IKER RIOJA ANDUEZA / Vitoria
26/05/2011 / El Mundo
Este regalo de Bildu al PNV, que concurrió en coalición con Hamaikabat, le permite a Agirre disponer de un colchón de 24 de los 51 escaños de las Juntas Generales, que podrían ser 25 en caso de que se resuelva a favor de los jeltzales un contencioso con el PSE por un puñado de votos en una mesa electoral de Ribera Baja. De ser así, los socialistas se quedarían con ocho procuradores en Álava -de momento tienen nueve- y la suma con los 16 del PP no permitiría superar la entente nacionalista. En cualquier caso, que una u otra opción alcance la mayoría absoluta, 26 votos es la cifra mágica, depende de la voluntad de EB-IU, con dos escaños en la Cámara alavesa. Su líder, Nerea Gálvez, ya adelantó que tampoco se decantará por De Andrés, al entender que representa un modelo «neoliberal».
La decisión de que Bildu apoye a Agirre está ya tomada y comunicada al PNV. Pase lo que pase en otros puntos de la compleja geografía política vasca, incluso si los jeltzales se alían con PP y PSE para alejarlos de las instituciones guipuzcoanas como pretende Antonio Basagoiti, la cúpula de la coalición ha decidido hacer «un ejercicio de responsabilidad política» y decantarse por el mal menor para ellos, en este caso Agirre.
Desde Bildu admiten, sin embargo, que las coincidencias programáticas con el PNV son muy escasas. «El PNV está lejos del modelo social y económico de Bildu», dijo el número uno en Vitoria, Kike Fernández de Pinedo. De hecho, Agirre planteó un Gobierno tripartito con Aralar y EA durante la pasada legislatura, en la que también fue De Andrés el candidato más votado, y ese gabinete acabó resquebrajándose. El motivo de la fricción, el mismo que ahora, fue la fiscalidad. Bildu, como en su momento quiso hacer EA apoyado por la izquierda abertzale que entonces encarnaba ANV, pone sobre la mesa un modelo fiscal agresivo y de izquierdas, con subidas de impuestos para empresarios y ciudadanos con rentas altas y la recuperación del Impuesto del Patrimonio. El PNV, por boca de Agirre, ya adelantó en el último pleno de política general que esa opción no entra en su agenda.
El acuerdo Bildu-PNV se cerrará «sin contrapartidas», esto es, sin que quepa la posibilidad de formar un Gobierno de coalición. No obstante, y teniendo en cuenta las divergencias en política fiscal, si Agirre consigue ser investido con esta fórmula, le resultará difícil sacar adelante sus presupuestos. Descartada cualquier alianza con el PP, las miradas se posarían en el sostén habitual del PNV en los últimos cuatro años, el PSE. Los socialistas rechazan cualquier alianza poselectoral con Bildu y un acercamiento del PNV a la coalición podría enturbiar las relaciones entre ambos, condicionadas por el pacto con el PP.
Pues claro, que se creen que van a hacer, pues lo de siempre, el caso es joder la marrana (con perdón).
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