J. M. ALONSO / Bayona
Enviado especial
23/06/2011/El Mundo
Bienvenido al pueblo de los indignados. Sin alcohol ni drogas. La resaca en el campamento de Bayona no es de las que deja mal cuerpo. Al contrario. Aún perdura la borrachera de felicidad por haber contribuido a impedir, junto a simpatizantes abertzales, que la Policía francesa detuviera 24 horas antes a la ex dirigente de Batasuna Aurore Martin, reclamada por la Justicia española.Fue una noche de celebración para el medio centenar de personas que acampa diariamente desde hace un mes en un parque junto a la céntrica plaza Paul Bert, muy cerca del hogar de la hermana de Martin, donde la policía protagonizó el arresto frustrado, y a escasos metros del denominado café Des Pyrenees, donde refugiaron a la dirigente abertzale tras su liberación. El movimiento solidario había triunfado.
Su ayuda no fue casual. Sabían a quién estaban ofreciendo cobertura y por qué pesa sobre la cabeza de Martin una euroorden de detención. «Conocemos la situación y somos solidarios con su causa y con el movimiento vasco. Todos somos conscientes de la represión al pueblo vasco», expone su portavoz, Isabel van Branteghem, alias Itza, una joven gallega de ascendencia belga que lleva desde 2006 en Bayona.
La solidaridad con Aurore Martin no es nueva. El pasado sábado, una delegación del campamento de indignados acudió a Biarritz para respaldar a la ex dirigente de Batasuna al tener constancia de que iba a salir de la clandestinidad en la que ha estado sumergida seis meses para participar en un acto organizado por colectivos independentistas.
La consigna es actuar contra una euroorden de detención que, según sostiene Itza, «atenta contra lo que tratamos de luchar, la falta de libertad de expresión en España».
Así, recalca que se le pretende arrestar «simplemente por expresar sus ideas dentro de una formación, Batasuna, que en Francia es legal». Por ello, no le da ninguna importancia a que el juez Pablo Ruz acuse a Martin de integración en organización terrorista: «Se ha acusado tantas veces a gente inocente por sus ideas...», defiende.
El campamento es consciente de que, si no es hoy, será mañana o pasado cuando Martin sea detenida y extraditada para tener que enfrentarse a la Audiencia Nacional, pero hasta entonces pone sus activos al servicio del entorno abertzale para retrasar todo lo posible lo que es inevitable. «Vamos a luchar con todas nuestras fuerzas para retardar su captura», advierte Itza.
«Si nos piden apoyo, acudiremos». En esta máxima no hay debate, ni es motivo de asamblea. Es sí o sí. Están al servicio del «comité de sostén» que rodea a la ex dirigente de Batasuna por si necesita su ayuda.
«Esperamos a lo que nos digan ellos. Nosotros no vamos a actuar por nuestra cuenta, en contra suya», sostiene Jorge Gómez, un chileno que lleva 24 horas en Francia y que participó en la operación de rescate que tuvo lugar el día anterior.
«Estábamos con el almuerzo y un compañero nos avisó de que la policía iba a detener a Aurore», rememora Gómez. Tras la alerta, la mayoría de las personas que se encontraban en el campamento, unas 20, salió corriendo y en «tres minutos» ya habían «llegado a la casa». En la escalera se juntaron con el primer frente de presión y conformaron un grupo de acción de unas 30 personas que impidieron que «unos cinco agentes encapuchados» se llevaran a Martin.
«Los policías pensaban hacerlo todo muy rápido. Todo fue muy veloz. Enseguida, la policía que intervino perdió el control de la situación», detalla.
«La solidaridad y la rápida capacidad de respuesta impidió su arresto». Quien habla responde al nombre de Yannick, la persona que dio el toque de aviso al campamento, al enterarse a escasos metros de la operación policial por boca de los simpatizantes abertzales. Insiste en que lo único que ha hecho Martin «es hablar cuando está prohibido en España, pero no aquí», de ahí que, asegura, «siempre que necesite nuestra ayuda allí estaremos».
Dice que el campamento de indignados «se mueve sólo por la solidaridad» y que no son «separatistas». Su lucha es «defender los derechos de Aurore».
Otra cosa es, según precisa, apoyar la independencia del País Vasco, algo que, en todo caso, se «debería debatir en Asamblea». Pero ahora lo que les ocupa es «la libertad de expresión»; y eso, dicen, es lo que les mueve a oponerse a la detención y extradición de Martin.
JAVIER G. NEGRE / San Sebastián
23/06/2011
San Sebastián, sin bandera española
Hasta la irrupción de la coalición abertzale, el símbolo español estaba emplazado a la derecha del salón, junto a la bandera de la Unión Europea y la ikurriña, mientras que las enseñas guipuzcoana y donostiarra estaban ubicadas en el otro lateral. De esta forma, la rojigualda ocupaba «un lugar preferente», como establece la Ley de Banderas, y que coincidía con el punto en el que la institución tenía «instalados sus símbolos de representación», como fija el Tribunal Superior del País Vasco.
A pesar de estos imperativos legales, la bandera española fue la única que no sobrevivió a la mudanza anunciada la pasada semana por Juan Carlos Izagirre, que devolvió al salón de recepciones, 24 horas después, todas las banderas, salvo la española, según pudo comprobar in situ EL MUNDO.
Desde el Consistorio donostiarra, aseguran que el símbolo español no ha sido restituido «en otro lugar preferente» que podría ser el hall, el salón de plenos u otro espacio donde se haga constar «su presencia de forma pública y notoria». «Me he recorrido todo el Ayuntamiento y no hay ni rastro de la bandera española», señala una edil popular, que insinúa que la rojigualda permanecerá «en un trastero» mientras siga Bildu.
Según los populares, la rueda de prensa en la que Juan Carlos Izagirre anunció la retirada de todas las banderas para hacer «unos retoques en el mobiliario» respondió a una «maniobra de distracción» de Bildu para deshacerse de la enseña sin levantar controversia. «Yo pensaba que Izagirre había retirado todas las banderas hasta que un día entré y me llevé la sorpresa de que sólo faltaba la española», sostiene un edil.
Bildu ha retirado en los últimos días de nuevo las banderas de la Unión Europea y de Guipúzcoa, manteniendo sólo la ikurriña y la municipal, tras conocer que un fotógrafo de este diario estaba intentando tomar la instantánea del salón. «Han querido dejar todo preparado antes de que aparezca en los medios para poder argumentar que no sólo han quitado la bandera de España», dice un edil del PP. Bildu, en cambio, sí que ha respetado la primera parte de la Ley de Banderas, que especifica que la enseña debe ondear en el exterior.
«No creo que vayan a quitarla porque saben que les podría traer problemas», esgrime un edil, que no duda en hacer su quiniela. «El próximo en caer será el retrato del Rey que hay en el Salón de Plenos», alerta
LEYRE IGLESIAS / Bilbao
23/06/2011
Por algo se empieza, y luego todos sabemos como acaba. Creo que los que decis que estáis indignados, habéis perdido el norte, nunca mejor dicho, y ahora los que nos indignamos somos los demás.
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