domingo, 19 de diciembre de 2010

La 'otra sentencia' del 11-M


J. M. / Madrid/ El Mundo

El fallo de la Audiencia Provincial confirma que Manzano impidió que se analizaran los explosivos

Zapatero embustero

La sentencia de la Audiencia de Madrid que ratifica la veracidad de las investigaciones de EL MUNDO sobre el 11-M confirma que el ex comisario jefe de los Tedax Juan Jesús Sánchez Manzano hurtó a la Policía Científica la posibilidad de analizar los restos de explosivo que se recogieron en los escenarios de la matanza, impidiendo, de esta manera, que pudiese determinarse la marca de la dinamita utilizada por los terroristas.

Asimismo, corrobora que el propio Sánchez Manzano destruyó casi todas las muestras de los focos del 11-M, pese a que los análisis que se habían efectuado en el pequeño laboratorio de los Tedax habían ofrecido un resultado inservible a efectos de la investigación -«componentes genéricos de la dinamita»-, del que no se elaboró ningún informe hasta 15 días después y que, además, fue ocultado al juez instructor. Por esta actuación, que perjudicó las pesquisas sobre la autoría de la matanza, el mando policial está imputado por varios delitos y se sentará probablemente en el banquillo.

Zapatero embustero

Manzano alegó en su recurso ante el tribunal que «el laboratorio de los Tedax está reconocido y homologado judicialmente para la realización de análisis químicos sobre restos de explosivos explosionados desde hace más de 20 años» y que «el protocolo se siguió correctamente».

«No existió anomalía alguna en la recogida y clasificación de los restos» y «las muestras analizadas eran suficientes», por lo que «no existió anomalía ni disfunción alguna que justifique las imputaciones cuasi delictivas», concluye el escrito del ex jefe de los Tedax.

Las sentencias

Pues bien: tanto la sentencia de primera instancia como la de la Audiencia Provincial contienen multitud de referencias que avalan las acusaciones de este diario. Así, la juez Ana Cristina Lledó subraya que el laboratorio de los Tedax «carece de instrumentos cualificados para realizar una pericial científica eficaz sobre las muestras de los focos de las explosiones», pero que, no obstante, Manzano evitó enviarlos al de la Policía Científica, «que sí contaba con los medios técnicos y humanos precisos para ello».

La juez recuerda que el inspector jefe Provincial de los Tedax de Madrid declaró que sus efectivos recogieron «múltiples restos y vestigios que estuvieron en contacto con los focos» y que Manzano «ordenó el traslado directo» de los mismos a los Tedax -aunque ése no era el «cauce usual», según dijo- «sin el previo inventario y clasificación oportuna».

La sentencia de la Audiencia concluye que «es recomendable contar con la Policía Científica» y añade que «la actuación de los periodistas demandados no fue contraria a la diligencia y la responsabilidad exigible [...] aunque se califique la actuación del demandante como acreedora de responsabilidad penal al no haberse recogido más muestras en los focos de las explosiones».

La Circular Interna número 50 de la Policía, que «recoge el protocolo de actuación en caso de atentado terrorista», expone de forma rotunda que es a la Policía Científica, y no a los Tedax, a la que le corresponde, «con carácter exclusivo», el análisis de las muestras de explosivo recogidas en el lugar del atentado.

La instrucción del 11-M

Zapatero embustero

La relevancia de esas informaciones ya se había puesto de manifiesto durante la instrucción y el juicio del 11-M. El juez Del Olmo llamó a declarar a Manzano cuando este periódico hizo hincapié en que, durante la Comisión de Investigación en el Congreso, el jefe de los Tedax declaró que en sus análisis de los explosivos «lo único que se encontró fue nitroglicerina». Esa sustancia no forma parte de la Goma 2 ECO, la dinamita que Suárez Trashorras suministró a la célula islamista.

El mando policial reconoció ante el juez que aquella declaración fue un «error» y admitió, sólo entonces, que el laboratorio de los Tedax «realmente, no es un laboratorio, sino un grupo de investigación dentro de una unidad central, con los medios elementales».

Ante la situación anómala de la falta de análisis científicos de los explosivos, el tribunal del 11-M tomó la decisión inusual de ordenar una nueva prueba pericial en vísperas del juicio. Todos los peritos se quejaron de que Manzano sólo conservase 23 pequeñas muestras, algunas impracticables.

Los análisis detectaron dos componentes -dinitrotolueno (DNT) y, precisamente, nitroglicerina- que no forman parte de la Goma 2 ECO, pero sí de otras dinamitas, como el Titadyn. El hallazgo del DNT provocó una reacción del policía que dirigió la pericia -«empiezo a dudar de los Tedax y en cagarme en la madre que los ha parido»- que quedó recogida en el vídeo de los análisis.

La sentencia del 11-M destaca la deficiente actuación de Manzano -dice que «es cierto que toda esta discusión [sobre los explosivos] estaría en gran parte resuelta si el primer análisis que se hace en la misma mañana del 11-M por los Tedax se hubiera incorporado a los autos»-, y admite que «no se sabe con absoluta certeza la marca de la dinamita que explotó en los trenes» y que la presencia de componentes ajenos a la Goma 2 ECO «impide descartar la presencia de pequeñas cantidades de otras dinamitas».

Zapatero embustero

La Audiencia de Madrid avaló el viernes, en una sentencia pródiga en detalles, la «veracidad» de las informaciones de EL MUNDO sobre el 11-M al rechazar una demanda del ex comisario jefe de los Tedax Juan Jesús Sánchez Manzano contra su director, Pedro J. Ramírez; el vicedirector Casimiro García-Abadillo; el redactor jefe Fernando Múgica, y el columnista Federico Jiménez Losantos. La resolución destaca la «actitud pertinaz del citado periódico por esclarecer (o intentar que se esclareciera) qué había ocurrido realmente en los atentados del 11-M: qué explosivo había sido utilizado y de dónde podía haber procedido, porque no le resultaban convicentes las primeras informaciones o datos que se estaban ofreciendo al juez instructor de la causa o porque veían lagunas o contradicciones». También destaca que «la verdad periodística no tiene por qué coincidir con la verdad judicial, de la misma manera que ésta no coincide a veces con la realidad de los hechos». . M. / Madrid

Manzano ocultó la radiografía al juez

Una de las primeras informaciones que ofreció el diario EL MUNDO sobre la participación del ex comisario jefe de los Tedax Juan Jesús Sánchez Manzano en la investigación del 11-M indicaba que también ocultó al juez durante más de tres meses otro documento que podía haber sido clave en las primeras pesquisas: la radiografía de la bomba que contenía la mochila que se encontró en la madrugada del 12-M en una comisaría de Vallecas. Nada menos que la prueba más importante, de la que surge la detención de Jamal Zougam en la víspera de las elecciones. En esa radiografía estaba la respuesta de por qué no estalló el artefacto: por algo tan evidente como que uno de los cables no estaba empalmado.

Manzano defendió ante el tribunal que él «no tenía ninguna participación ni en la toma de la radiografía ni en el olvido de remisión», que atribuye a la Brigada Provincial de Madrid, y que la Unidad Central que él dirigía «no conocía la radiografía».

No obstante, el propio Manzano afirmó lo siguiente en la Comisión de Investigación del 11-M: «Yo llegué al mismo tiempo, más o menos, que el equipo de desactivación de explosivos y nos pusimos a trabajar sobre la bomba, yo con el operador numero 1[que fue el que hizo la radiografía]. Además, una comunicación interna de los Tedax prueba que sí que conocía su existencia. El propio Manzano remitió a Del Olmo varias notas informativas que indujeron al juez a emitir un auto erróneo en el que afirmaba que no podía determinarse por qué falló el dispositivo.

En cualquier caso, la sentencia de la Audiencia Provincial lo tiene claro: «Parece lógico que, desde una perspectiva periodística, se resalte la exigencia de que el jefe de los Tedax tuviese conocimiento de un dato importante y que fuese oportunamente trasladado al juez instructor».

El tribunal del 11-M recogió la importancia de la radiografía y expuso que «la carga explosiva no explosionó porque uno de los cables que partían del teléfono móvil que alimentaba y temporizaba el artilugio estaba suelto, sin conexión con ningún otro cable».

. M. / Madrid

Omitió que ETA diseñó móviles como el del 11-M

EL MUNDO también denunció que el juez Juan del Olmo pidió a los Tedax un informe que comparase el método utilizado por los islamistas del 11-M para activar las bombas a través de un teléfono móvil con otros similares que hubiese utilizado ETA, y que Sánchez Manzano le contestó detallando que esa banda terrorista siempre que había recurrido a ese método lo había hecho de modo muy diferente a la célula de Madrid: usando el teléfono como detonador, pero no como temporizador a través de su alarma. Sin embargo, omitió que tenía datos de que el comando Txirrita había realizado pruebas para usar los móviles exactamente igual que en la masacre.

La sentencia del 11-M relata en sus hechos probados que el teléfono móvil utilizado en los trenes de la muerte actuó como iniciador del explosivo. El diseño que había proyectado el comando Txirrita en 2002 era casi idéntico.

El ex comisario jefe de los Tedax alegó ante el tribunal que «en los informes se realiza una comparativa del sistema utilizado por ETA y el sistema utilizado por los terroristas responsables de los atentados del 11-M, pero no se omite ninguna información sobre la utilización de los teléfonos móviles de ETA».

No lo vió así la juez Ana Cristina Lledó, que declaró veraz la información de este periódico porque Manzano remitió ese informe al juez «sin hacer la más mínima reseña o mención del antecedente del comando Txirrita, desarticulado en Madrid, y sobre un teléfono móvil diseñado como iniciador o temporizador del artefacto explosivo».

En la misma línea, la sentencia de la Audiencia Provincial señala que «cuando se está llevando a cabo una investigación sobre una acción terrorista, parece lógico que deban aclararse todas las semejanzas de actuación que pueda haber en distintos grupos terroristas y que pueda lanzarse una crítica cuando se observa algún dato importante que es dejado de tener en cuenta. Corresponde a los periodistas o a sus consejos de redacción seleccionar aquello que pueda ser, a su juicio, importante para el conocimiento de la ciudadanía».. M. / Madrid

Engañó sobre un elemento del explosivo

Zapatero embustero

La sentencia de la Audiencia de Madrid destaca asimismo la veracidad de la información que reveló Fernando Múgica en 2005 acerca de que Sánchez Manzano engañó al juez del 11-M, una vez más, cuando le hizo creer que los datos que había ofrecido el análisis del explosivo encontrado en la mochila de Vallecas eran idénticos a los que ofreció el del hallado en la furgoneta Renault Kangoo en la que se desplazaron algunos terroristas.

En realidad, no era así: en el de la mochila apareció una sustancia contaminante llamada metenamina, que no se detectó en la Kangoo. Sin embargo, en los datos que ofreció Manzano al juez se decía que sí y que, de hecho, la metenamina forma parte de la Goma 2 ECO, lo que tampoco es así.

El mando policial se defendió ante el tribunal con el razonamiento de que se trató de un «error mecanográfico» sin ánimo torticero.

La Audiencia subraya que Manzano admita su equivocación y arguye que «el interés por conocer qué explosivo o explosivos habían sido utilizados, para tratar a su vez de conocer la procedencia y de ahí lograr determinar la autoría, no podía sino generar correlativamente un flujo de informaciones sucesivas».

Este diario también acusó a Manzano de esconder la mochila de Vallecas. La sentencia destaca que el propio tribunal del 11-M hizo hincapié en que la bolsa siguió un «extravagante periplo» por Madrid y en que el asunto, lejos de estar claro, «requirió no pocas preguntas en el acto del juicio oral».

El último asunto en el que la Audiencia da la razón a EL MUNDO es el que se refiere a las informaciones que relacionaron al ex jefe de los Tedax con la anotación Manzano que la acusada Carmen Toro tenía en su agenda, aunque luego este diario precisó que se trataba de una simple coincidencia. La sentencia pone de relieve que se partió de un «dato cierto» y que su interpretación posterior «no puede ser tildada de falsa o mendaz, sino de estricta labor y empeño informativos». Y sobre si la vinculación resultó apresurada, indica que no pueden ponerse «límites» a la prensa «a la hora de abrir vías de investigación o sospecha».

La «verdad periodística»

Las mentiras de la metenamina, artículo de Fernando Múgica del 12 de agosto de 2005.

Informes que constan en el sumario del 11-M señalan que la Policía engañó al juez Juan del Olmo en datos esenciales sobre la composición de los explosivos que se utilizaron en los atentados. El tema es de una gravedad extrema. Manzano aseguraba que se trata del mismo explosivo.

PREGUERÍAS

VICTORIA PREGO

El Tedax benefactor

Algunas veces la luz que se ve al final del túnel no es la del tren que se aproxima a toda velocidad y acaba dejando al gozoso incauto planchado contra las vías. Algunas veces la luz anuncia de verdad el final del túnel o es un hueco abierto al cielo en mitad de la ruta por el que entra una reconfortante claridad.

Y he aquí que ha sido el antiguo jefe de los Tedax quien, pretendiendo justamente lo contrario de lo que ha obtenido, ha puesto en bandeja a tres jueces de la Audiencia de Madrid la posibilidad de abrir ese amplio hueco de luz que ha calentado el ánimo de los profesionales de este periódico que llevan años afanándose en entresacar los jirones de verdad que aún asoman semisepultados bajo toneladas de preguntas sin respuesta, contradicciones, falsedades u ocultaciones en torno a la tragedia del 11-M.

Esta otra verdad judicial, la que el ex jefe de los Tedax ha hecho posible que se plasmara en una sentencia, confirma lo adecuado y lo decente de la ruta seguida hasta el momento por este periódico, aun aceptando los resbalones de los excesos que se han producido en tan largo y áspero recorrido.

La respuesta del tribunal a las pretensiones del señor Sánchez Manzano de recibir reparación por informaciones que considera como parte de una campaña de insidias dirigidas contra él respalda el trabajo de los periodistas de EL MUNDO porque lo explica. Sencillamente por eso. Porque se acerca sin juicios previos -sin prejuicios- a la tarea desempeñada por estos profesionales sin aceptar como el único tolerable el perverso e infeccioso método de anteponer las conclusiones a las dudas; o el de cegar de antemano el camino de la investigación con el anuncio de las terribles consecuencias que se producirán de recorrer esa vía; o el de intentar cubrir con una costra de iniquidad política, institucional y hasta histórica a quienes se atrevieran a seguir indagando extramuros de la verdad oficial, que, hay que recordarlo, se instaló en la vida política y social española mucho antes de que la Audiencia Nacional se pronunciara.

Al estar libre de consideraciones y de intereses políticos, la aproximación de estos jueces de la Audiencia de Madrid al trabajo de investigación de EL MUNDO tiene de paso, y aunque ése no sea el objeto de la sentencia, la virtud de volver a encender el foco sobre algunos de los puntos más oscuros -los que el ex jefe de los Tedax ha querido someter a la consideración de la Justicia, ni uno más ni uno menos- de los muchos que se produjeron en las horas y días que siguieron a la matanza de Madrid. Son los puntos que se desgranan en páginas anteriores.

Y mire usted por dónde, esta sentencia vuelve a poner de manifiesto que lo que no estuvo claro entonces sigue sin estar claro hoy. Y, sin entrar en colisión con lo establecido por la Audiencia Nacional ni revisar ninguna de sus conclusiones, dirige una luz indirecta sobre algunos aspectos que el tribunal presidido por Gómez Bermúdez dejó colgados de la nada, condenados a bambolearse eternamente en el vacío.

Aspectos oscuros que ahora, por obra y gracia de la demanda y recurso del señor Sánchez Manzano, han cobrado nueva fuerza porque han sido volcados otra vez sobre la mesa, pero en esta ocasión desnudos de toda intención y, por eso mismo, con la fuerza de los misterios que reclaman a gritos focos más potentes y un firme propósito de desentrañarlos. Porque, dicho esto sin la menor sorna y con todos los respetos, es evidente que, con su demanda y desde luego sin su voluntad, el antiguo jefe de los Tedax ha hecho un inmenso favor a la sociedad española.

De modo que, si, además del señor Sánchez Manzano, hubiera algún otro que se haya sentido calumniado por las falsedades publicadas por este periódico y quisiera presentar una nueva demanda de protección al honor o de otra naturaleza, quizá los tribunales podrían poco a poco, sin alharacas, ir desmenuzando y sacando de nuevo al aire algunas más de las incógnitas que tras el juicio de la Casa de Campo quedaron sin respuesta. Porque la gran verdad judicial sobre el 11-M es la que el Tribunal Supremo dejó sentada, pero ahora nos encontramos con esta otra verdad judicial parcial y complementaria de aquella, que vuelve a señalizar con claridad el lugar y la hondura de las zanjas que aún siguen abiertas en la investigación de la tragedia.

La actitud acrítica frente a la vida o frente al poder corrompe inexorablemente a los individuos y a los sistemas políticos, eso ya lo sabemos. Aunque también sabemos que hoy en España continuamos instalados en la anestésica apatía que los periodistas de EL MUNDO denunciaban desde sus reportajes de investigación. Un ejemplo: hace días escuché a varios colegas -periodistas y se supone, por tanto, que husmeadores de la verdad y desconfiados ante el poder- afirmar con mansedumbre sobrecogedora que seguramente el Gobierno sabe cosas que le han aconsejado prorrogar el estado de alarma sobre los controladores, que esas cosas se las habrá contado a los portavoces y que por eso éstos le han apoyado. Punto. Ni una exigencia de claridad, ni una reclamación de explicaciones. ¡Nada! Todo serena conformidad.

Con esa misma disposición -«ellos saben lo que hacen, nosotros nos conformamos y no vamos a indagar más»- se afrontó en demasiadas ocasiones lo ocurrido el 11-M. Ésa fue la posición canónica bendecida por el poder político y sus terminales periodísticas y judiciales. A quienes merodearon por fuera de la fortaleza se les quiso acorralar: eran los conspiranoicos. Pero ahora, de pronto, el Pisuerga vuelve a pasar por Valladolid y deja de nuevo al descubierto las bocas de unos agujeros negros que parecían cegados para siempre. Y todo gracias a la iniciativa del señor Sánchez Manzano. Sugiero un homenaje.

1 comentario:

  1. Ya parece que se ve algo de luz. Espero que los que participaron, paguen lo que hicieron.
    Enhorabuena a los "cospiranóicos", sin ellos esto no hubiera sido posible.
    ¡Queremos saber la verdad!

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