El extraño viaje (II)
Colaboraciones - 11-M
Escrito por Lucía Velasco
lunes, 22 de junio de 2009
Cómo se robó la dinamita y las contradicciones de El Gitanillo
En el capítulo anterior habíamos analizado las circunstancias en las que realizaron el viaje a Asturias los supuestos terroristas del 11M, así como la falta de preparación del mismo que se refleja en la compra de material en el centro comercial Carrefour a las afueras de Avilés. Todo ello basándonos en el relato de los hechos que hace Bermúdez en la Sentencia emitida por la Audiencia Nacional. Ahora nos vamos a centrar en cómo se realizó la operación del robo de los explosivos.
Es extraño que decidieran realizar tan arriesgado viaje en semejantes condiciones. Hasta el fin de semana que nos ocupa, cuenta la versión oficial que Trashorras había enviado a Madrid varias bolsas de deporte llenas de explosivos, utilizando autobuses de la empresa ALSA. Su modo de operar era pagar a jóvenes con deudas pendientes de su entorno en Avilés, para que la llevaran en autobús a Madrid. Eso es lo que nos cuentan, aunque no esté demostrado, ya que ninguno de los que hizo este trabajo vio en ningún momento el contenido de las bolsas y Trashorras siempre ha mantenido que era droga. En el fin de semana que nos ocupa, el modo de operar cambia: ahora eran los terroristas los que viajaban a Asturias a por el explosivo. Esta vez ellos mismos tendrían que hacer el trabajo: subir a la mina y robar la dinamita. ¿Qué fue lo que les hizo cambiar y decidirse a realizar una operación tan arriesgada en un fin de semana como ese? No lo sabemos. Pero si esto ya resulta algo raro, lo realmente increíble es lo que sucedió esa noche. Si leemos con detenimiento los hechos probados de la Sentencia, vemos que esa noche no solo se realizó un viaje a la mina para robar la dinamita, sino tres. Tres viajes, por la noche, con nieve y por carreteras secundarias. Además no se realizaron en un coche sino en tres. ¿Eran necesarios esos tres viajes y los tres coches para llevar a cabo la operación? Veamos.
El relato que hace Bermúdez de los hechos, se basa casi exclusivamente en las declaraciones de Gabriel Montoya Vidal, conocido como El Gitanillo. ¿Permiten sus numerosas declaraciones reconstruir los hechos sin contradicciones? Las cosas sucedieron de la siguiente manera según este testigo:
Como habíamos visto en el anterior capítulo, Jamal Ahmidan, Abdenabi Kounjaa y Mohamed Oulad Akcha llegan a Avilés el 28 de febrero por la tarde en un Volkswagen Golf negro y van a buscar a Trashorras a su casa. Éste y El Chino montan en el Toyota Corolla que tenía Trashorras, y pasan a buscar a El Gitanillo. Se dirigen entonces en un primer viaje, a mina Conchita. Una vez allí Trashorras y El Chino se adentran en la montaña y tras 45 minutos regresan con las manos vacías, aunque antes de irse, El Gitanillo escucha como TRASHORRAS le comenta a Jamal Ahmidan que se acordara de coger las puntas y tornillos que estaban unos 15 metros más adelante, sin embargo no las coge en ese momento. Regresan entonces a Avilés y se dividen: los moritos van a hacer las compras a Carrefour en el Golf y El Gitanillo y Trashorras van a casa de éste en el Toyota Corolla.
Veamos lo que sucedió después. Así relata la Sentencia en base a las declaraciones de El Gitanillo el segundo viaje a la mina:
A continuación, los cuatro, Montoya junto con Jamal Ahmidan, a bordo de un Ford Escort de color blanco y Mohamed Oulad con Kounjaa en el Volkswagen Golf, se encaminaron otra vez a la mina. Antes de llegar, dejaron el Golf en un aparcamiento que hay pasado un puente y siguieron camino los cuatro en el Ford Escort hasta la mina donde se adentraron con las mochilas y bolsas, salvo Montoya que se quedó ocultando el coche tras unos arbustos.
Pasadas varias horas regresaron los tres forasteros con las bolsas y mochilas cargadas y le comentaron a Montoya que se habían perdido y habían tenido que llamar a Emilio El cargamento fue introducido en el Ford y emprendieron el camino de regreso a Avilés.
En el trayecto se cruzaron con SUÁREZ TRASHORRAS que iba en el Toyota Corolla. Este paró el vehículo y subió a Montoya con él. Con esta distribución en los coches se dirigieron al garaje de Emilio en Avilés y allí sacaron los explosivos de las mochilas que iban en el Ford Escort y las pasaron al Volkswagen Golf.
Sentencia de la Audiencia Nacional. HECHOS PROBADOS. Página 198-199.
Resulta curioso que, en su declaración en el juicio, en un primer relato de los acontecimientos sucedidos esa noche, Gabriel no menciona que se hubieran perdido en el segundo viaje y que Trashorras tuvo que ir a buscarles en el Toyota Corolla, es la fiscal la que se lo tiene que recordar y él lo confirma. Es entonces cuando entra en contradicción consigo mismo, ya que minutos antes, le había explicado a la fiscal cómo llegan a Avilés con la primera remesa de explosivos y la introducen en el Toyota que estaba en el garaje.
Está claro que ese coche no podía estar en el garaje cuando llegaron a Avilés si Trashorras lo había utilizado para ir a buscarles. Y para colmo el propio Gabriel relata como él mismo se subió con Trashorras en ese coche para regresar a Avilés.
Sigamos con el tercer viaje. Así lo explica Bermúdez:
Seguidamente volvieron todos, salvo SUÁREZ TRASHORRAS, a la mina por tercera vez y repitieron la operación para regresar cargados al garaje de Emilio SUÁREZ TRASHORRAS desde donde, cerca del mediodía del día 29 de febrero, Jamal Ahmidan, alias el Chino, Mohamed Oulad Akcha y Kounjaa emprendieron el viaje de vuelta a Madrid con los explosivos. El primero iba solo en el vehículo Toyota Corolla y los otros dos en el Volkswagen Golf.
Tras finalizar toda la operación Emilio SUÁREZ TRASHORRAS y Montoya Vidal se fueron a desayunar a un bar conocido como "Casa Tito" y allí se encontraron con una persona, a quien no afecta esta resolución, llamada Rubén Iglesias.
Sentencia de la Audiencia Nacional. HECHOS PROBADOS. Página 199.
Esta vez Bermúdez no entra en detalle sobre cómo se desarrolló este último viaje. No es de extrañar en vista del lío que montó Gabriel en su declaración en el juicio ante la desesperación de la fiscal. Lo que relató en la vista oral es totalmente distinto a lo que declaró en instrucción. A Del Olmo le contó que fueron en el Corolla por tercera vez a la mina, que vuelven con más dinamita robada al garaje de Trashorras, lo meten todo en el Golf y regresan a Madrid utilizando además el Toyota Corolla, conducido por El Chino, como lanzadera. Y, sin embargo, a Bermúdez le cuenta que fueron en el Golf a la mina y que al regresar distribuyeron la dinamita entre el Golf y el Corolla, y que finalmente se marcharon a Madrid hacia las 9 de la mañana.
Merece la pena recordar también lo que sucedió en su primera declaración ante el juez Del Olmo y la fiscal Olga Sánchez el 16 de marzo de 2005: toda la primera parte de la declaración la dedica Gabriel a desmentir lo que había contado ante la Guardia Civil y la Fiscalía de Menores de la Audiencia Nacional. Dice que él no había ido a la mina con Emilio Suárez y con las otras personas. Que un guardia civil, le indicó que declarase que él había ido al monte. Que lo dejaron en casa de Emilio Suárez, y se fueron los tres árabes con Emilio a la Mina. Que es mentira que el estuviese en el coche cuando fueron a buscar los explosivos, que el que estaba en el coche era Emilio. Minutos más tarde, en la misma declaración vuelve a cambiar su versión y a reconocer que sí fue con los árabes a Mina Conchita.
Este episodio sale a relucir en el juicio, en el interrogatorio de la defensa de Suarez Trashorras. Le pregunta Gerardo Turiel a Gabriel Montoya, ante tantas declaraciones contradictorias: ¿Cómo sabemos cuándo nos dice usted la verdad? Y aquí entra en escena Bermúdez y lo soluciona en un santiamén. Tras declarar la pregunta de la defensa improcedente, preguntael juez al testigo: ¿Está usted hoy diciendo la verdad? ¿Hoy, aquí? Evidentemente éste contesta: Sí, toda la verdad. La única respuesta posible, claro, no le va a decir, <
Al final a Bermúdez no le queda más remedio que hacer un combinado de las múltiples versiones que da el testigo, ignorando sus contradicciones. Todo esto nos muestra, una vez más, cómo vuelve a dar credibilidad a testigos que dicen una cosa en sus declaraciones en instrucción y afirman otras en la vista oral. Y además se permite el lujo de definir así las declaraciones de Gabriel Montoya como: coherentes, concordes en todo aquello que es esencial. De locos.
Interesante también es lo que cuenta el periodista de El Mundo Fernando Múgica sobre este testigo fundamental de la fiscalía: El individuo que lo interrogó, que es un miembro de la UCE 2 en Madrid, y del que se sacó la declaración que luego fue al juez, personalmente aquella semana me dijo a mí <
También cuenta Múgica un hecho aparentemente sin importancia, pero que refleja muy bien como se han desarrollado las investigaciones del 11M: … la Guardia Civil dice en su informe “un muchacho de Avilés al que todos le conocían como Gitanillo” La palabra Gitanillo me la inventé yo. Nadie le conocía así en Avilés. Como todos los informes se hagan así vamos realmente de cráneo.
Dejando a un lado el hecho de que lo que cuenta El Gitanillo tiene todas las trazas de ser una historia que cuenta de oídas y que no ha vivido, vamos a suponer que los hechos hayan sucedido como los resume Bermúdez en la Sentencia.
Lo que nos dicen que ocurrió esa noche es absurdo. Imagínense que unos ladrones quieren robar en una casa. Tienen un contacto que trabajó anteriormente allí y que sabe cuándo la casa estará vacía y cómo desconectar la alarma. Quedan una noche y éste les abre la puerta y les conduce a donde los dueños guardan el dinero. Los ladrones lo ven, pero no se lo llevan en ese momento. Se dirigen a un centro comercial donde compran guantes, pasamontañas y una mochila para guardar los objetos robados. Vuelven a la casa y llenan media mochila con parte del botín. Abandonan de nuevo la casa y dejan lo robado en su guarida. Vuelven por tercera vez a la casa y cargan de nuevo la mochila con el resto de los objetos de valor. ¿Ustedes creen que alguien que va a robar algo hace tres viajes pudiendo realizar el trabajo en uno solo? ¿Por qué triplicar el riesgo? ¿Por qué no se llevaron ni un cartucho de dinamita en el primer viaje a la mina? ¿Por qué usaron tres coches en la operación cuando toda la dinamita cabía en uno? No hay que olvidar que finalmente y según la versión oficial, todo el explosivo robado lo transportan en el Golf. En un solo viaje podrían haber realizado todo el trabajo, sin embargo hicieron tres. Y esto resulta todavía más extraño teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas de esa noche. Concretamente la zona más afectada por el temporal en Asturias fue el concejo de Cangas de Narcea en donde se registraron esos días temperaturas mínimas de -4º y máximas de 6º. Este concejo limita con el de Belmonte de Miranda, que es al que pertenece Mina Conchita.
Aquí vemos lo que publicaba La voz de Asturias el 28 de febrero.
Este viaje se nos va apareciendo cada vez más extraño. El sentido común nos dice que las cosas no pudieron ocurrir como nos las han contado, como las ha contado el principal testigo de la fiscalía. En el siguiente capítulo, veremos como la principal prueba documental aportada en el juicio para corroborar el viaje a la mina, no concuerda con lo declarado por Gabriel Montoya El Gitanillo.
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