PABLO PARDO / Washington / El Mundo
Especial para EL MUNDO
El jueves, en un acto en el think tank American Enterprise Institute -un centro de estudios totalmente republicano-, Abrams explicó que propuestas como la de González eran aplicables en los años ochenta, pero que hoy el mundo ha cambiado y no es fácil encontrar refugio para dictadores, en referencia al libio Muamar Gadafi.
Según explicó Abrams después en su conversación con EL MUNDO, «González pensaba que España podía promover una transición a la democracia en América Latina por dos vías. Una era presentando el ejemplo de su propia transición. La otra, acogiendo a uno o dos dictadores de la región en su propio territorio y manteniéndolos controlados». El entonces jefe del Gobierno español utilizó como ejemplo el ex dictador cubano Fulgencio Batista quien, tras ser derrocado por Fidel Castro, pasó los últimos años de su vida en Portugal y España, donde falleció en Marbella en 1969.
Abrams es un destacado conservador que tiene a González en la más alta estima. El jueves se refirió al ex presidente español en el American Enterprise Institute como «uno de los grandes líderes democráticos de su era». Según ha podido saber este periódico de personas que conocen a Abrams desde hace años, «Elliott adora a González porque metió a España en la OTAN, porque criticó a los sandinistas y por su famosa frase de que prefería morir apuñalado en el metro de Nueva York a vivir en una dacha [las residencias de los altos cargos del Partido Comunista soviético] en las afueras de Moscú».
Cuando González formuló su propuesta, Abrams era secretario de Estado Asistente para Derechos Humanos. Era una de las épocas más duras de la Guerra Fría, con EEUU luchando a través de sus aliados para contrarrestar la influencia soviética en América Latina, África y Asia (donde la URSS acababa de invadir Afganistán). Pero también era un momento en el que un grupo de demócratas se acababa de pasar al Partido Republicano al considerar que la política de desarme seguida por Jimmy Carter y, en general, el Partido Demócrata, era demasiado blanda con la Unión Soviética.
Los miembros de ese grupo -llamados despectivamente neoconservadores por sus ex correligionarios- también consideraban que EEUU debía promover las democracias en lugar de las dictaduras, tanto por cuestiones éticas como prácticas (las democracias son más estables que las dictaduras). En el momento en el que Felipe González se dirigió al equipo de Reagan, en Sudamérica, por ejemplo, sólo había tres democracias: Venezuela, Perú y Ecuador. Chile, Paraguay y Brasil eran dictaduras militares, y Argentina y Uruguay habían iniciado la transición a la democracia. Finalmente, los neoconservadores se convertirían en los principales promotores de la invasión de Irak, en 2003.
Menudo pieza está echo.Otan No, bases fuera, y nos metió en la Otán. Y ahora estas perlas,los de la casta se creen dioses, pero no saben que son de barro.
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