jueves, 17 de diciembre de 2009

Cara y cruz


Cara y cruz
17 de Diciembre de 2009 - 11:35:37 - Luis del Pino

Ayer conocíamos dos noticias que representan la cara y la cruz judiciales de las investigaciones del 11-M. Por un lado, el periódico El Mundo desvelaba las declaraciones en sede judicial de Alfonso Vega, en el marco de la querella presentada por la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M contra el ex-jefe de los Tedax, Sánchez Manzano.

El que fuera jefe de la pericia de explosivos durante el juicio del 11-M, declaró que la presencia de dibutil-ftalato en los análisis realizados a las muestras de los trenes no es un argumento que permita afirmar que el explosivo utilizado fuera Goma2-ECO. La razón es que el dibutil-ftalato es un componente muy común, que aparece en numerosos materiales utilizados en los propios trenes, como plásticos o pinturas.

Este detalle, en apariencia muy técnico, tiene mucha más importancia de lo que a primera vista parece, porque toda la sentencia del 11-M está construida en torno a la suposición de que en los trenes se utilizó Goma2-ECO. ¿Y cómo concluyeron los jueces que había estallado Goma2-ECO, si en los análisis aparecieron varios componentes (como por ejemplo el DNT o la nitroglicerina) que no forman parte de ese tipo de dinamita? Pues precisamente recurriendo al dibutil-ftalato. Como en los análisis apareció dibutil-ftalato y éste forma parte de la composición de la Goma2-ECO (pero no de otras dinamitas, como el Titadyn), Gómez Bermúdez concluyó que en los trenes se usó Goma2-ECO.

Pero, de acuerdo con las nuevas declaraciones de Alfonso Vega, ese dibutil-ftalato que apareció en los análisis podría provenir de cualquier sitio, con lo que todo el argumento se viene abajo. Lo único que nos queda de aquella malhadada pericial de explosivos es, por tanto, el hecho de que aparecieron varios componentes que NO forman parte de la Goma2-ECO.

Por tanto, si damos por buenas las muestras de los trenes que llegaron al juicio (lo cual requiere, por cierto, mucha buena fe), en los trenes tuvo que estallar algún otro tipo de explosivo, como por ejemplo Titadyn.

Lo más irónico es que hemos conocido esas nuevas declaraciones de Alfonso Vega el mismo día en que la Audiencia Nacional rechazaba, por enésima vez, la petición de reapertura del sumario del 11-M, formulada por la familia Moris y a la que se había adherido la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M.

La petición de reapertura se basaba, precisamente, en que seguimos sin conocer el arma del crimen utilizada para cometer el atentado. Y la Audiencia Nacional (ese órgano político que simula impartir Justicia, cuando lo que en realidad hace es controlar todos aquellos casos que puedan incomodar a la casta política) contesta a la petición diciendo que ésta es extemporánea e improcedente.

En realidad, la situación está bastante clara: nadie va a mover un dedo, desde los partidos o las altas instituciones del Estado, para aclarar el atentado del 11-M. La Audiencia Nacional ha cumplido eficazmente, en estos cinco años, su papel de tapón, enfangando el terreno de juego y procurando dilatar al máximo los procedimientos para que las propias víctimas de la masacre no pudieran impulsar ningún tipo de investigación real. Mientras tanto, todos los partidos miran hacia otro lado, y lo único que queda es un par de medios de comunicación empeñados en continuar haciendo preguntas molestas. Y una opinión pública que es perfectamente consciente de que la han engañado (aunque, por supuesto, “hay gente pa to”).

Si cabe alguna esperanza, ésa es que los procedimientos judiciales en instancias ordinarias puedan servir para algo. Aunque, por supuesto, el riesgo existe de que, de nuevo, los procedimientos se dilaten y nos vuelvan a enredar en el juego de albergar falsas esperanzas que luego, finalmente, queden en nada. Lo cual no es nada improbable, por cierto.

¿Pero acaso hay alguna otra alternativa? La verdad es que no muchas. Tal vez confiar en que un cambio político permita desbloquear la situación, al desaparecer de escena los “protectores” en los que algunos confían para seguir manteniendo su silencio. O esperar, por ejemplo, que alguien pueda decidir, en un momento determinado, que está harto de callarse. O dejar que la crisis del sistema induzca los ajustes de cuentas oportunos entre esos sectores que tan precario equilibrio alcanzaron después del 11-M.

Si quieren mi opinión, la crisis de legitimidad del actual sistema (de la que el miserable papel desempeñado por la Audiencia Nacional no es más que un ejemplo menor) terminará provocando una catarsis.
Aunque, como ya saben ustedes, yo soy un optimista patológico.

1 comentario:

  1. Lo último que se pierde dicen que es la esperanza, pero con este sistema político judicial que tenemos, me parece que estamos arreglados, los jueces o marionetas, dirán y harán lo que el poder político le interese en cada momento.Porque es comprensible, como van a decir lo contrario, para que se sepa toda la mierda de las cloacas...

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