Contundente, Rajoy asegura que Bildu es "la nueva trampa de ETA" y que "se está viendo confirmado con los hechos". Ovación total del PP.
La firmeza contra el brazo político de ETA fue la puntilla para noquear al agonizante Gobierno socialista. Tras hacer un repaso de la situación económica que atraviesa el país, Mariano Rajoy hizo un paréntesis para protagonizar el análisis más concreto a propósito de la entrada de Bildu en las instituciones municipales y forales del País Vasco y Navarra jamás hecho hasta la fecha.
Lo primero que quiso dejar claro es que, si bien acata la sentencia del Tribunal Constitucional, ésta es diametralmente opuesta a su convicción de que Bildu era "una nueva trampa de ETA para volver a colarse en la vida institucional". Y recordó que el PP no estaba sólo en esta convicción: "Es la misma que expresaron las Fuerzas de Seguridad, la Fiscalía, la Abogacía del Estado y el Tribunal Supremo", resumió.
Una convicción, continuó, "que se está viendo confirmada por los hechos". "Han vuelto la intimidación, la chulería y el desprecio a la ley a los Ayuntamientos y Diputaciones Vascas", exclamó, haciendo rugir en aplausos a una bancada popular que quería volver a escuchar a su líder reclamar, en sesión plenaria, dureza contra el entramado etarra.
Rajoy no se quedó en el diagnóstico y, frente a un José Luis Rodríguez Zapatero ni tan si quiera mentó a Bildu en su intervención, le marcó el camino a seguir: "La Ley de Partidos continúa manteniendo plena vigencia, nos hemos dotado de instrumentos, a través de la ultima reforma de la Ley Electoral, que permiten determinar la incompatibilidad sobrevenida de aquellos representantes elegidos que incurran en conductas incompatibles con la democracia".
Y, con los instrumentos judiciales en la mano, se mojó al llamar a la ilegalización inmediata de Bildu: "A esos instrumentos hay que acudir, y acudir sin demoras ni complejos, en cuanto haya causa objetiva para ello, algo que –por lo visto estos días- puede ya haber sucedido".
Por ello, y por si quedaba alguna duda, el jefe de la oposición instó al Gobierno "con toda serenidad pero con toda firmeza" a que "no contemporice ni pase por los hechos consumados".
"Para eso hemos modificado la ley, para que los violentos y quienes los amparan y justifican no se salgan con la suya. Tienen que saber –el Gobierno con sus hechos les debe hacer saber- que los demócratas no les vamos a pasar ni una chulería, ni una amenaza, ni una vulneración de la Ley", concluyó un Rajoy que volvió a ser ovacionado por los suyos.
La situación económica, motivo de adelanto electoral
Contundente fue contra la presencia de Bildu en las instituciones y demoledor una vez abrió la página económica, que le ocupó la mayor parte de su intervención y que hiló como argumento para clamar por un adelanto electoral.
"Es comprensible que trate de amortiguar la extensión de la calamidad. Y si no lo consigue, es normal que trate de eludir su responsabilidad con excusas. Y si no lo consigue, es normal que intente compensar el descalabro con presuntos avances sociales. Y si ni aún así lo consigue es normal que ilumine las esperanzas con promesas rotundas y perspectivas halagüeñas", resumió. Y todo ello, ironizó, "en un vano intento de eludir la verdadera cuestión" recorriendo "todo el abanico de excusas, adornos, promesas y esperanzas".
Pero Rajoy sacudió a Zapatero a golpe de realidad y toreó con maestría en su ya mítico pregunta-respuesta. Y utilizando como estocada el "se le acusa" advirtió que negó la crisis cuando ya estaba implantada en España, que erró en el diagnóstico, que ocultó la realidad y qye, entre otras muchas cosas más, "despilfarró la mejor herencia económica que haya tenido ningún gobierno de España jamás".
"No es la crisis. Es manera particular que tiene este Gobierno de afrontarla", aclaró Rajoy, entre aplausos que se repetían una y otra vez. "Para que Zapatero dimita este martes, ¡Pásalo!", se mandaban paralelamente sus señorías de color azul.
Mientras, Rajoy seguía a lo suyo, a machacar al presidente saliente a la par que ignoraba a un Alfredo Pérez Rubalcaba que hacía de testigo del linchamiento parlamentario: "¿Por qué prologa esta calamidad?", se preguntó, llamando una y otra vez -a su estilo, claro está- a disolver las Cortes y convocar de inmediato elecciones anticipadas.
Da igual que se le llame perro judio, que no tienen agallas ni web para dimitir. Por lo tanto, habrá que esperar y padecer la agonía de esta impasividad de este desgobierno, que España no se merece.
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