7 de Enero de 2012 - 11:09:42 - Luis del Pino/Libertad Digital
Editorial del programa Sin Complejos del sábado 7/1/2012
En marzo de 2010, George Bush y Bill Clinton visitaron un campo de refugiados en Puerto Príncipe, poco después del terremoto que asoló Haití. Las noticias de aquella visita dieron la vuelta al mundo, pero por una razón completamente ajena al espíritu humanitario que supuestamente animaba a los dos ex-presidentes americanos: si levantó tanta polvareda esa visita fue porque en las imágenes difundidas por televisión se veía a George Bush dando la mano a uno de los refugiados del campo y a continuación limpiándosela en la camisa de Bill Clinton.
No es el único caso en que un gesto instintivo como ese le ha jugado una mala pasada a un político. Seet Ai Mee era una doctora en bioquímica que, después de una exitosa carrera en la empresa privada, logró ser elegida como diputada en 1988 para el Parlamento de Singapur, a los 45 años de edad. Un año después, la doctora Mee era nombrada Secretaria de Estado y en 1991 juraba su cargo como viceministra de Desarrollo Comunitario.
Había comenzado su carrera política a una edad avanzada, pero una vez iniciada, progresaba a la velocidad del rayo. Todo el mundo daba por hecho que después de las siguientes elecciones generales sería nombrada ministra, con lo que hubiera sido la primera mujer en formar parte del Gobierno en toda la Historia de Singapur.
Esas nuevas elecciones, en 1991, no tenían por qué representar un obstáculo: el distrito por el que se presentaba la doctora Mee era favorable a la mayoría gubernamental y ella había ganado a su oponente la vez anterior por una cómoda diferencia de 7 puntos. Pero una visita al mercado durante la campaña electoral vino a trastocar todos sus planes. Las imágenes de televisión captaron cómo la doctora Mee le daba la mano al dueño de uno de los puestos del mercado, para a continuación limpiársela, una vez que se había alejado de aquel hombre.
Y esa muestra de hipocresía, esa demostración de que la doctora sólo estaba en aquel mercado para buscar el voto de personas a las que, en realidad, despreciaba, dio la vuelta a las encuestas y la doctora Mee terminó perdiendo su escaño por una diferencia de 3 puntos. Tras ese fracaso, aquella fugaz estrella de la política singapurense abandonó la política y volvió a la empresa privada.
Hoy sábado, la segunda aspirante al cargo de Secretario General del Partido Socialista, Carme Chacón, presenta su candidatura oficialmente. Y ha elegido, para esa presentación, el pueblo almeriense de Olula del Río, donde nació su padre. Un padre al que hasta ahora había mantenido cuidadosamente oculto, pero al que hecho salir de las sombras al ver que necesita el voto de los socialistas no catalanes.
La verdad es que no sé qué es lo que contará Carme Chacón a los vecinos de su padre. Supongo que les podría contar, por ejemplo, cómo esos vecinos no podrían, si se trasladaran a Cataluña, conseguir educación para sus hijos en su lengua materna, porque Carme Chacón y otros como ella se han encargado de prohibir que el castellano sea lengua vehicular en la enseñanza.
O les podría contar cómo, si abrieran un comercio y se les ocurriera rotular en español, podrían ser multados, gracias a la norma aprobada por los nacionalistas de CIU y potenciada por los nacionalistas del partido de Carme Chacón.
O les podría contar cómo aquellos que defienden los derechos de los castellanohablantes en Cataluña son amenazados día sí y día no por descerebrados de diverso pelaje, mientras que la casta política catalana recoge las nueces de los árboles que los descerebrados mueven.
O les podría contar cómo en numerosos ayuntamientos gobernados por el partido de Carme Chacón no ondea la bandera del país al que pertenece Olula del Río, incumpliendo abiertamente las leyes sobre exhibición de símbolos nacionales.
O les podría contar cómo desde la Generalitat se subvenciona a todo tipo de asociaciones que hacen de los ataques a España su razón de ser, y cómo su partido, el PSC, ha consentido y promocionado ese tipo de actividades.
O les podría contar cómo ella ha apoyado un Estatuto que convierte a los castellanohablantes en ciudadanos de segunda en su propio país.
O les podría contar cómo los nacionalistas catalanes hacen mofa día sí y día también de los andaluces, presentándoles como vagos impenitentes que viven a costa del esfuerzo y el trabajo de los catalanes. Sin que Carme Chacón ni ninguno de sus compañeros hagan el más mínimo esfuerzo por combatir esos tópicos hirientes.
O les podría, en fin, contar cómo ella, en persona, se manifestó en una Diada al lado de sus compañeros de las Juventudes Socialistas de Cataluña, que lucían camisetas con el lema "Todos somos Rubianes", en alusión a ese actor que se permitió cagarse "en la puta España" en un programa de la televisión autonómica.
¡Podría contarles tantas cosas Carme Chacón!
Resulta doloroso ver a una nacionalista catalana como Chacón haciendo demagogia barata, y buscando votos en Andalucía ahora que necesita ser Secretaria General de ese partido en descomposición llamado PSOE.
Mañana, cuando vuelva a Cataluña, seguirá pisoteando los derechos de los castellanohablantes y consintiendo que otros hagan mofa de ellos. Pero hoy necesita su voto.
Bueno, pues si es así, y en prueba de buena voluntad, permítame doña Carme Chacón un consejo: si después de hablar con los vecinos de su padre y estrecharles las manos, decide lavarse las suyas, al menos procure no lavárselas en público.
Hacer pública exhibición de sus desprecios puede ser malo para sus perspectivas electorales.
Ya le vale a la rubianes, después de mofarse de españa y los españoles, paga de ministra........, joder que mierda (con perdón, para la mierda).
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