14 de Enero de 2012 - 12:49:24 - Luis del Pino/Libertad digital
¿Cómo es posible que se avise a unos empleados de la empresa Maxam para que vayan a reconocer unos detonadores, cinco horas antes de que esos detonadores aparezcan?
Esa es la cuestión que plantea la declaración de ayer, ante la juez Coro Cillán, de dos expertos de esa empresa que tuvieron que ir al complejo policial de Canillas el 11 de marzo de 2004, a solicitud del entonces jefe de los Tedax, Sánchez-Manzano.
El problema fundamental es que las primeras "pistas" sobre la autoría del 11-M aparecen a partir de las 15:30 del día del atentado, al inspeccionar en Canillas una furgoneta Kangoo que había sido trasladada desde Alcalá de Henares. Esas "pistas" eran siete detonadores y un resto de cartucho Goma2-ECO fabricados por la empresa Maxam, así como una cinta de casete con versos coránicos.
La versión oficial nos dice (así lo declaró Sánchez-Manzano en el juicio del 11-M) que el jefe de los Tedax pidió ayuda a la empresa Maxam para que reconociera los detonadores y el cartucho de Goma2-ECO. Maxam envió por ello dos técnicos a la sede de la Unidad Central de Tedax.
Pero cuando ayer declararon esos técnicos ante la juez Coro Cillán, contradijeron las manifestaciones de Sánchez Manzano en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, dijeron que no es verdad que nadie les enseñara ningún cartucho de Goma2-ECO. Es falso, por tanto, lo que dijo Sánchez-Manzano en el juicio del 11-M a este respecto.
Pero es que - todavía más importante - resulta que, aunque la visita a Canillas fue por la tarde, a Maxam se la avisa a media mañana (las 10:30, declaró ayer uno de los testigos) de que tiene que enviar esos técnicos que debían reconocer los detonadores.
¿Cómo es posible que nadie avisara a Maxam a las 10:30, si se supone que los detonadores no aparecieron oficialmente hasta cinco horas después? Interesante cuestión, ¿verdad? Es realmente impactante la visión de futuro que demostraron los que solicitaron a Maxam su ayuda.
La declaración ayer de los dos empleados de la empresa dejó algunos otros detalles curiosos, como la identidad de la persona que, en Maxam, transmitió la orden de que había que ir a Canillas: fue el director para Europa de la compañía, lo que indica que la petición de la Policía se cursó al más alto nivel. Asimismo, también se confirmó que nadie, al parecer, levantó acta de esa visita de los dos técnicos al complejo policial: ninguno de los dos testigos recordaba haber firmado ningún acta, como tampoco recordaban que nadie les hubiera hecho firmar en ningún registro de entrada.
Todo el episodio es tan extraño que uno no puede por menos que preguntarse para qué narices hicieron acudir a esos técnicos al complejo policial. Si era para comprobar el modelo de unos detonadores, se podía haber resuelto la cuestión con una llamada telefónica y, quizá, con el intercambio de un par de fotos por fax o por e-mail.
Pero entonces, ¿para qué les hicieron acudir? ¿Se les necesitaba, quizá, para usarles como "testigos incuestionables" de algo?
Pues claro, así fué, para constatar de que los detonadores que supuestamente iban a "colocar en la furgo" eran de los suyos. Se pilla antes a un mentiroso que aun cojo.
ResponderEliminarQueremos saber la verdad.