"hay que dejar en paz a los muertos"

E. LANDALUCE

19/06/2011/El Mundo

La hija de Franco rompe su silencio y declara a «Crónica» que deben dejar a su padre en el Valle de los Caídos y no trasladarlo al panteón familiar

A los muertos hay que dejarlos en paz». Carmen Franco Polo (85 años) pronuncia la frase con la vehemencia sucinta de un axioma. Casi se diría que la duquesa de Franco no se refiriera únicamente a su padre, el general Francisco Franco Bahamonde, sino a todos los muertos de la Guerra Civil que la Ley de Memoria Histórica pretende resucitar y de los cuales, alrededor de 40.000 comparten desde 1975 lugar de reposo eterno con el Caudillo en la basílica del Valle de los Caídos. Casi 36 años después de su muerte, los restos de Franco podrían ser exhumados y trasladados al panteón del cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, donde, desde 1988, reposan los de su mujer Carmen Polo. Un grueso candado cierra el acceso a los visitantes y evita que el vandalismo o el fanatismo perturben la paz de doña Carmen. Solo la familia Franco tiene la llave de acceso a la tumba en que, según algunos, debe reposar el Caudillo.

Se trata de una cripta abovedada, de unos seis metros de longitud y coronada con una cúpula de Santiago Padrós i Elías, casualmente responsable del domo del polémico Valle de los Caídos. Una tumba, concedida por Carlos Arias Navarro cuando fue alcalde de la capital, «demasiado lujosa», como la describió la señora de Meirás a su marido cuando fue a visitarla. Aún hay sitio para unas seis sepulturas más.

¿Pero quiso Franco ser enterrado en el Valle de los Caídos? ¿O acaso hubiera preferido reposar junto a la que fue su mujer durante 52 años? «Mi padre y yo nunca hablamos sobre el lugar donde quería ser enterrado, pero a los muertos hay que dejarlos en paz». Carmen Polo lleva 23 años descansando sola en esa tumba que le pareció excesiva. Después de 1975, apenas se la volvió a ver.

Cuando murió, Don Juan Carlos y Doña Sofía acudieron a su entierro, donde fueron recibidos a gritos de «¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!».

Carmen Franco atiende a Crónica con voz clara, limpia y seguramente hastiada. «Me parece mal. La opinión de la familia es que se quede allí, que es una basílica», ha declarado tras saber que el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero ha encomendado a una comisión de expertos -compuesto por juristas, historiadores, filósofos...- realizar un estudio sobre qué se ha de hacer con los restos del dictador para hacer del Valle de los Caídos «un lugar de reconciliación nacional».

Un miembro de la familia dice que los Franco nunca expresaron su deseo de que el general fuera enterrado en la basílica. «Fue una decisión apresurada que se tomó apenas se produjo el deceso. Estaban confusos y aturdidos». Una indecisión que parece confirmar el testimonio de Rufo Gamazo, periodista, asesor y amigo personal de Carlos Arias Navarro: «Semanas antes de la muerte de Franco, el presidente Carlos Arias preguntó a Carmen Franco Polo si la familia tenía alguna previsión sobre el lugar de enterramiento de su padre: "Ninguna", respondió». Gamazo sostiene que Franco nunca pidió que se le enterrase en el Valle de los Caídos, ni tampoco achaca el destino final de los restos de Franco a la familia. «Seguramente fue decisión del Rey Juan Carlos», que según algunos firmó la petición al abad. La familia Franco dejó hacer. El miércoles, Ramón Jáuregui, afirmó que ya ha habido contactos entre el Ejecutivo y los familiares de Franco ante un supuesto traslado de sus restos. Sin embargo, los Franco niegan que se les haya hecho consulta alguna. Dicen los afectos que el autócrata no concibió el Valle de los Caídos como su mausoleo sino como monumento a la reconciliación de ambos bandos. De momento, sólo los Franco tienen la llave que abre el panteón de Mingorrubio.