MANUEL MARRACO / Madrid / El Mundo
La tesis recogida en el Informe Final de Conclusiones sostiene que el chivatazo tuvo un «móvil político» y que lo ejecutaron el jefe superior de Policía del País Vasco, Enrique Pamies, y el inspector de Vitoria José María Ballesteros, todo siguiendo órdenes del ex director general de la Policía Víctor García Hidalgo.
En su comparecencia, Elosua declaró que recibió la llamada del chivatazo 10 o 15 minutos después de llegar al bar. La vigilancia policial indica que llegó a las 11.08 horas. Sumándole los 15 minutos, dan las 11.23, el mismo minuto en el que los investigadores sitúan la llamada clave. Según fuentes presentes en el interrogatorio, Elosua también cuadró el momento en el que se marchó del bar para frenar la operación que ETA tenía en marcha. No lo hizo inmediatamente, sino que permaneció en el local otros 45 minutos, lo que vuelve a encajar con la secuencia del Informe Final y desbarata la tesis de las defensas de que el chivatazo tuvo que producirse más tarde, justo antes de su salida.
Además, Elosua también convirtió en intrascendente el hecho de que estuviera en la perfumería de su hija unos minutos antes del chivatazo. Ni siquiera entró, sólo saludó desde la puerta y se fue al bar, situado a pocos metros. Es decir, que no estaba ya en la perfumería, sino en el bar, a las 11.23 horas.
Entre tanto revés, el dato al que se agarraron ayer las defensas fue que Elosua negó repetidamente que Ballesteros fuera quien le entregó el móvil desde el que le dieron el soplo, algo que el dueño del Faisán ya había hecho en dos comparecencias anteriores. La primera, ante una serie de fotografías. La segunda, la más rotunda, en una rueda de reconocimiento en la propia Audiencia.
Ayer, la intención del juzgado no era hacer una diligencia de reconocimiento, razón por la cual no se le mostró ninguna imagen. Fue Elosua el que durante su declaración afirmó algo así como «olvídense, he estado viendo las fotografías de la prensa y no es esa persona». Se refería a los fotogramas incorporados al Informe Final y publicados por este diario, que mostraban a Ballesteros saliendo del Faisán. Elosua, imputado por pertenencia a ETA y por amenazas terroristas, esgrimió su condición de «católico» para dar credibilidad a sus palabras.
La réplica a esa afirmación llegó del fiscal del caso, Carlos Bautista, que según las defensas hizo un «duro» interrogatorio a Elosua. Bautista le preguntó si en el momento de la llamada había alguna persona en el local que le resultara extraña, al margen de quien le entregó el teléfono. La respuesta fue que no, que a todos los demás los tenía ubicados, que «eran de Iparralde (País Vasco francés) o hablaban francés». Es decir, no había una alternativa a Ballesteros, al que Elosua nunca había visto antes y que en ese momento estaba en el bar, según demuestran los vídeos en los que él mismo se reconoce. Fueron esas imágenes las que llevaron a la Fiscalía de la Audiencia a retirar la petición de archivo y a respaldar las imputaciones por revelación de secretos.
Tras hora y media de declaración, le tocó el turno al hijo. José Ignacio explicó que, cuando ese día llegó al bar, encontró a su padre «muy nervioso». Acababa de recibir el chivatazo. Dijo que le pidió el móvil para llamar al etarra Cau Aldanur, que debía hacer el traslado de dinero que desencadenaría la operación policial. Elosua no logró contactar con él y decidió ir personalmente a Francia.
El relato del hijo, corroborado por los investigadores, contradecía el del padre, que negó que José Ignacio fuera ese día al bar. Sobre este punto -y con repercusiones sobre su capacidad de recordar a Ballesteros-, el hijo declaró que su padre olvida cosas a menudo, tanto las recientes como las sucedidas hace tiempo.
En otro punto de su declaración, el hijo señaló que nadie entregó un móvil a su padre después de que él llegara -entre las 12.00 y las 13.00-, lo que vuelve a reforzar el criterio de los investigadores para acotar el periodo en el que se hizo la llamada.
A las puertas de la Audiencia, el abogado de Ballesteros, José Luis Vegas, y el de Pamies, José María Fuster Fabra, insistieron en la falta de reconocimiento del inspector imputado. Además, implicaron al equipo investigador en el soplo y dijeron que pedirán que Elosua examine sus fotos (una ya se le mostró, sin éxito). Según fuentes del caso, la tesis que tienen previsto presentar al juez indica que la llamada del chivatazo fue una entre el inspector Carlos G. -a cargo de la investigación contra la red de extorsión y luego del chivatazo- y uno de sus agentes, efectuada poco después del mediodía.
Estamos apañaos con todo esta infamia, haber si ya se clarifica algo el embolao. Esperemos que se haga justicia.
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