FERNANDO LÁZARO / Madrid
06/06/2011/ El Mundo
EL CARGO
El estaba en Interior, él era el máximo responsable de la seguridad del Estado cuando se produce la delación a ETA. Alfredo Pérez Rubalcaba llegó al palacio de Castellana 5 el 11 de abril de 2006. Ya entonces se estaban ultimando las investigaciones sobre la trama de extorsión de ETA que giraba alrededor del bar Faisán. El chivatazo a Joseba Elosua se produjo el 4 de mayo de ese mismo año, cuando ya Rubalcaba tenía perfectamente controladas las riendas del ministerio, porque apenas tocó nada de las estructuras cuando llegó a su nuevo puesto de trabajo. Una de sus primeras decisiones fue ratificar en el cargo al que ya estaba de secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, y al que estaba al frente de la Dirección General de la policía, Víctor García Hidalgo. Además, su control sobre el llamado proceso de paz entre el Gobierno y ETA era total. De hecho, el 22 de mayo de ese mismo año, pese a que ETA seguía abasteciéndose en Francia de armas, salió a la palestra pública para asegurar que los informes policiales verificaban el alto el fuego total de ETA.
CONVERSACIONES
Ya durante meses, los investigadores detectaron, en las conversaciones intervenidas a los implicados en la trama de extorsión, la importancia que estaba teniendo en el llamado proceso de paz, Rubalcaba, entre otros dirigentes socialistas. De hecho, además de la relación con esta trama de dirigentes del PNV, la Policía tuvo indicios de que había también dirigentes socialistas del País Vasco que realizaban gestiones para empresarios extorsionados. Y quien mejor dibuja la importancia de Rubalcaba en esas fechas es el propio Elosua en conversaciones intervenidas por la Policía antes del chivatazo. En concreto, en una de ellas, de 7 de abril de 2004, casi un mes antes de la delación, aplaude el nombramiento de Rubalcaba como ministro del Interior, lo califica de «blando» y lo enmarca dentro de los acuerdos entre ETA y el Gobierno para que avance el llamado proceso de paz. «Ese ya sabes que es blando», indicó Elosua a su interlocutor. «Eso es bueno, tú», «es algo de lo que se habló», «esto va adelante, va adelante», apuntaba el dueño del Faisán.
CONTACTOS CON GARZÓN
La revelación de la existencia del chivatazo provocó un maremoto político y judicial. El caso cayó en manos del juez Grande-Marlaska que, desde el minuto uno, se mostró dispuesto a tirar del carro para desentrañar este episodio de colaboración con ETA. Pero se produjeron maniobras para que Garzón regresara antes de tiempo de Estados Unidos y tomara las riendas del caso. La cercanía de Garzón con Rubalcaba, el juego de intereses, ha sido constante durante los años que el sumario ha estado en manos del magistrado de la Audiencia Nacional ahora imputado por el Supremo. La llegada de Garzón supuso la marcha de la Guardia Civil de las investigaciones. La cercanía del Ministerio del Interior con el Ministerio Público fue intensa. La Fiscalía llegó a apostar por el archivo del caso cuando Garzón estaba al frente de las pesquisas.
CESES
Y, pese a saber que su director general de la Policía estaba en el punto de mira de los investigadores por su presunta implicación en el chivatazo, le mantuvo en el cargo. Porque toda la pirámide policial se veía afectada por el soplo a ETA. Los encargados de las pesquisas situaron como presuntos responsables de la delación a García Hidalgo, al jefe superior del País Vasco y a un inspector de Vitoria dedicado a la lucha contra el terrorismo islamista. Solo cuando supo que finalmente los investigadores iban a incluir el nombre de García Hidalgo en sus informes, decidió cortar amarras y, pese a que lanzó una gran loa sobre él, destituirle como máximo responsable de la Policía. Pasaron meses hasta que trascendió que los agentes habían puesto ya negro sobre blanco, en documentos remitidos al juez, la posible responsabilidad de los aún tres imputados y de otros dos mandos policiales (otro comisario y una inspectora jefa) que judicialmente no resultaron finalmente acusadas. Pese a ello, Rubalcaba no abrió expediente disciplinario a ninguno de los mandos imputados y los mantuvo en sus respectivos cargos.
INDICIOS
EL MUNDO desveló que en las comunicaciones analizadas por los investigadores aparecían llamadas del número dos de Rubalcaba, Antonio Camacho, con el imputado García Hidalgo en los momentos álgidos del caso; no solo en la fase previa y en la inmediatamente posterior al chivatazo, sino también con contactos durante las pesquisas, meses después de los hechos. Y, lo más peculiar es que Camacho comunicaba con el aún imputado en un número de teléfono de tarjeta prepago. Además de las llamadas al móvil oficial, también le llamaba a ese teléfono «de seguridad». Y, casualmente, ese número prepago correspondía al número que el etarra Jon Iurrebaso mostró como salvoconducto a la Policía francesa cuando fue detenido en marzo de 2007. Iurrebaso formaba parte de la estructura etarra que negociaba con ETA.
ACTAS
Las actas remitidas finalmente por la juez francesa Laurence Le Vert después de meses de espera dejaron constancia sumarial de muchos de los detalles de la negociación de ETA con el Gobierno de Zapatero. Y entre el material, la constatación de que el chivatazo del bar Faisán formaba parte de la negociación. En las actas incautadas al dirigente de ETA Thierry en 2008 se ve cómo los negociadores del Gobierno califican de «accidente» las detenciones de los miembros del aparato de extorsión de ETA. El dirigente de etarra incluyó en sus actas que el representante del Gobierno aseguró que habían dado orden a la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Ertzaintza para que realizaran detenciones, «pero esas órdenes no se pueden dar por escrito».
LOS NEGOCIADORES
Uno de los episodios más reveladores del papel de Rubalcaba en este proceso y que mantiene sobre él la sombra de la sospecha no son solo las actas de ETA sino las declaraciones prestadas ante el juez Ruz por los negociadores designados por el Gobierno. Y es que Javier Moscoso, que fue llamado a la Audiencia Nacional tras conocer el juez el contenido de las actas remitidas por Le Vert, puso en sus justos términos el papel de Rubalcaba en el llamado proceso de paz con ETA. Explicó que fue el vicepresidente quien le designó negociador mucho antes de que se le nombrara ministro del Interior. Son muchos los que defienden que Rubalcaba poco o nada tiene que ver con el chivatazo porque se produjo poco después de que llegara a Interior. Pero el hecho de que estuviera antes ya en la cocina de la negociación, eligiendo los negociadores, y que en el proceso se pusiera en valor el chivatazo, derrumba esta tesis defensiva.
CONVERSACIONES
El PP ha sometido a una intensa presión a Rubalcaba. En varias ocasiones le ha arrancado respuestas que poco o nada casan con los avances en las investigaciones judiciales. El ministro aseguró por escrito que ni él ni su número dos, Camacho, fueron informados la víspera del chivatazo de que se iba a producir una actuación policial contra el entramado del bar Faisán, y eso que entre los detenidos figuraba el fallecido dirigente del PNV Gorka Aguirre. Sin embargo, el fiscal del caso apuntó que la actuación de la Policía sobre este entramado etarra tenía que ser conocido por necesidad tanto por Rubalcaba como por Camacho. De hecho, García Hidalgo, en su declaración, aseguró que siempre informaba de todo lo que iba a suceder en la lucha contra ETA a su superior jerárquico, Camacho.
CABANILLAS
Las pesquisas avanzaban a buen paso tras la llegada al juzgado del magistrado Pablo Ruz. Pero irrumpió con fuerza la figura del comisario Cabanillas, el que fuera número dos de la Comisaría General de Información cuando sucedió el chivatazo. Y lanzó sospechas contra el investigador del caso, el comisario Carlos Germán. La maniobra de este mando, al que algunos le atribuyen cercanía con los responsables del Interior, tenía como finalidad tumbar los informes policiales que apuntaban a la cúpula de la Policía como responsable de la delación. Cabanillas señaló a Germán como el autor del chivatazo y denunció una llamada de Garzón a Grande Marlaska la víspera de que se produjera el chivatazo. Cabanillas declaró que Germán quiso borrar la grabación donde figuraba la conversación de Elosua que desvela el chivatazo.
INFORME DAO
El equipo investigador remitió su informe final a Ruz en el que, además de aportar fotogramas de uno de los imputados en el bar Faisán la mañana el chivatazo, concluía que la delación a ETA tenía una motivación política y la situaba en el llamado proceso de paz. Pero quedaba pendiente una última maniobra de Interior para tratar de tumbar este informe. En apenas dos folios, el Director Adjunto Operativo, número dos de la Policía y cargo de confianza de Rubalcaba, trató de tirar a la basura todo el trabajo del equipo investigador. Elevó al juez un escrito en el que, sin dar ni un solo dato que lo avalara, indicaba que la aseveración de que la naturaleza del móvil del caso es política y se articula en el marco de la negociación», es «aventurada al no estar sustentada en hechos concretos de la investigación».
FERNANDO LÁZARO / Madrid
06/06/2011
Rubalcaba teme un fuerte desgaste político por el chivatazo
Pero sí está preocupado, y mucho, aunque públicamente trate de restarle importancia, por el alcance del caso Faisán, por el recorrido judicial que aún le queda y el que le pueda quedar político al caso del chivatazo policial a ETA.
Y esta preocupación la ha trasladado en varias ocasiones a miembros del Gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero. Entiende que este caso puede tener más presión política hacia él que cualquier de los que puedan sacar de paseo desde las filas populares pero su gestión durante el siglo pasado.
Rubalcaba ha trasladado esta inquietud porque entiende que la presión aumentará una vez que avance el procedimiento. Nadie duda de que se producirá un procesamiento. Nadie duda de que habrá un juicio. Nadie duda de que habrá cargos dependientes del ministro del Interior que se sentarán acusados probablemente de revelar secretos a ETA y de colaborar con banda armada.
Y esas acusaciones, según sus analistas, pueden tener un desgaste muy importante durante los próximos meses para el que será (por aclamación de todos los dirigentes del POSE en lo que el PP ha calificado de gran dedazo) candidato a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales.
El titular de Interior, vicepresidente y portavoz entiende que en otoño, el caso del chivatazo retomará con fuerza al primer plano de la actualidad. Y teme no sólo ver sentado en el banquillo a un director general de la Policía nombrado por el primer Gobierno de Zapatero y mantenido tras la llegada de Rubalcaba al Ministerio del Interior. Teme también lo que a raíz de este caso pueda ir saliendo, lo que se pueda conocer o lo que se pueda remover sobre todo de las gestiones realizadas por el Ejecutivo durante el llamado proceso de paz con ETA. En las investigaciones judiciales, policiales y periodísticas del caso se han desvelado muchos de los detalles, conversaciones, compromisos alcanzados por el Gobierno con los terroristas durante sus conversaciones. Además, mantendrá vivo durante la fase previa a la campaña un caso que, a su entender, sí le produce un fuerte desgaste.
Pero, además, el caso del Faisán tiene una segunda derivada política interna dentro del PSOE. Rubalcaba ha sido designado como el candidato. Pero sobre él cuelga esa situación de presión que arrastra a todo el partido. El caso del faisán es un asunto ya conocido por toda la ciudadanía pese a lo prolongado de algunos silencios. Pero además de conocerlo, lo entiende por su sencillez y sabe de los bloqueos políticos a las investigaciones. Además, la cara de la responsabilidad política es la del ministro del Interior. ¿Y la otra dirigente del PSOE que aspiraba a suceder en la candidatura a Zapatero? Carmen Chacón ya ha dejado claro en sus círculos cercanos que a ella, por ese caso, jamás le hubiera podido atacar la oposición si hubiera sido la candidata del PSOE a las próximas generales. Según explicaron a EL MUNDO fuentes cercanas a la titular, Chacón admite que no podría ser atacada ni por este caso ni por los episodios oscuros de la gestión del Ejecutivo de Felipe González, donde sí estaba Rubalcaba. A ella únicamente le hubiera podido atacar Rajoy por la gestión del actual del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero y por la suya al frente del Ministerio de Defensa, nada más.
Valiente infamia, todos sabía todo, y ahora escurren el bulto. Que paguen por lo que han echo.
ResponderEliminarY espero que se den otro buen batacazo los que dicen ser socialistas, que no lo son, y en especial el halcón.