'Txeroki' reitera la disposición de la banda para negociar sobre el «desarme» y los presos
«ETA lamenta el daño causado a ciudadanos sin ninguna responsabilidad en el conflicto vasco», declaró ayer Garikoitz Aspiazu, Txeroki, desde el banquillo de los acusados del Palacio de Justicia parisino. En el primero de los procesos que la judicatura gala tiene abiertos contra él, quien fuera jefe militar de la organización terrorista no quiso responder a las preguntas de un tribunal cuya jurisdicción dice no reconocer, pero sí leyó un texto en francés en el que reiteró la disposición de la banda para hablar con los gobiernos español y francés del «desarme, el retorno de los presos y la readecuación de las fuerzas policiales en Euskal Herria».
> «¿Eso es pedir disculpas?» Videoanálisis deÁngeles Escrivá.
ÁNGELES ESCRIVÁ MADRID
19/02/2013ESPAÑA
> «¿Eso es pedir disculpas?» Videoanálisis deÁngeles Escrivá.
Se esperaba mucho más por parte de ETA, que, días antes, había filtrado que aprovecharía la primera jornada del juicio a Txeroki y otros nueve etarras para realizar un gesto que impulsara las conversaciones de paz. Pero desde que, en octubre de 2011, anunció el cese definitivo de su actividad armada, sigue enrocada en sus posiciones y ni entrega las armas ni se arrepiente. «¿Qué hace reír a los etarras?», se indignó el presidente del Tribunal Especial Criminal que instruye el sumario cuando, al comienzo de la vista, los encausados no guardaron el debido respeto mientras se leían los cargos que pesan contra ellos. Pero los penúltimos jefes militares de ETA no respondieron. Allí estaban también Ata , Gurbitz o Arlas , la línea dura de la banda durante este lustro, que fueron detenidos sucesivamente por la policía gala. Algunos son responsables directos o indirectos de los últimos asesinatos en Francia: los de dos agentes de la Guardia Civil en 2007 en Capbreton y un brigadier en 2010 en Dammarieles-Lys. Pero ayer no habían ido para ser juzgados por estos crímenes, sino para responder por el secuestro de una familia de Orio en 2007 en las Landas, a la que tuvieron encadenada cuatro días, para que no pudiera denunciar el robo de su autocaravana, que los etarras cargaron con 500 kilos de amonal y condujeron hasta Castellón, donde tenían planeado atentar en la urbanización Marina D'Or de Oropesa. «Somos luchadores por la libertad del País Vasco y asumimos la responsabilidad de nuestros ac tos», proclamó Txeroki en el comunicado que leyó al final de la mañana, con todos los acusados puestos en pie. «No hemos venido a reivindicar la guerra ni a alimentar la confrontación», prosiguió, para citar después a Barroso y Van Rompuy cuando, al recoger el Premio Nobel, elogiaron «el valor de la negociación como método sensato para resolver conflictos». «El actual alto el fuego es sincero. Demos una oportunidad al diálogo. Mejor pelearse alrededor de una mesa que en el campo de batalla», añadió, parafraseando a Jean Monnet. «Es responsabilidad de todos ayudar a cerrar las heridas profundas y dolorosas causadas por el conflicto», concluyó, sin pedir perdón por los crímenes cometidos. Xabi Larralde, Maribi Ugarteburu y Txelui Moreno, tres portavoces de la izquierda abertzale presentes entre el público, subrayaron la disposición de ETA para sentarse a negociar. El secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, calificó la declaración de «juegos florales».
ANÁLISIS
La 'fórmula fallida' de ETA
La banda maquilla su intransigencia con una disculpa ofensiva para presionar al Gobierno a días del congreso de Sortu, aunque está advertida de que el tiempo corre en su contra
Hace ya más de un año que los miembros de la izquierda abertzale más conocedores de las interioridades históricas de ETA y de sus procedimientos protocolarios aseguran que el siguiente paso importante que se espera de la organización, el que debería dar según la lógica interna de todos sus veteranos, es el «reconocimiento del daño causado». Nunca han considerado el arrepentimiento o la condena como una opción, pero sí esa asunción de responsabilidades, desde el punto de vista humano pero, sobre todo, desde el punto de vista político. «Se trata de encontrar una fórmula», decían, «con la que la organización reconozca que su actitud ha generado perjuicios...».
Cuando el mundo abertzale dice que hay que «encontrar una fórmula», lo que quiere decir es que hay que hallar un modo de dar algún paso que sea poco ofensivo para la banda y que cumpla con determinadas expectativas (las menos exigentes pero admitidas socialmente) sin necesidad de dar la razón al enemigo que les ha ganado la partida operativa y que siempre será el Estado. Y cuando habla de perjudicados políticos, aunque parezca mentira, se ve a sí mismo y a su entorno, porque reconoce que, sobre todo al final de la época de las ilegalizaciones, la actitud de ETA fue un lastre. Recuérdese que, cuando en 2010 el brazo político ganó por primera vez el debate interno cuestionando la idoneidad del uso de la violencia en esos momentos, la dirección le tenía preparada una campaña de atentados para sentar su autoridad.
El hecho es que se esperaba el «reconocimiento del daño causado» para hace meses, pero no se ha producido. Txeroki se descolgó ayer lamentando los inconvenientes causados a quienes no tuvieron «ninguna responsabilidad en el conflicto». Excluía, pues, de este acto de contricción, al menos, a los policías, empresarios, guardias civiles, militares, periodistas, ertzainas, jueces, fiscales y demás ciudadanos afectos a la democracia asesinados.
Es cierto que no hay muchos precedentes de una petición de disculpa por parte de ETA. La última, cuando tras el atentado de la T-4 se vio obligada a salir al paso por haber asesinado a dos ciudadanos, Estacio y Palate, que, por ecuatorianos, no eran su objetivo. Y es cierto que hace meses Txeroki impulsaba una corriente de presos contrarios al proceso de cese definitivo tal y como se había concebido. El 12 de noviembre este periódico anunció que Garikoitz Azpiazu y los suyos harían a principios de 2013 una declaración rectificando y, efectivamente, ayer leyeron un comunicado en el que asumen que la decisión de parar es irreversible.
Pero esa es una cuestión de interés interno a pocos días del primer congreso de Sortu. Para los demás, el comunicado es insuficiente y ofensivo, y confirmaría algo que ha trascendido poco. Si la situación no ha cambiado en las últimas dos semanas, lo cierto es que la dirección de ETA se ha encastillado en su intransigencia para desesperación de la izquierda abertzale y de los verificadores internacionales a quienes los representantes de la banda han ninguneado en sus últimos encuentros en Oslo. Incluso se habló de un señalamiento de zulos y los etarras lo desestimaron entonces.
Y llevan así un tiempo. En su anterior comunicado, ETA ofrecía un calendario de negociación sobre los presos y el desarme si se quería dar el «conflicto por superado». Pero exigía al Gobierno que pidiese perdón por «la violencia que ha empleado en la confrontación». Con la sarcástica petición de disculpas de ayer, pretende dejar de nuevo la pelota en el tejado del Ejecutivo.
Hasta los mediadores internacionales han sugerido a la dirección de ETA que deje de aplazar sus decisiones porque el tiempo corre en su contra. Sólo puede prolongar la agonía de sus militantes fuera y dentro de prisión, incluso aunque se escindiese. ETA debería ser consciente de esta realidad. Y el resto también
Hace ya más de un año que los miembros de la izquierda abertzale más conocedores de las interioridades históricas de ETA y de sus procedimientos protocolarios aseguran que el siguiente paso importante que se espera de la organización, el que debería dar según la lógica interna de todos sus veteranos, es el «reconocimiento del daño causado». Nunca han considerado el arrepentimiento o la condena como una opción, pero sí esa asunción de responsabilidades, desde el punto de vista humano pero, sobre todo, desde el punto de vista político. «Se trata de encontrar una fórmula», decían, «con la que la organización reconozca que su actitud ha generado perjuicios...».
Cuando el mundo abertzale dice que hay que «encontrar una fórmula», lo que quiere decir es que hay que hallar un modo de dar algún paso que sea poco ofensivo para la banda y que cumpla con determinadas expectativas (las menos exigentes pero admitidas socialmente) sin necesidad de dar la razón al enemigo que les ha ganado la partida operativa y que siempre será el Estado. Y cuando habla de perjudicados políticos, aunque parezca mentira, se ve a sí mismo y a su entorno, porque reconoce que, sobre todo al final de la época de las ilegalizaciones, la actitud de ETA fue un lastre. Recuérdese que, cuando en 2010 el brazo político ganó por primera vez el debate interno cuestionando la idoneidad del uso de la violencia en esos momentos, la dirección le tenía preparada una campaña de atentados para sentar su autoridad.
El hecho es que se esperaba el «reconocimiento del daño causado» para hace meses, pero no se ha producido. Txeroki se descolgó ayer lamentando los inconvenientes causados a quienes no tuvieron «ninguna responsabilidad en el conflicto». Excluía, pues, de este acto de contricción, al menos, a los policías, empresarios, guardias civiles, militares, periodistas, ertzainas, jueces, fiscales y demás ciudadanos afectos a la democracia asesinados.
Es cierto que no hay muchos precedentes de una petición de disculpa por parte de ETA. La última, cuando tras el atentado de la T-4 se vio obligada a salir al paso por haber asesinado a dos ciudadanos, Estacio y Palate, que, por ecuatorianos, no eran su objetivo. Y es cierto que hace meses Txeroki impulsaba una corriente de presos contrarios al proceso de cese definitivo tal y como se había concebido. El 12 de noviembre este periódico anunció que Garikoitz Azpiazu y los suyos harían a principios de 2013 una declaración rectificando y, efectivamente, ayer leyeron un comunicado en el que asumen que la decisión de parar es irreversible.
Pero esa es una cuestión de interés interno a pocos días del primer congreso de Sortu. Para los demás, el comunicado es insuficiente y ofensivo, y confirmaría algo que ha trascendido poco. Si la situación no ha cambiado en las últimas dos semanas, lo cierto es que la dirección de ETA se ha encastillado en su intransigencia para desesperación de la izquierda abertzale y de los verificadores internacionales a quienes los representantes de la banda han ninguneado en sus últimos encuentros en Oslo. Incluso se habló de un señalamiento de zulos y los etarras lo desestimaron entonces.
Y llevan así un tiempo. En su anterior comunicado, ETA ofrecía un calendario de negociación sobre los presos y el desarme si se quería dar el «conflicto por superado». Pero exigía al Gobierno que pidiese perdón por «la violencia que ha empleado en la confrontación». Con la sarcástica petición de disculpas de ayer, pretende dejar de nuevo la pelota en el tejado del Ejecutivo.
Hasta los mediadores internacionales han sugerido a la dirección de ETA que deje de aplazar sus decisiones porque el tiempo corre en su contra. Sólo puede prolongar la agonía de sus militantes fuera y dentro de prisión, incluso aunque se escindiese. ETA debería ser consciente de esta realidad. Y el resto también
Esto es vomitivo, y quien se crea estas patrañas, es que es igual que ellos.
ResponderEliminarNo hay nada más que decir.