UGT y CCOO avisan de que habrá una escalada contra el Gobierno / Méndez: 'La calle siente que vamos a una situación como la griega'
Atónitos y sedientos. Así dejó Francisco Cruz, secretario de Acción Sindical de CCOO de Madrid, a más de uno de los presentes ayer en la madrileña Puerta del Sol, tras cerrar la manifestación celebrada contra la reforma laboral del Gobierno. Al sindicalista se le ocurrió clausurar la protesta con la frase: «¡Y ahora a tomar cervezas y a vivir!», lo que sorprendió a algunos manifestantes, que hubieran preferido escuchar el anuncio de una convocatoria de huelga general. A continuación, algún que otro globo con pintura se estrelló en los sindicalistas que flanqueaban a los secretarios generales de UGT y Comisiones Obreras, Cándido Méndez y Ignacio Fernández Toxo. Pese al incidente, los presentes presumieron de una «magnífica manifestación». Medio millón de personas en Madrid, según los sindicatos. Apenas 50.000, según la Policía.
Decenas de miles de ciudadanos salieron ayer a las calles de 57 ciudades españolas para exigir la marcha atrás de la reforma laboral y del consiguiente recorte de sus derechos como trabajadores. La sorpresa fue el ambiente tranquilo y cordial que presidió la protesta, amenizada por los dirigentes sindicales Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo.
«Nosotros no queremos confrontar, sino corregir, y las manifestaciones de hoy [por ayer] son un cauce para conseguir ese objetivo», advirtió el secretario general de UGT, media hora antes del inicio de la protesta, en una comparecencia ante los medios de comunicación. «Hay alternativas», apuntó Méndez en respuesta a la reforma aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy hace apenas tres semanas.
«El objetivo de un sindicato es ayudar a resolver problemas», le apoyó el secretario general de CCOO, que recurrió también a la palabra «cauce» para definir la manifestación. «La negociación es mucho mejor», puntualizó Toxo.
Ni Méndez, ni Toxo, ni las dos sindicalistas que leyeron el manifiesto contra la reforma pronunciaron en ningún momento la palabra huelga. «Emplazamos al Gobierno a que rectifique, aprovechando la tramitación de las enmiendas», concluía el manifiesto leído tras la llegada de la cabecera de la manifestación a la emblemática plaza.
Los únicos guiños lanzados a favor de una protesta mayor fueron expresiones del tipo «Vamos a avanzar hacia una movilización creciente» o «Estamos en marcha y no vamos a parar». Pero nadie se atrevió a hablar de huelga. A cambio, se limitaron a expresar su deseo de que «estas manifestaciones muevan al Gobierno a convocar a los sindicatos», en palabras de Toxo, ya que, de lo contrario, se producirá «una escalada del deterioro del clima social», advirtieron.
En lugar de amenazar al Gobierno con un paro general, los dirigentes de UGT y CCOO prefirieron tomar el pulso a la sociedad con manifestaciones, que ellos mismos calificaron como «democráticas» y una manera de que los ciudadanos expresen «su disconformidad y rechazo» al plan. Pero no por ello dejaron de acusar al equipo de Rajoy de haber «impuesto» un nuevo escenario laboral, que «si no se corrige va a alterar el modelo de convivencia con los empresarios de los últimos 30 años», en palabras de Méndez.
Es más, el secretario general de UGT no dudó a la hora de achacar a Rajoy haber diseñado una reforma «al dictado de los intereses financieros y auspiciada ante la mirada del Gobierno alemán». En este sentido, alertó de que habrá «una reducción drástica de las clases medias españolas, y un empobrecimiento y aumento muy grande de las desigualdades del país».
Después de la manifestación, el líder de UGT consideró en una entrevista en la cadena Ser que «el sentimiento de la calle es que vamos a una situación parecida a la de Grecia». Para Cándido Méndez, el Gobierno «se desentiende del problema del paro, margina al que no tiene empleo y pone en la cola del paro a los jóvenes», según declaró poco antes de que arrancase la manifestación.
Por su parte, el secretario general de CCOO justificó con ahínco cada uno de los adjetivos sobre la reforma que conformaron el lema de las manifestaciones. Primero, «injusta» con los trabajadores, porque «desequilibra las relaciones del trabajador en beneficio del empresario». En este sentido, Toxo cifró en un 99% las empresas que abarcará la reforma y en un 65% las personas asalariadas que se verán afectadas por ella.
«No vuelvas mañana a trabajar será suficiente para que la gente pueda ser puesta en la calle sin garantías y sin tutela», denunció, además de reprochar al Gobierno que «instale el despido libre, que no pudo hacer en 2002, y gratis».
Segundo, «ineficaz», porque «no es una reforma que vaya a hacer crecer el empleo», aseguró. Para Toxo, el problema de la contratación no está en las leyes laborales, sino en «la necesidad de un cambio de modelo productivo y resolver los problemas de financiación de las empresas». Sólo así se podrá «recuperar actividad económica y generar empleo», en palabras del dirigente de CCOO.
Y tercero, «inútil», porque «no acaba con la temporalidad, sino que crea una temporalidad por excelencia y da la llave a las empresas para que accedan a la caja de la Seguridad Social». Toxo no dudó al acusar al Gobierno de renunciar a «controlar recursos públicos que nacen de las cuotas que se generan en las empresas».
Era la primera vez que los líderes sindicales de UGT y CCOO no pronunciaban declaración alguna a lo largo del transcurso de una protesta. Prefirieron guardar silencio durante la manifestación y hacer las declaraciones pertinentes antes del acto. De hecho, la voz de Méndez y Toxo no se escuchó en ningún momento a lo largo de las tres horas que duró la marcha por las calles de Madrid. Sólo los timbales de los más jóvenes rompían el silencio.
>Vea el análisis de Marisa Recuero sobre las manifestaciones contra la reforma laboral.
Mucha gente para pocas esperanzas
Unos dicen que 500.000 y otros dividen la cifra por diez. Probablemente ni una cosa ni la otra. Pero en Madrid mucha gente salió a la calle, más que en las últimas manifestaciones convocadas por los sindicatos que se recuerdan. Otra cosa distinta es que el ambiente estuviera inflamado de espíritu combativo. Eso no.La esperanza de cambiar una reforma que muchos creen «injusta e ineficaz», como ayer rezaba el lema de cabecera de la marcha, es más bien poca. En el frente de la manifestación madrileña apenas se coreaban eslóganes y los que se lanzaban al aire sólo encontraban respuesta en un puñado.
Más atrás el ambiente se caldeaba, pero no lo suficiente como para incitar a los líderes de las dos centrales, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, a advertir siquiera al Gobierno de Rajoy con la convocatoria de una huelga general. Y eso que, ya en la Puerta del Sol, a las 14.00 horas, parte de la multitud, arengada en buena medida por grupos del movimiento 15-M, reclamó a gritos: «¡Huelga, huelga!». Por ahora, y a la espera de la presentación de los Presupuestos Generales, CCOO y UGT prefieren la negociación a la confrontación.
A esas alturas, tras más de dos horas de lento avance, muchos de los manifestantes optaron por desperdigarse y abarrotar los bares del centro de Madrid sin aguardar a la lectura del manifiesto final. En esta ocasión, ni Méndez ni Toxo tomaron la palabra.
Quizá es que la gente no necesitaba de discursos. De hecho, recorriendo la marcha de principio a fin y prestando atención a las conversaciones se apreciaba un conocimiento bastante preciso de la dureza de la reforma y, más aún, de la grave situación económica que atraviesa la Unión Europea, de los problemas extremos de Grecia, de la actitud intransigente de Angela Merkel, e incluso de las previsiones del Ecofín que se celebra hoy en Bruselas.
También había en algunos corros comentarios críticos contra los propios sindicatos. El malestar hacia las centrales se expresó cuando, al término de la marcha, alguien desde la multitud lanzó unos globos llenos de pintura amarilla contra el escenario en el que se situaban los dirigentes sindicales. Era la forma de acusarles de amarillismo.
Al frente de la manifestación, además de Méndez y Toxo, se situó el secretario general de UGT Madrid, José Ricardo Martínez, para quien no cabía duda de que España estaba «levantada».
También en las primeras filas, el coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara, y la delegación enviada por Rubalcaba. Tres personas la integraban: la portavoz parlamentaria Soraya Rodríguez, que fue abucheada a su llegada por un grupo de manifestantes; el secretario de Política Territorial, Gaspar Zarrías, y la secretaria de Redes Sociales, María González Veracruz.
Entre los socialistas que acudieron por libre pudo verse al ex ministro de Trabajo Valeriano Gómez; a Diego López Garrido, a Rafael Simancas... Hubo quien haciendo memoria les increpó: «¿Dónde estabais en la huelga de 2010?». Filas atrás caminaban Tomás Gómez y Maru Menéndez. Discretos y rodeados de pancartas y tijeras: «Sin luchar ¿qué tendrás?».
PSOE: «Es una contrarreforma»
La portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Soraya Rodríguez, aprovechó su presencia en la manifestación de Madrid para mostrar el rechazo del PSOE a la reforma laboral. «Es una norma mala para España, que no va a generar empleo y no va a estimular la economía», denunció, informa Servimedia. En este sentido, Rodríguez tachó la reforma de «contrarreforma», además de advertir de que se trata de «un ataque en toda regla a los trabajadores», por ser «injusta y desequilibrada». Mientras atendía a los medios de comunicación, la dirigente socialista fue increpada por algunos manifestantes, que la acusaron de «oportunista» y de «no tener vergüenza». Junto a la portavoz socialista, hubo otros cargos del PSOE que se dejaron ver en la cabecera de la manifestación. Entre ellos, el ex ministro de Trabajo Valeriano Gómez, los ex secretarios de Estado Gaspar Zarrías y Diego López Garrido, o Rafael Simancas, en la actualidad portavoz socialista en la Comisión de Fomento del Congreso de los Diputados.
Por su parte, el ex ministro defendió que cuando «la izquierda» gobierne revisará «todo lo que tiene que ver con la flexibilidad interna, la reforma de la negociación colectiva y los costes por despido», que «tienen que ser repuestos», apuntó. En este sentido, Valeriano Gómez denunció que la reforma incluye «muchas cosas inútilmente agresivas», ya que «no lograrán promover el empleo», y criticó que las medidas provocan desconfianza entre los trabajadores. «Nunca el miedo y la incertidumbre han creado empleo, siempre han llevado a una falta de confianza y, por lo tanto, a un menor consumo», añadió.
Reestructuración económica en el PSOE tras la caída de un 30% de sus ingresos
El PSOE está en una precaria situación económica. Los gastos de las dos campañas de ámbito nacional celebradas en 2011 y, sobre todo, los pésimos resultados electorales obtenidos en las mismas, han dejado al partido si no en una situación crítica, sí muy delicada.Sólo el hecho de haber pasado de 169 diputados a 110 le suponen, según fuentes de la dirección del partido, una disminución de los ingresos anuales de más de un 30% con respecto a los últimos cuatro años. A esto hay que sumar la reducción de ingresos por cuota ante la pérdida de altos cargos. Éstos tienen la obligación de entregar al partido un porcentaje de su sueldo -aproximadamente un 10%- cuando ocupan puestos de la Administración Pública pero, cuando lo pierden, se limitan a pagar la correspondiente cuota mensual como afiliados.
A todo esto hay que unir que, aunque las federaciones tienen su propia autonomía financiera, el hecho de haber perdido en los pasados comicios casi todos los gobiernos autonómicos deja aún en una situación más difícil al PSOE, sin poder aprovechar medios de los territorios para reducir gastos a nivel general.
Todo ello ha llevado la pasada semana al recientemente elegido secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, a encargar al responsable de Organización, Óscar López, un plan de austeridad, viabilidad y reorganización del partido, ante la falta de liquidez y la escasez de medios económicos en la que se encuentra inmerso.
El Partido Socialista tiene en nómina a más de 150 empleados. La inquietud entre los trabajadores de Ferraz es alta y algunos representantes sindicales no descartan hacer movilizaciones en el futuro. A la vez, no faltan las críticas de cómo se ha gestionado en la etapa de las vacas gordas.
Sin embargo, fuentes de la dirección del PSOE están haciendo un llamamiento a la calma y aseguran que nada está decidido, aunque indicaron que habrá que apretarse el cinturón. «Es lógico que haya un plan de viabilidad porque la reducción de ingresos ha sido muy fuerte, pero se van a intentar hacer las cosas bien», aseguran.
El objetivo es reorganizar mejor el partido y las funciones de su personal y, en cuanto a posibles despidos, desde la dirección socialista se dice que no hay nada: «Hemos encargado el plan de viabilidad y austeridad. Veremos qué nos dicen y qué medidas tendremos que adoptar. Pero aún no está claro que haya que despedir a nadie», indicaron dichas fuentes.
Lo que sí asegura el PSOE es que, de ser necesario despedir a trabajadores, nunca se optará por hacer un ERE ni ningún empleado de Ferraz se irá aplicándole las medidas que ahora facilita la recién aprobada reforma laboral.
Fuentes del PSOE insistieron en que, si hubiese despedidos, sólo se contemplarán bajas incentivadas o prejubilaciones, pero aseguraron que su objetivo es que ningún trabajador se vaya de Ferraz.
La inquietud entre los empleados del partido es máxima y el pasado viernes celebraron la primera asamblea. De momento, no se han adoptado medidas de presión concretas a la espera de ver qué dice la dirección del partido.
A la reunión se personó el propio secretario de Organización del PSOE, que explicó a los trabajadores la dura situación de las finanzas del partido, al tiempo que les transmitió el deseo de encontrar una salida satisfactoria.
De momento, ya se han hecho ajustes en cuanto a viajes y alojamiento del personal del PSOE -de hecho, en el 38º Congreso de Sevilla tuvieron que compartir habitación y fueron todos juntos en un autobús- y se ha pedido moderación en el uso de los taxis y en las comidas de trabajo. Pero, al parecer, con esto no va a bastar y al PSOE le esperan cuatro largos años de duras restricciones.
Exhibición política y lanzamiento de huevos en una protesta multitudinaria en Barcelona
Unas 20.000 personas tomaron el centro contra la reforma laboral y los recortes
Barcelona también acogió ayer por la mañana una manifestación multitudinaria en contra de la reforma laboral, convocada por CCOO y UGT y arropada por la presencia de varios representantes políticos, que llegó a reunir a unas 20.000 personas, según el Departament de Interior -los sindicatos las cuantificaron en 200.000- en el centro de Barcelona.
Los manifestantes recorrieron todo el paseo de Gràcia hasta la plaza Catalunya tras la pancarta Ni la reforma laboral ni recortes, luciendo miles de banderines que mostraban la ya emblemática tijera.
Entre los asistentes, aunque no a la cabeza de la protesta, se pudo ver a la ex ministra de Defensa Carme Chacón; al líder del PSC Pere Navarro, y al diputado socialista Miquel Iceta; junto al líder de ICV, Joan Herrera, y el de ERC, Oriol Junqueras. Una de las pancartas que más se veía desde la cabecera de la protesta era: 2.000 euros por un político honesto.
Mientras esta manifestación transcurría de forma pacífica, hubo otra alternativa que aglutinó a unas 2.000 personas. Algunas de ellas lanzaron huevos a la fachada de la sede de la Delegación del Gobierno en Cataluña y también a la de CiU.
Durante la marcha, el secretario general de CCOO en Cataluña, Joan Carles Gallego, reclamó la necesidad de negociar porque si no, «el conflicto continuará en las calles y en las empresas», informa Europa Press. «Si hay que paralizar el país lo haremos», advirtió. En una línea similar se pronunció el secretario general de UGT de Cataluña, Josep Maria Álvarez, quien consideró que la huelga general está «justificada»: «Si no se abre un proceso de negociación con el Gobierno y no podemos modificar la reforma, seguirán las manifestaciones y una de ellas puede ser la huelga general».
En el conjunto de España, las 57 marchas convocadas reunieron a decenas de miles de personas. Entre las más numerosas figuraron las de la Comunidad Valenciana. Según los sindicatos, la protesta contra unas medidas «injustas e inútiles» reunió a más de 80.000 personas en las tres provincias.
Por el centro de Sevilla se manifestaron también unas 50.000 personas, según con CCOO y UGT -20.000 según la Policía Local-, que desfilaron desde la Puerta de Jerez tras una gran pancarta en la que se leía No a la reforma laboral ineficaz, inútil e injusta, en medio de un mar de pancartas de los sindicatos convocantes y algunas banderas republicanas.
En Murcia, otras 25.000 personas -según los sindicatos- discurrieron por la Gran Vía al grito de «esta reforma la vamos a parar». En León, al mismo tiempo, los sindicatos cifraron en 20.000 las personas que se echaron a la calle contra una reforma que «sobrepasa todas las líneas rojas», dijo el secretario regional de UGT, Agustín Prieto.
En Euskadi hubo una menor afluencia de manifestantes, registrándose 2.500 en Bilbao, otros tantos en Vitoria, mientras 700 recorrieron las calles de San Sebastián.
Esto es lo que ha dado de si la manifa orquestada.
ResponderEliminarManipuladores los hay en todos sitios, pero como esto, ninguno.