Alerta Digital
Alberto Granados Garmendia.- Las políticas de discriminación “positiva” (o “acción afirmativa”) se componen de una serie de normativas y decretos cuyos supuestos fines son, entre otros, la integracion socio-laboral de los inmigrantes.
Para ello se les otorga ventajas fiscales, laborales, sociales, economicas, en las ayudas a la vivienda, en becas de comedor, en plazas escolares específicamente reservadas, favoritismos y subvenciones mediante diversas organizaciones “no gubernamentales”, y un largo etcétera. ¡Hasta en los vales de comida gratis tienen preferencia los inmigrantes sobre los nacionales!
No es un mito ni una leyenda urbana como insinúan los pro-inmigracionistas a sueldo, es información rigurosa corroborada documentalmente. Sirva como ejemplo el díptico elaborado en 2010 por el Ayuntamiento de Valencia, con mayoría absoluta del PP, donde se concede a los empresarios entre 3000 y 6000 euros por cada inmigrante contratado, discriminando a los españoles parados que perfectamente podrían realizar esos trabajos. Y todo, por supuesto, en nombre de la “integración”: http://bit.ly/vIQrAm
En un país al borde del colapso, con cinco millones de parados y 7,5 millones de inmigrantes (de los que solo 1,7 millones cotizan a la ss), no hacen falta políticas de “integración” que excluyan a los españoles, sino de repatriación urgente, especialmente de ilegales, delincuentes y parados de larga duración.
Rafael Blasco, ex-conseller de Inmigración
Uno de los artífices de las catastróficas políticas inmigracionistas en la comunitat valenciana es Rafael Blasco Castany, que hasta noviembre de 2010 fué conseller de solidaridad y ciudadanía en dicha región. En una rueda de prensa convocada el 3/11/10 para celebrar su Informe Anual sobre Migraciones e Integración “CeiMigra”, afirmó sin ruborizarse que España aún necesitaba 4,5 millones de inmigrantes más. Esta tendencia por abrir nuestras fronteras de forma irresponsable para que entren millones de inmigrantes esconde una matriz sospechosamente común en todos estos solidarios profesionales con pasado marxista (Ver aquí la noticia de La Vanguardia-1976, sobre la detención de Rafael Blasco, máximo dirigente en Cataluña del grupo terrorista FRAP:
http://img5.imageshack.us/img5/7885/blascofrap.jpg), actualmente reciclados como dirigentes de alguna ONG o como “conselleres” de inmigración en el PSOE, en el PP y en partidos regionalistas. Sus intenciones no son otras que continuar el proyecto de ingeniería social que no pudieron aplicar en sus años mozos, para lo que es necesario la desintegración previa de la sociedad española.
El igualitarismo socialista como base doctrinal
Según los teóricos de la discriminación positiva y otras políticas análogas, para alcanzar una idílica sociedad igualitaria, progresista y multicultural (eufemismo de auto-destrucción) es necesario perjudicar a la población autóctona mediante favoritismos estatales que beneficien a los inmigrantes. Así se conseguiría, según estos ideólogos, una sociedad equitativa con individuos igualados, ignorando los efectos negativos que la inmigración masiva provoca en el país.
Esta forma de discriminación y de ingeniería social se disfraza de palabras bonitas, como “tolerancia”, “igualdad” o “progreso” para evitar el rechazo intuitivo que lógicamente produce en cualquier persona medianamente formada. Supone además un agravio contra los intereses de la población española, pues otorga prebendas a los foráneos extraídas de un Estado de bienestar al que no han correspondido previamente con deberes y méritos. Estado de bienestar que no es gratis, sino que ha sido construido con el esfuerzo y sudor de los padres y abuelos de la población autóctona perjudicada.
No podemos seguir permitiendo que los dirigentes de este país sigan traicionando al pueblo que representan. Hay que desenmascarar estas políticas de discriminación “positiva”, llevadas a la práctica por las administraciones de los partidos políticos del arco parlamentario actual, y denominarlas como lo que es: racismo antiespañol.
Pero esto que es, esto es un despiporre. Estos del bipartidismo son todos iguales, unos meapilas.
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