sábado, 30 de octubre de 2010

Fundadores de Batasuna rechazan la violencia sin condenar a la banda


MIGUEL M. ARIZTEGI / Alsasua

El PP amenaza con romper con el PSE si mantiene contactos con los radicales

Zapatero embustero

La izquierda abertzale eligió esta vez la localidad navarra de Alsasua para dar un paso más en su estrategia de homologación democrática. Ayer fue el turno de los dirigentes más veteranos, aquéllos que participaron en 1977 en la construcción de Herri Batasuna. El discurso insistió en su afán por impulsar «un proyecto político democrático por vías exclusivamente pacíficas» y fue algo más allá al expresar su «rechazo» al uso de la violencia, pero ni mencionó a ETA ni repudió su «lucha» de las últimas décadas.Sigue en página 4

Zapatero embustero

Como siempre, la escenografía de la cita estaba plagada de simbolismo. Fue en Alsasua -localidad navarra cercana al centro geográfico de Euskal Herria- donde se forjó durante la Transición la alianza de grupúsculos abertzales que desembocó en Herri Batasuna, y pretenden que sea en Alsasua, 33 años después, donde surja otra entente nacionalista que supere otro desafío histórico para sus militantes: la posibilidad de presentarse de nuevo a las elecciones municipales y forales de la próxima primavera.

Txomin Ziluaga en castellano y Arantza Arruti en euskara, acompañados por otras 12 caras conocidas de lo que denominaron «organizaciones políticas de carácter abertzale, progresista y de izquierda», leyeron un manifiesto que llamaba a una «alianza» entre fuerzas de izquierdas y soberanistas.

Zapatero embustero

El nuevo proyecto político se fundamentará en «las vías exclusivamente pacíficas y políticas, y en el rechazo a la violencia para el logro de objetivos políticos», afirmación que permitiría a la nueva marca superar los filtros que impone la legislación española para evitar que los terroristas o quienes los apoyan puedan concurrir a las elecciones, según sus propios cálculos.

El rechazo a la violencia se daría «en su seno o fuera del mismo». Una referencia velada a ETA, a la que los comparecientes no mencionaron ayer ni de refilón. Su «rechazo» a la violencia fue genérico: ni se dirigieron a la banda terrorista ni pidieron su disolución. Como suele ser habitual en sus comparecencias, tampoco aceptaron preguntas de los periodistas.

Su «rechazo» a la violencia es un recurso que evita la «condena» del terrorismo, tal y como demostraron los tres ediles no adscritos de ANV en un pleno municipal en Alsasua el pasado mes de junio, cuando consiguieron cambiar la «condena» por el «rechazo» al ataque contra el coche de dos concejales del Ayuntamiento. Como el Pleno accedió al cambio, votaron a favor de la moción y fue aprobada por unanimidad. «No utilizamos esa palabra en análisis políticos por el circo mediático que hay a su alrededor», señaló entonces el edil Juanjo Goikoetxea.

Sea «rechazo» y no «condena» la fórmula finalmente elegida por la izquierda abertzale, los ayer presentes se esforzaron en revestir de importancia la convocatoria: sobre un fondo blanco, con el lema Gora ezker abertzalea! (¡Viva la izquierda abertzale!) y la única decoración de círculos rojos formando la figura de Euskal Herria con Pamplona como capital, los portavoces quisieron imprimir un carácter histórico a la comparecencia.

Citaron a Franco, hablaron de un nuevo «ciclo histórico», pidieron el «reconocimiento nacional y respeto a la voluntad popular democráticamente expresada por los hombres y mujeres de Euskal Herria»; recalcaron la «necesidad, hoy también», de formar un nuevo proyecto político e insistieron en su vieja idea de «soberanía y socialismo», tan parecido al leitmotiv de ETA «independentzia eta sozialismoa».

Zapatero embustero

Con todo, también admitieron que el nuevo proyecto debe estar «comprometido con un escenario de paz y respeto a todos los derechos, e involucrado en la dinamización de un proceso de diálogo y negociación hacia el logro de un acuerdo político que resuelva democráticamente el conflicto, vacíe las cárceles e instale un escenario de respeto a todos los derechos individuales y colectivos».

Es la apuesta de los militantes más veteranos, que ayer comparecieron ante los medios sin una sola cara actual de la primera línea de la autodenominada izquierda abertzale.

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