5 de Diciembre de 2011 - 14:02:55 - Luis del Pino/Libertad Digital
Tal como había avanzado Pedro J. Ramírez en su última carta dominical, El Mundo publica hoy la primera parte de una serie de nuevas informaciones sobre el 11-M, que vienen a desmontar aún más los testimonios que sirvieron para imponer 40.000 años de cárcel al único condenado por poner una bomba en los trenes de la muerte: Jamal Zougham.
Casimiro García Abadillo ha viajado a Rumanía para hablar con el testigo protegido R-10, uno de los tres testigos que sirvieron en el juicio de la Casa de Campo para afirmar que Jamal Zougham fue el colocador de una de de las bombas del 11-M.
Recordemos, para poner la información en su contexto, que a Jamal Zougham lo reconocen en los trenes hasta ocho testigos distintos. Si todos ellos hubieran dicho la verdad, Zougham habría tenido que estar en al menos tres trenes simultáneamente, lo cual es físicamente imposible. Al final, entre el juez instructor y el tribunal presidido por Gómez Bermúdez, se fueron descartando a lo largo del tiempo diversos testimonios, de tal manera que la sentencia del 11-M condena a Zougham basándose en lo que dicen solo tres de los testigos, todos ellos rumanos: dos amigas que viajaban juntas y el testigo protegido R-10. El testigo protegido R-10 ni siquiera llegó a ratificar durante el juicio su declaración policial, por la sencilla razón de que no acudió a prestar testimonio a la Casa de Campo, por haber vuelto a Rumanía.
Recordemos también, porque hace tiempo que lo hemos publicado, que los testimonios de las dos amigas rumanas y de R-10 presentan numerosas contradicciones entre sí, tanto en lo que se refiere al aspecto físico del supuesto terrorista que vieron, como en lo relativo al lugar donde le ven.
Además, si los tres testigos dijeran la verdad, entonces el relato de los hechos sería completamente ridículo: Zougam tendría que haberse subido con su mochila bomba al tren de Santa Eugenia en la estación de Torrejón de Ardoz, cuando quedaban sólo QUINCE minutos para que la bomba estallara, momento en que le ve el testigo R-10. Luego, habría tenido que recorrer el tren hasta el vagón 6, siendo visto por las otras dos testigos entrando a ese vagón. En ese momento, sigue llevando a cuestas la bomba, porque las rumanas declaran que le ven con la mochila al hombro. Posteriormente, tendría que haber vuelto sobre sus pasos hasta el vagón 4 sin que le vieran de nuevo las dos amigas rumanas, y tendría que haber depositado su artefacto en ese vagón 4 (que fue el único que estalló en el tren de Santa Eugenia), cuando sólo quedaban CINCO minutos para que estallara, antes de bajarse en la estación de Vicálvaro.
¿Puede alguien creerse, de verdad, que un terrorista que no tiene nada de suicida va a dedicarse a deambular por un tren con una bomba temporizada para estallar CINCO minutos después? Es completamente absurdo. ¿Qué hubiera pasado si el tren se queda parado en la vía entre dos estaciones, como tan a menudo sucede en nuestra red de cercanías? ¿Qué habría hecho el terrorista? ¿Saltar por una ventana?
Finalmente, recordemos también que las dos amigas rumanas sólo declaran haber visto a Zougham bastante tiempo después de que la fotografía de éste se difundiera con profusión en todos los medios de comunicación. De hecho, una de las amigas se presenta a declarar ante la Policía TRES SEMANAS después de la masacre, mientras que la otra tarda UN AÑO en declarar ante la Policía por vez primera. Encima, las declaraciones sucesivas de las dos amigas (ante la Policía, ante el juez instructor y ante el tribunal del 11-M) van variando a lo largo del tiempo y presentan contradicciones llamativas.
Solo nos quedaba, por tanto, R-10 como testigo de cargo fiable contra Zougham. Pero lo que hoy revela Casimiro García Abadillo viene a desmontar ese último testimonio:
- en primer lugar, el testigo reconoce que no está 100% seguro de que fuera Zougham la persona que vio.
- en segundo lugar, el testigo dice que es falso que él reconociera fotográficamente a Zougham ante la Policía el día 16 de marzo, tal como la Policía sostiene.
- en tercer lugar, el testigo dice que la persona que él vio era de pelo muy liso, mientras que Zougham lo tiene bien rizado.
En conclusión, El Mundo remacha hoy los datos que hemos venido publicando a lo largo del tiempo, y que apuntan a que resulta completamente inverosímil que Zougham colocara ninguna bomba del 11-M.
En los próximos días tendremos, con toda seguridad, nuevos datos.
Vaya fiasco, juicio, jueces y toda la parafernalia de los de la kgb dirigidos y orquestado por maquiavelo. Con todos ellos haría un caldo, y seguro que no me lo podría beber de venenoso que estaría.
ResponderEliminar¡Queremos saber la verdad!