domingo, 24 de octubre de 2010
El Gobierno de “al precio que sea”
08:52 (24-10-2010)
“Zapatero le ha dado todo el poder a Rubalcaba. Lo divertido es que el vicepresidente desconfía del presidente y viceversa. La pregunta es: ¿Quién traicionará antes a quién?”.
Carmen Tomás, la estupenda columnista de nuestro periódico, ha venido sosteniendo durante toda esta pasada semana que Zapatero no mintió hace siete días en Ponferrada cuando aseguró que no haría más que un cambio en el Gobierno: el del pobre Corbacho. Carmen afirma que aquel día, sólo hace siete, no pensaba en otra cosa, que lo que ha venido después, que lo que se supo el miércoles, fue, sencillamente, un cambio de opinión no personal, si no presionada. Algo así como lo que ocurrió en el mes de mayo cuando Europa entera, y singularmente sus líderes, Sarkozy y Merkel, le pusieron la cara roja y le dijeron: o cambias de política económica o te echamos al corral. Parece el mismo caso. La vieja guardia del felipismo feroz, la que ha vuelto ahora al poder, estaba hasta el gorro de la endemoniada, y al tiempo inane, gobernación del presidente. Por lo bajo, de rondón, pero últimamente ya más en público, ha venido afirmando a quien le quiso escuchar que “esto ya no aguantaba un minuto más” (afirmación que se la oí directamente a un ex ministro de González), que el orate de Moncloa “nos va a llevar no sólo a nosotros (al PSOE se refería, naturalmente) sino a España entera al desastre más absoluto”.
La sola baza
Es decir, que los que de nuevo han vuelto al machito le tenían, y le siguen teniendo, auténtica tirria a Zapatero. Ahora bien: ¿quién de ellos le ha organizado el complot? o por mejor preguntar: ¿cómo se ha fraguado la operación del cambio? Aestas alturas no hay respuesta exacta para los interrogantes, pero sí deben analizarse un par de señales que nos pueden conducir a entender lo que ha sucedido. Uno, el principal, es que los camisas viejas del partido le han insistido –sin mucho esfuerzo, dígase así– en que su única bala en la recámara, su sola baza para las venideras elecciones generales, era ETA. Así dicho, sin rodeos.
Rubalcaba ha sido el principal artífice de esta terapéutica de convencimiento, entre otras cosas porque desde que llegó al Ministerio del Interior se propuso reencontrarse con la negociación. Rectificó el primer tiro, o sea, el diálogo directo, y buscó hábilmente las vías interiores y exteriores más plausibles para llegar a un acuerdo con los asesinos terroristas. Y en eso está. Ahora, incluso tiene más autoridad para seguir en este proceso que, desde luego, tiene riesgos pero que en este momento parece más posible que en la pasada legislatura.
Él y su presidente deben estar seguros de que si Zapatero presenta antes de los próximos comicios las armas de ETA, la nueva victoria estará cantada. En la sociedad hay muchas dudas al respecto porque, según proclaman las encuestas, ETA ya está “descontada” en la lista de las preocupaciones nacionales, lo cual es una excelente noticia, claro está. Pero es ETA la baza. Zapatero sabe, aunque lo oculte, lo disfrace y mienta miserablemente, que la situación económica no va a mejorar y que, en consecuencia, el público en general va a condenar en las urnas sus enormes torpezas en la conducción de la crisis. Por lo demás, tampoco puede presumir de haber conseguido siete años después de su primera elección que la España institucional haya quedado reforzada; antes al contrario, ha saltado por los aires. No es esa su mejor carta de presentación. ETA y nada más que ETA y si alguien puede ofrecerle resultados al respecto, al precio que sea, eso sí, era y es Rubalcaba. Por eso le ha dado todo el poder. Lo divertido es que el vicepresidente desconfía del presidente y viceversa. La pregunta es: ¿quién traicionará a quién?, ¿hasta cuándo se soportarán?
La salvación: ETA
“ETA– le han dicho– puede salvarte”, y “Rubalcaba –le han repetido– es el hombre”. Y Zapatero se ha echado en sus brazos. Pero, claro, el pretendido ha puesto sus condiciones que, en opinión de las fuentes que ha venido consultando nuestro periódico durante todos estos días, era únicamente una: escoger su equipo. Y desde el momento en que Zapatero supo de la condición supo del mismo modo, que ya no podía proceder a la sustitución única del depauperado Corbacho: la crisis le saltó por los aires.
De nuevo, este hombre ha quedado superado por las circunstancias; en mayo, le bajaron a la realidad sus colegas europeos, y ahora, ya a finales de octubre, le han impuesto la realidad sus conmilitones socialistas veteranos, aquéllos a los que maltrató en los inicios de su pésima gobernación. Algunos periódicos han tildado o llamado a Rubalcaba el “presidente bis”. No es así; es el presidente ejecutivo, el otro va a quedar sólo para el “amén, sí señor”, para refrendar lo que se le presenta a la firma. Pero, que nadie se equivoque, por muy astuto que sea Rubalcaba, que lo es, por muy ladinas que sean sus relaciones con Zapatero, éste ha tomado nota de lo que le ha ocurrido. El pasado jueves, me decía un hombre, perfecto conocedor de la personalidad del aún jefe del Gobierno: “Si los que le han presionado, porque le han visto derrotado, creen que se va a olvidar de ellos, están muy equivocados, en cuanto pueda, les pasará la cuenta”. Así que, atención al dato.
El nuevo Gobierno le ha estallado en las manos y ahora se trata de averiguar qué va a hacer con él. Desde luego, la biografía de su principal hacedor, Pérez Rubalcaba, no es muy esperanzadora. Es, sobre todo, preocupante. Será, eso no hace falta siquiera destacarlo, un brillante portavoz; nadie como él, suele repetir algún periodista amigo, miente con más convicción. Su trayectoria le avala al respecto. Marginada, como está, y digan lo que digan, la recuperación económica, este Gobierno bicéfalo, se va a dedicar a hacer política en tres dimensiones: la primera, a intentar, lo que decíamos, disparar la bala de ETA, la única bala que le queda en el cargador; la segunda, a destrozar, por el método que sea y como sea, al opositor, al Partido Popular, que ahora camina destacado en los sondeos; la tercera, a controlar todavía de forma más rigurosa, todos los aparatos del Estado, desde la Policía y la Guardia Civil, que ya estaban bajo la férula del ministro, al CNI que ahora queda también en su derredor. Es decir, nadie, nadie desde que advino la democracia en este país ha tenido tanto poder como Rubalcaba. ¿Cómo lo va a administrar? Seríamos inocentes si creyéramos que de forma aséptica; no, Rubalcaba no está ni para engordar a los contrarios, ni para preservar su intimidad; está para ganar las elecciones de 2012, también “como sea”, la expresión más querida de su presunto jefe. Y repito: al precio que sea. Estamos todos avisados.
Frenar al PP
Porque además, el PSOE no es que ejerza el poder, es que lo ejecuta en el más estricto sentido del término. Ni repara en gastos ni en medios. Y Rubalcaba es el mejor gestor de esta forma de gobernar. Al enemigo, no es que le corte el agua, es que se la llena de sal. Los que creían que ya lo habían visto todo con el Zapatero 2004-2010, estaban equivocados; de ahora en adelante la estrategia es guante de percal en mano de trilita o de titadyne, el explosivo del 11-M. Ésa es la única forma en que, en opinión de los nuevos-viejos gobernantes, la ascensión del PP se puede frenar en seco. Rubalcaba, el jefe de la operación, es, recuerden, el “merecemos un Gobierno que no nos mienta” y el inventor del “doberman”, el peor asesino que haya sido empleado nunca en una campaña electoral.
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Pues nada, que les sea leve, espero que sus conciencias les pase factura.
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