El socialista Javier Solana, ex ministro, ex responsable de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea y actualmente presidente de honor de la Fundación Henry Dunant para la «resolución de conflictos», colaboró en la celebración de la Conferencia Internacional de San Sebastián convocada a mediados de octubre poniendo su agenda de forma puntual a disposición de quien pudiera necesitarla para que la asistencia tuviera mayor entidad. En concreto, a servicio de los organizadores, previo conocimiento del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Los buenos oficios de Solana habrían sido efectivos, según las fuentes consultadas, por ejemplo en el caso de Jonathan Powell, el jefe de Gabinete de Tony Blair, que fue uno de los firmantes del documento. El propio Blair, que a pesar de las expectativas generadas decidió no acudir, sí envió a los organizadores, el movimiento Lokarri, una carta de respaldo al proceso.
La actividad de la Henri Dunant en los últimos meses ha sido bastante intensa. Fuentes próximas al Ejecutivo confirmaron a este periódico que, junto a las llamadas «vías vaticanistas» y a las gestiones realizadas por el abogado sudafricano Brian Currin, ETA ha estado utilizando a la fundación para hacer llegar al Ejecutivo su intención de negociar. Las mismas fuentes precisaron que Solana no ha intervenido en la recepción ni en el traslado de los mensajes de la organización terrorista y que la banda ha estado recuperando para estas funciones a algunos de los diplomáticos vinculados o pertenecientes a la fundación, con el objetivo de explotar su amistad o cercanía con algunos de los miembros del Gobierno y, de forma más intencionada, con el ex ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba.
Sin embargo, para la izquierda abertzale su presencia fue considerada providencial desde el primer momento. La fundación Dunant fue una de las organizaciones elegidas por la banda terrorista para negociar con el Gobierno y, efectivamente, fue la que, aceptada por el Ejecutivo, acabó intermediando y custodiando las conversaciones, acuerdos y desacuerdos del proceso formalizado en 2006. Una vez finalizada la tregua en junio de 2007, parecieron cegarse las vías de contacto entre las partes.
No obstante, en una de las reuniones mantenidas a principios de año por Batasuna, Eusko Alkartasuna, Alternatiba y Aralar -ahora Amaiur y entonces los firmantes del Acuerdo de Guernica-, los presentes diseñaron como parte de su estrategia la necesidad de llevar a cabo una negociación con el Gobierno en la que volviese a intermediar la que denominaron «Henri Dunant de Solana».
En el caso de la Conferencia Internacional, no sólo el ex ministro de Asuntos Exteriores habría contribuido con su agenda internacional. También lo hizo Brian Currin y su grupo de contacto, que lleva dos años difundiendo los planteamientos de la izquierda abertzale. La primera vez que Currin potenció la intervención internacional fue cuando difundió un documento firmado por varios premios Nobel, neutralizado por las gestiones del Gobierno, que consideraba que no era el momento adecuado para que se articulase lo que entonces consideraba una vía de presión.
Una parte de las gestiones realizadas para controlar aquella iniciativa partieron de la entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Transcurrido el tiempo, sin embargo, y después de varios comunicados de ETA y de varios pronunciamientos por parte de la izquierda abertzale a favor de las «vías exclusivamente políticas», se posibilitó la celebración de la cumbre. Fuentes socialistas y nacionalistas sostienen que el evento del Palacio de Ayete hubiese sido imposible de celebrar sin la aquiescencia del Ejecutivo.
A pesar de que los participantes en la conferencia no pidieron a ETA su disolución, sí solicitaron «el cese definitivo de las acciones armadas» que ya se sabía que ETA iba a anunciar, en un acto que fue interpretado como el modo de proporcionar a la banda un marco aceptado por ella para anunciarlo.
Cuatro días después de esta reunión, efectivamente, se produjo el comunicado y Rodríguez Zapatero proclamó que significaba el fin de ETA. Tanto el presidente como el líder de la oposición, Mariano Rajoy, aprovecharon ese anuncio para escenificar la derrota de la organización..
Menudos son todos, el solana incluído. Todos se meten en el barro para sacar tajada, y asi nos va..
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