MANUEL MARRACO / Madrid
28/06/2011/El Mundo
Otegi abundó en el éxito de la coalición que hoy dirige el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Guipúzcoa y anticipó que esos resultados «mejorarán con el tiempo». Y todo, insistió, como resultado de que había derrotado a ETA al convencer a las bases de la izquierda abertzale de que la estrategia de simultanear la lucha política con la lucha armada era cosa del pasado.
Sus palabras llegaron después de que, para sorpresa general, anunciara que iba a responder a las preguntas del fiscal. En su escrito de acusación, Vicente González-Mota -al que ayer acompañó el fiscal jefe, Javier Zaragoza- pide para cada acusado 10 años de cárcel por poner en marcha Bateragune, una especie de comisión permanente de Batasuna que debía dirigir la izquierda abertzale bajo los designios de ETA.
Otegi declaró que de Bateragune sólo sabía que era un órgano de Ekin -una estructura de ETA- a la que nunca había pertenecido. En su lugar designó a los acusados como «un grupo de debate», «un lobby» o incluso, con cierta insistencia, «el grupo de Otegi».
El fiscal fue exponiendo el evidente paralelismo entre la actividad de los acusados y los pasos que ETA marcaba en documentos incautados. Pero el dirigente abertzale siempre pareció cómodo en la sucesión de respuestas de contenido político. «Si apostar por las vías democráticas es delito, soy culpable», llegó a decir.
Uno de los escasos momentos comprometidos -puesto que suponía un vínculo muy directo con el eje de la acusación- fue cuando le tocó explicar qué hacía una anotación suya sobre el anterior proceso de paz en la que se leía «hacer karpeta y pasar a Bateragune». Salió con que lo que demostraba era, precisamente, que Bateragune eran otros. Y que, aunque no se acordaba bien, seguramente se debía a que dio cuenta a esa estructura de Ekin de la evolución del proceso de paz, tal y como hacía con mucha gente.
A lo largo de más de dos horas de interrogatorio, el acusado volvió una y otra vez sobre la afirmación de que lo que se traían entre manos los arrestados el 13 de octubre de 2009 era «una enmienda a la totalidad» a la estrategia anterior.
Frente a esos planteamientos, una de las preguntas del fiscal expuso su alternativa: «¿No se trata de una división estratégica, con un aparato militar y uno político que no se mezcla para evitar la ilegalización?». Otegi lo negó, añadiendo que lo que ayer expuso en contra de la violencia fuera una postura coyuntural. «Lo que esta en juego es nuestro diseño estratégico. Una bomba nos destroza la estrategia y nos deja sin credibilidad para generaciones. Sería un suicidio».
Otegi explicó que la decisión de poner en marcha esas tesis tuvo su «punto de inflexión» tras el atentado de la T-4 y «la ruptura de la negociación con el Gobierno de Zapatero». No indicó que rechazaran la lucha armada por razones éticas. Más bien prácticas, al comprobar que la acumulación de fuerzas -frente común con partidos, sindicatos...- era «imposible» con atentados. «ETA cree que era posible manteniendo la lucha armada y nosotros no».
El argumento de que había un antes y un después sobre la validez de la lucha armada planteaba un problema para alguien que era un protagonista tanto antes como después. De hecho, Otegi está acusado en la causa de Batasuna/herriko tabernas, centrada en el periodo en el que sí valía el terrorismo. Por ahí hurgó el fiscal: «¿Antes participó en ponencias en la que admitía esa compatibilidad con la lucha armada?». «Es posible», dijo Otegi, antes de llenar su respuesta de matices.
Las decenas de preguntas del fiscal no incluyeron la que protagonizó uno de los últimos juicios contra Otegi. Sí la acabó formulando Voces contra el Terrorismo, que preside José Alcaraz y que reclama para los acusados 14 años de cárcel. Otegi había advertido de que no contestaría, así que la abogada Manuela Rubio explicó que no era necesario leer las 100 preguntas que tenía preparadas. Sólo una: «¿Condena usted a ETA?». El acusado, como cuando se lo preguntó hace un año la magistrada Ángela Murillo, que ayer volvía a presidir el tribunal, no respondió y prefirió aguardar en silencio a que pasara el turno a las defensas.
También declararon ayer Arkaitz Rodríguez, Sonia Jacinto, Amaia Esnal y Txelui Moreno. Todos en la línea de Otegi. También lo hizo el ex líder de LAB Rafael Díez Usabiaga, que añadió un par de variantes coloquiales a lo expresado por Otegi: que habían decidido «abrir el melón» del fin de la violencia y «soltar amarras» con el pasado.
Desde el público, representantes de ERC (Joan Tardà), Aralar (Jon Abril) y EA (Pello Urizar) apoyaron a los acusados. En el caso de Urizar, podrá volver a hacerlo de manera más rotunda, porque finalmente el tribunal ha aceptado que comparezca como testigo a petición de Otegi.
OORBYT.es
>Vea hoy el análisis de Santiago González.
ÁNGELES ESCRIVÁ / Madrid
28/06/2011
Un etarra excarcelado por enfermo quebranta otra vez su condena
En resumen, Azkarate, que disfrutaba del tercer grado penitenciario porque sufre una enfermedad cardiovascular incurable, se ha escapado -al menos nadie sabe dónde está- y, lo que es peor, no es la primera vez que logra eludir las condiciones que justifican su progresión de grado.
José Manuel Azkarate Ramos fue condenado a 51 años de cárcel a finales de los 80 por su pertenencia al comando Bizkaia y, en concreto, por su relación con delitos como el secuestro del directivo del Athletic de Bilbao Juan Pedro Guzmán. Su acceso al tercer grado, en 1992, ya fue objeto de polémica. Se lo concedió la juez Manuela Carmena junto al grapo José Ignacio Cuadro Etxeandia. Los dos estaban en primer grado y se habían negado a alejarse previamente de las motivaciones ideológicas que les habían llevado a delinquir.
La juez Carmena consideró, no obstante, que Azkarate debía salir en libertad porque sufría varices esofágicas crónicas que le provocaban hemorragias internas de forma regular. Desde el Gobierno se mostró entonces cierto desacuerdo porque, según señalaron fuentes penitenciarias, el etarra padecía dicha enfermedad desde antes de su encarcelamiento y esto no le impidió participar en actividades terroristas.
Finalmente, Azkarate escapó y en enero de 2003 fue detenido y encarcelado de nuevo en Martutene. Pero en 2004 volvió a ser puesto en libertad gracias a su penosa salud y en estos momentos pesa sobre él una orden de busca y captura.
En las últimas semanas este etarra no es el único que ha hecho una lectura flexible de su situación penitenciaria. Hace poco Bautista Barandalla, uno de los miembros de ETA puesto en libertad por el Ministerio del Interior por razones de enfermedad grave, optó también por saltarse en arresto domiciliario. Durante horas no se supo nada de un preso sujeto, presuntamente, a control telemático, que se encuentra fuera de prisión a condición de cumplir con las normas de localización. Barandalla es uno de los ocho presos a los que el Gobierno ha puesto últimamente en libertad con condiciones, a causa de sus dolencias
J. M. ALONSO / San Sebastián
28/06/2011
La alcaldesa de Andoain y el PSE negocian en plena calle
A las 8.30 horas, la alcaldesa tuvo que trasladar la reunión con su antecesor en el cargo al pórtico del Ayuntamiento. Allí, de pie, dialogaron por espacio de unos 20 minutos para tratar de reconducir la situación.
Esto es la leche, ahora va a resultar que los malos son buenos y los buenos malos. Y a estos que se escapan, caña, y nada de salir del trullo.
ResponderEliminarSpain ist diferent., no me extraña que lo digan, es de locos.