigos del novio, los del PSC, y los del otro novio, los de la farándula.
Hay que situarse, pues mientras en Barcelona el color escasea en la indumentaria, en Madrid el brillo a menudo manda. Por no citar ese tercer botón tan popular en las chaquetas de los políticos catalanes de izquierdas y las corbatas del mismo color de la camisa, discreta, en contraposición con las chaquetas cruzadas del centro. En este sentido, acaso en este enlace se borre del panorama una duda tópica: «Y tú, ¿de qué lado vienes?»
Luego está la situación durante el ágape. ¿Se sentará José Montilla junto a Belén Esteban? ¿Compartirán brindis Carme Chacón y Kiko Matamoros? En la escenografía de diseño del W, gran parte de la clase política catalana departirá con otra clase, la de cloaca televisiva que pelea a muerte por la audiencia, cierta audiencia, entre consomés, cócteles de gambas y filetes.
Seguramente encontrarán temas de conversación, aunque en algún momento sean recurrentes. A Pilar Rahola la podemos imaginar luciendo un traje de tafetán semi-rígido, ceñido y de color potente, que la ex líder republicana es poco catalana en eso y lo suyo es siempre entrada triunfal de escote y tono ácido, y a María Antonia Iglesias, chal en ristre, mirar de reojo a Rosa Benito mientras piensa «y ésta, a mí de qué me suena». Todo será si les dejan saltarse por una noche La Noria, a ellas y a Jordi González, uno de los alter ego en plantilla y con nómina del productor junto a Jorge Javier Vázquez, el amigo de Badalona que presentó con valor de periodista de alcachofa, género para el que más valor se necesita, aquel Tomate tan cuestionado, y más tarde, tras pasar por Gran Hermano y otros, volvió al redil con Sálvame, para afianzar a los profesionales puestos a famosos, y a hacer de los sinoficio unos profesionales...
Amor a un lado, de lo que no hay duda es de que se casan eficiencia y estrategia. Un novio ha conseguido que sus programas estén en boca de un país entero -medio los adoran y la otra mitad los defenestran- y el otro ocupa un escaño en el Parlament en una legislatura que se presenta de lo más apasionante. Si hay que dejarse llevar por la evidencia y la lógica, esto huele a pareja mediática.
Era difícil presagiar que un chico de Tarragona, hijo de un inmigrante andaluz y próspero empresario, decidiría encerrar su diplomatura de Derecho en el fondo de un cajón para lanzarse a un becariado de la producción visual. Todo comenzó cuando Óscar Cornejo era un estudiante brillante que formaba parte de la comisión de cultura de su facultad y organizó un concurso de oradores con el que movilizó a todos los cursos. Ahí descubrió que las leyes que realmente le interesaban eran las de la producción. Terminó la carrera, en la que coincidió con la actual Ministra de Defensa, y con la toga aún fresca se lanzó a un camino de paradas y fondas, con un curso puente de Periodismo.
CAJA REGISTRADORA
Desde el sonado Aquí hay tomate, el programa televisivo que más demandas acumuló, pasando por Hormigas blancas hasta llegar a los actuales Sálvame y derivados y La Noria, la caja registradora no ha parado.
Con Sálvame ha dado con la fórmula soñada, máxima audiencia con los mínimos costes. Un secreto al aire ha sido convertir a sus asalariados en los personajes del programa con la consiguiente reducción crematística en el escandallo. Si hasta ahora Karmele Marchante, Mila Ximénez y Lidia Lozano eran periodistas famosas, ahora son famosas periodistas. Aunque su vida privada interese menos que nada, Cornejo se lo monta de cine para evitar el zapping.
Otro secreto, que sus neofamosos puedan comer, beber y enviar sms en directo. Será porque gestos tan prosaicos los humanizan y acercan a su audiencia.
La de Jaume Collboni es una carrera menos llamativa, aunque no ha hecho más que empezar. Este joven guapo y algo tímido se dio a conocer el año pasado, cuando José Zaragoza le cedió el testigo para que fuese el jefe de campaña de José Montilla. Las cosas no le fueron bien. Collboni metió la pata en una entrevista en la que pidió a Zapatero que no se acercase por Cataluña. Tras ese patinazo, pasó a un segundo plano en una campaña que fracasó: Montilla obtuvo el peor resultado de la historia del PSC.
Pero nadie culpa a Collboni, las cosas ya venían mal dadas para los socialistas. Este joven se ganó un escaño en el Parlament y es ahora una de las promesas de la política catalana y también uno de los diputados más atractivos físicamente. Su popularidad alcanza igualmente a hombres y a mujeres.
La fusión de mundos ya dio una sorpresa en su momento a la audiencia de La Noria, cuando en el sillón de las respuestas se acomodó Montilla. La perplejidad se sirvió en bandeja, un político de galones se sometía a la curiosidad masiva y mostraba su lado más humano. Todo tiene su explicación y nada sucede por casualidad.
En la red aparece la lista de bodas de la pareja, que de acuerdo a lo visto después de bucear por www.domesticoshop.com se la intuye como un tándem de diseño modernoso, entre ikeoso y líneas nórdicas, forma y función inteligibles para una mayoría en coherencia con la ideología del productor. Y para más coherencia aún, entre los objetos hemos descubierto la Attila Gold, una mesita auxiliar cuyo pie es un enanito que soporta el sobre. Así pues, a la forma y función se añade el punto freak. Todo cuadra en un productor capaz de crear personajes de la nada. Véase, si no, a Raquel Bollo, famosa por haber sido maltratada, o a las novias de los de Ubrique, como Beatriz Trapote, la escritora que no escribía. Mucho es lo que parece valer en sus programas. Lidia Lozano resucitó a la hija de Romina Power y Al Bano, Belén Esteban abandona el plató con morros cuando se enoja, el propio presentador, Jorge Javier Vázquez, se enfada con sus subalternos con las tablas que le sobran.
VICTORIA DE CORNEJO
No hay límites en este género que se pasa de rosa sin llegar al amarillo, y que va necesitando un color que lo defina. El caso es que, sin color o con él, Jorge Javier se llevó a casa un Ondas que el periodista Carles Francino, catalán también, se negó a entregar. Todos parecieron coherentes, a no ser porque Francino reparte dogma en las filas socialistas de la información, se supone que las más plurales, como las de un novio de esta boda.
Aunque también podría leerse como una súper victoria para Cornejo, que nunca consiguió que CIU le abriera las puertas, por lo que nunca pudo ser profeta en su tierra. Su último y claustrofóbico invento, La Caja, parece destinado a defenestrar una profesión, la Psicología, solucionando fobias ajenas. Un despropósito para muchos. Lo que quizás no sepan es que el ejercicio requiere mantenimiento, y una vez puesto el caramelo en la boca, con el diagnóstico entre los dientes, deberán seguir con el tratamiento en selfservice. No parece haber límites para estos fabricantes de sueños hiperrealistas.
Un periodista, ex pareja de Cornejo, comenta a LOC la situación de Cornejo a finales de los 90, cuando cámara al hombro el ahora exitoso productor iba en busca de un glamour del que sólo había escuchado rumores: «A la prensa llegó con buena escuela académica, pero le faltaban relaciones. Pero él no tenía tiempo para profundizar en eso, solo quería obtener producto rápido, calcular costos y adelante. Ya apuntaba muy buenas maneras de ejecutivo de medios, era listo, muy listo, sabía siempre a quién tenía que acercarse». Alguien se dio cuenta en Telecinco y así se llegó al primer programa que por su descaro reventó audiencias, Aquí hay tomate. Resulta paradójico, si no más, que la cadena que acabó con el polémico programa de forma salomónica, comparta hoy accionariado con Cornejo y su socio, el zamorano Adrián Madrid. El sobrenombre gaylusconi con el que muchos le llaman no es en ningún modo gratuito. Lo que comenzó con cámara al hombro, puede terminar en un canal propio de televisión. Sálvese quien pueda.
La farándula y la política en el psc, se unen. Pues que sea enhorabuena.
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