FERNANDO LÁZARO / Madrid/El Mundo
La imagen de los encargados de la seguridad en España saliendo a protestar en Madrid no es precisamente la mejor medicina para trasladar la sensación de control absoluto de uno de los ministerios más sensibles del Ejecutivo.
Las protestas, además de en la calle, se han llevado también a los tribunales y se han transformado en sentencias condenatorias en algunos casos. De hecho, la Policía, en la actualidad, tiene el catálogo de puestos de trabajo en suspenso por decisión judicial.
Y desde los responsables políticos del Ministerio se ha respondido con recursos, con oídos sordos a estas condenas... Y en el plano de la Guardia Civil, la catarata de sanciones disciplinarias ha sido la vía que ha decidido utilizar el ministro para tratar de cortocircuitar esta protesta callejera de los agentes del Instituto Armado.
Junto a las protestas colectivas, el Ministerio del Interior tiene también otros problemas no menos graves y que minan su credibilidad. Es el caso de las continuas sospechas de politización entre los mandos policiales, las enormes dudas que ha generado sobre su actuación en el caso del chivatazo policial del bar Faisán, la gestión que ha llevado a cabo en casos de primera línea como las pesquisas en diferentes sumarios en Canarias o el caso Gürtel...
Sólo los éxitos recientes en la lucha contra ETA y las cifras que durante los últimos años se han producido en los asuntos de Tráfico han servido de bálsamo para la imagen de Departamento de Interior.
Mientras, el PP aprieta a Rubalcaba y le pide explicaciones en el Congreso de los Diputados. El ministro responde con indiferencia, evitando comparecer siempre que puede y sorteando con regates lingüísticos las preguntas en las sesiones de control.
Para nosotros, es el peor ministro de la democracia.
ResponderEliminarNo nos merecemos un gobierno que nos mienta (palabras dichas por rubalcaba)