MIGUEL M. ARIZTEGI / Bilbao / El Mundo
Al acatar la resolución judicial, el órdago del líder de los nacionalistas vascos, Iñigo Urkullu, se queda en farol y el Ejecutivo puede confiar en que el PNV le siga asegurando la necesaria mayoría en el Congreso.
Fue Josu Erkoreka quien recondujo el tajante discurso de Urkullu, que el día anterior amenazó con suspender relaciones y dejar de sostener al Gobierno.
Era la escenificación de un acercamiento previo, pues Urkullu habló por teléfono con el presidente del Gobierno nada más lanzar su ultimátum, y acordaron darse «un tiempo» antes de tomar decisión alguna y esperar a la resolución del Tribunal Constitucional.
Hay «un cierto compromiso para darnos un tiempo, un margen de confianza, esperar acontecimientos, ver cómo se pronuncia el Tribunal Constitucional y, a partir de ahí, retomar las conversaciones para recuperar la sintonía», explicó Erkoreka.
Después, dijo que, para recuperar la confianza perdida, «primero» el Tribunal Constitucional debe corregir al Supremo y dejar a la coalición abertzale presentarse a las elecciones del 22-M, y después se tiene que producir «un cambio» en la «actitud» del Gobierno. «Si no, no va a tener nuestra confianza en absoluto», advirtió.
Tras insistir en las críticas al Ejecutivo por «provocar» el pronunciamiento del Tribunal Supremo, el portavoz nacionalista recomendó al Constitucional que dicte el fallo «con el rabillo del ojo puesto en lo que pueda decidir el Tribunal Europeo de Derechos Humanos». A su juicio, la prohibición de concurrir a las elecciones no se entendería fuera de nuestras fronteras.
Con todo, Erkoreka matizó que la ruptura de relaciones anunciada por Urkullu, de llevarse a cabo, «supondría que las rompemos definitivamente y que no vamos a tratar con el Gobierno ningún asunto a ningún efecto». Algo «inconcebible» en una institución parlamentaria, porque el PNV está en el Parlamento «entre otras cosas, para mantener interlocución con todos los agentes relevantes de la Cámara, y el Gobierno lo es».
Sólo unas horas separaban las medidas palabras de Erkoreka del anuncio de Urkullu de suspender «toda colaboración y apoyo» del PNV para cualquier «nueva iniciativa» del Ejecutivo socialista. La conversación telefónica del líder nacionalista con Zapatero sirvió para que el PNV dejara de considerar «responsabilidad del Gobierno español la promoción de la tesis en la que se ha fundamentado la resolución del Tribunal Supremo» que anuló las candidaturas de Bildu.
El acercamiento es evidente y el PNV confía en que su idea de la «normalización política» es compartida o, al menos, aceptada por el PSOE y el Gobierno. En cualquier caso, el acuerdo presupuestario en vigor incluye que cualquier decisión sobre esta cuestión sea adoptada «en sintonía» con el PNV.
El portavoz nacionalista en Madrid ofreció un discurso muy diferente al del responsable del partido en Vizcaya, Andoni Ortuzar, que sólo unas horas antes conminó a José Luis Rodríguez Zapatero a «elegir» entre el PP y el PNV. Además, amenazó con impulsar «una movilización social y ciudadana para impedir la operación política» orquestada, a su entender, por un supuesto pacto de Estado PSOE-PP. Palabras viejas nada más pronunciarse, porque el PNV ya tenía la seguridad de que tal pacto no existía.
Porque no sólo los nacionalistas defienden la participación de Bildu. A los socialistas catalanes y a las voces discrepantes dentro del PSE se sumó ayer la del lehendakari, Patxi López. Aunque subrayó su «respeto» por las decisiones de los tribunales, recalcó que falta por conocer la decisión del Constitucional sobre Bildu.
Su apuesta es clara. Tiene «el convencimiento y la seguridad de que Eusko Alkartasuna y Alternatiba ni están al servicio ni forman parte de la estrategia de ETA». Reconoció que ambos partidos podían haber exigido más a la izquierda abertzale para firmar su presencia en la coalición Bildu, pero se limitó a insistir en el «inequívoco compromiso democrático y de oposición a la violencia» de ambas formaciones.
No quiso ir más allá, y el lehendakari invitó a esperar la decisión del Constitucional, «que es garante de los derechos de todos los ciudadanos, de éstos también». Confía López en que los jueces sabrán «solventar esta situación para que efectivamente se garanticen sus derechos».
No le importó al jefe del Ejecutivo vasco -«me da igual», dijo- que su reflexión casase bien o mal con las de la Abogacía y la Fiscalía del Estado. «¿Alguien piensa que EA forma parte de la estrategia de ETA? Esto no supone ninguna fractura dentro del PSE», sentenció.
Sí criticó el «poco rigor democrático» del PNV al amenazar con romper el acuerdo con el PSOE, porque «supone no respetar la separación de poderes». El lehendakari, en cualquier caso, no se va reunir con Bildu porque «de momento no tiene legitimidad legal», y también insistió en que aunque la izquierda abertzale no esté en las elecciones, éstas «serán legítimas».
El cambio en el discurso resultó también muy evidente en el caso del vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, que después de llegar a asegurar que Bildu era «una estrategia de ETA», rebajó el tono para evitar que la sangre llegara al río. Consideró «normales» las discrepancias entre el Gobierno y el PNV por el veto a Bildu y pidió que no se «dramatice» por este motivo. Considera que las distintas opiniones forman parte «del escenario del final de ETA, que se acerca».
El presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, abundó en el giro de opinión al considerar «legítima» la postura del PNV sobre Bildu, y consideró que falta sensibilidad para entender lo que está pasando en el País Vasco, aunque insistió en acatar la sentencia del Supremo y esperar a lo que diga el Constitucional.
Vamos, lo dicho y requete dicho. Un paripé el tema del supremo, y ahora toca el decir si, porque es lo que han firmao.
ResponderEliminarComo siempre engañarán a los españoles y pelillos a la mar.
No nos merecemos un gobierno que nos mienta (palabras dichas por rubalcaba)