AGUSTÍN YANEL / Madrid
26/05/2011 / El Mundo
El diputado del PP Ignacio Gil Lázaro dijo ayer al vicepresidente y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que «se le ha acabado ya el tiempo de las mentiras» en el caso del chivatazo a ETA, realizado presuntamente desde instancias policiales en mayo de 2006.
«El pueblo español ha dicho en las urnas que está harto de un Gobierno inútil que le ha engañado a destajo», añadió, recordando la victoria de PP el domingo último.
Gil Lázaro -que viene preguntando sobre este asunto desde hace más de un año en el Congreso- quería que Rubalcaba explicara las contradicciones que, según dijo, existen entre los informes del equipo policial que investigó el chivatazo y lo que ha declarado el vicepresidente primero en el Congreso.
Rubalcaba negó que existan tales contradicciones, y el diputado le rebatió diciendo que, según ese informe, el chivatazo tuvo «un móvil político», benefició a ETA e impidió culminar una operación contra la red de extorsión, porque los terroristas fueron detenidos mes y medio después, pero antes pudieron «ocultar datos relevantes».
Rubalcaba recordó que todos los etarras fueron detenidos, están procesados y serán juzgados.
Dijo que el martes, al ver que volvía a preguntarle por el caso Faisán -nombre de esta operación contra ETA-, se acordó de una canción infantil que hablaba de «Bartolo, con la flauta y el agujero solo».
«Si es que hasta su grupo se cansa», añadió, en referencia a que le ha planteado 42 preguntas orales y 300 por escrito. Se trata, añadió, de una «insistencia psicopatológica» de Gil Lázaro en este asunto.
26/05/2011
El juez envía al 'caso Faisán' la relación de Hidalgo con un teléfono de ETA
Se trata de las diligencias abiertas tras la detención en Francia, en marzo de 2007, de Juan Carlos Iurrebaso. El etarra alegó que era uno de los negociadores con el Gobierno y exhibió un número de emergencia que supuestamente debía marcar si era arrestado. Ese teléfono, acabado en 190, correspondía a uno de García Hidalgo.
El Juez Pablo Ruz señala que, conforme a lo que consta en esta causa, no se ha corroborado la afirmación de Iurrebaso. Y que, por sí mismo, ese hecho no sería delito, ya que en la investigación del tráfico de llamadas no consta que ambos llegaran a hablar. Añade el argumento del fiscal de que, de acuerdo con el Supremo y la autorización del Parlamento, negociar con ETA no es delito.
Hidalgo afirmó ante el juez que no sabía por qué Iurrebaso podía tener ese teléfono. Esa declaración como imputado, así como otros informes de la causa que se archiva, pasará ahora al sumario en el que Hidalgo aparece como la persona que ordenó el soplo a ETA. En esta causa sí hay material que vincula a Hidalgo con ese número: consta una conversación en la que un mando policial le informa de que acaban de pillar a Iurrebaso con el «teléfono acabado en 190». «¿El teléfono aquel?», repregunta Hidalgo. «Nadie sabe lo del tema que nosotros sabemos», dice luego el policía.
Llamadas de Ares
En la misma resolución, Ruz rechaza la petición fiscal de anular unas diligencias del juez Juan del Olmo -en un principio a cargo de la causa- derivadas de la investigación de las llamadas del 190. Uno de los contactados por Hidalgo había sido el socialista vasco Rodolfo Ares, cuyas llamadas reclamó Del Olmo. La Fiscalía pidió la nulidad al no haber razones que justificaran la medida y tratarse de un aforado que quedaba fuera de las competencias de la Audiencia Nacional. Garzón dejó el asunto en el aire y ahora Ruz alega diversas cuestiones procesales para rechazar la nulidad.
Con la decisión de ayer, la investigación sobre el teléfono de emergencia de ETA pasa al caso Faisán, del que Garzón la mantuvo apartada. El juez suspendido decretó secreta esa investigación incluso cuando se alzaron las restricciones sobre el chivatazo, lo que conllevó que pasaran varios meses antes de que se hiciera público un dato que, según los investigadores, es otro indicio de que el chivatazo tuvo «un móvil político».
Está clarísimo, que fué un móvil político. Todo ello auspiciado por los de la kgb, que ahora disputan entre ellos, para no comerse el marrón.
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