sábado, 18 de diciembre de 2010

La victoria política de ETA


José Antonio Zarzalejos - 18/12/2010 /El Confidencial

La afirmación del título puede parecer excesiva, pero no lo es. La ha escrito tan recientemente como el pasado 20 septiembre -y lo hace con toda razonabilidad- el lúcido y siempre luchador Aurelio Arteta, catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad del País Vasco, un analista valiente y profundo según el cual, la desaparición de ETA es, para todos, una inmensa ganancia pero “insuficiente y, desde luego, engañosa como la euforia pase por alto otros cuantos hechos que acompañarán esa desaparición. Si en un estricto sentido militar la banda no ha ganado la contienda (aunque tampoco la haya perdido), en el político se diría con bastante fundamento que ETA ha salido victoriosa. Ha sido ella quien ha arrastrado hacia sus trincheras a la izquierda y a la derecha nacionalistas, sin ella ni “el contencioso” ni sus crecientes pretensiones existirían con parecida virulencia. Según los sondeos, una cuarta parte de la juventud vasca la secunda y la mitad no llega a condenarla del todo. Y, lo que es más, su disolución dejará múltiples herederos políticos que ya han tomado su relevo”.

Para Arteta, los herederos de ETA -aquellos que disfrutaran de los resultados obtenidos por su barbarie- son muchos: los que han clamado y claman contra la ley de partidos; quienes desprecian al Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ratificó la validez de aquella ley y el carácter antidemocrático de Batasuna; los que se han opuesto a la retirada de los símbolos etarras y fotografías de los terroristas; los que combaten el testimonio en las escuelas de las víctimas del terrorismo; los que han rehusado expulsar de los ayuntamientos a los ediles de ANV que no han condenado el terrorismo. Y sigue Arteta: “tardará en llegar el tiempo del arrepentimiento y del perdón” y añade, con la valentía que cientos de miles de vascos no han tenido, banalizando el mal del terrorismo nacionalista tal y como lo describía en la época nazi la escritora judía Hannah Arendt, “todos ellos -en referencia a la izquierda y a la derecha abertzale- unos sin reprobar nunca y otros nunca demasiado las andanzas de la banda, siempre han compartido en lo esencial sus fines. A sus ojos, y como mucho, ETA es mala tan solo porque mata, no por lo que pretende al matar".

Nacionalismo y ETA: comunidad de fines

El catedrático vasco tiene razón: ahora sobra ETA pero no los fines por los que la banda ha dicho luchar. ETA sobra -le sobra al PNV que se ha aprovisionado de nueces hasta la ingestión después de que los terroristas sacudiesen el árbol con sus pistolas- pero hace poco con la organización criminal había que llegar a un solución negociada en la que debían incluirse contrapartidas políticas. Obtenidas ya estas -¿qué le falta más que la soberanía plena al País Vasco cincelado por el PNV durante casi treinta años de régimen?-, y como dice Arteta, “volveremos a pertrecharnos de las mejores razones para seguir resistiendo a sus herederos”. Y aquí quiero llegar, en compañía de las tesis de Arteta y de otras personas con coraje cívico: la libertad en el País Vasco no dependerá sólo de que ETA desaparezca por completo, sino también y de manera fundamental de que el nacionalismo llamado “moderado” -que sigue teniendo en Sabino Arana su referente fundacional-se reformule por completo, abjure del etnicismo doctrinal, suelte amarras con el dogmatismo idolátrico de la patria a la que todo derecho se supedita y pida también perdón, tanto por sus acciones como por sus omisiones.

Porque ETA y el nacionalismo que en los términos que relata Arteta le ha secundado, han sembrado la hostilidad entre los vascos. Dice Javier Vitoria, ex rector del seminario de Bilbao que “la reconciliación necesita cien años” y acaso sea verdad porque, no sólo ETA, sino también el propio nacionalismo, no se han arrepentido de haber protagonizado una comunidad de fines que ha engullido la vida inocente de casi novecientas víctimas, ha destrozado miles de familias, ha destruido y coaccionado y ha sometido al miedo y la angustia a una parte de la sociedad vasca hasta provocar el mayor éxodo y diáspora de sus gentes como jamás antes en su historia. Y hasta que ese arrepentimiento no se produzca, y se pida perdón y se cumplan y se depuren todas las responsabilidades, la reconciliación no será posible.

ETA quiere terminar impune

Las víctimas del terrorismo etarra, que conocen las tretas de ETA mejor que nadie, firmaron el pasado mes de noviembre un documento conjunto en el que pedían que no se acabase con el terrorismo a cambio de impunidad. La cúpula de la banda ya sabe que su tiempo ha pasado; ya sabe que ha obtenido para sus herederos –en expresión de Aurelio Arteta- tanto cuanto podía aportar a la “patria vasca”. Ahora de lo que se trata es de gestionar un final impune, totalmente impune, para sus dirigentes, pistoleros y cómplices y derivar hacia la llamada izquierda abertzale (que según Otegi “si ETA matase mañana, la izquierda abertzale se opondría”) su legado, su herencia. No hay que luchar, pues, contra una negociación que no se producirá. Hay que pelear democráticamente para que esta fase terminal de ETA culmine con la exigencia de plenas responsabilidades penales. En definitiva y como piden las víctimas: sin impunidad. La banda está empeñada precisamente en obtenerla: dejar de matar a cambio de no ser detenidos sus dirigentes huidos y escondidos; dejar de matar a cambio de que sus presos progresen en beneficios penitenciarios y se atemperen sus condenas; dejar de matar a cambio de que no haya reclamación de indemnizaciones; dejar de matar a cambio de actuar libremente a través de un partido político de apariencia legal. En eso consiste la impunidad: no tanto en obtener más de lo conseguido como en eludir enfrentarse a su propia trayectoria criminal.

Jesús Eguiguren, presidente del PSE-PSOE, auguró para estas Navidades un comunicado de ETA anunciando una tregua definitiva de ETA. Hay rumores muy intensos de que el comunicado de la banda en ese sentido es inminente. La organización criminal es consciente de que no vale en modo alguno ni tregua, ni alto el fuego, sean permanentes y/o verificables. Pero ya ha iniciado una larga partida de ajedrez con el Estado. Ahora de lo que se trata es de demostrar a los criminales que la única estrategia de la sociedad española y del propio Estado es su extirpación policial como único procedimiento para evitar su impunidad.

Nadie cree que ETA deponga las armas (“Soy muy escéptico con que veamos un final total por disolución de ETA” declaraba Ramón Jáuregui el pasado 29 de octubre; “La realidad es que ETA sigue, que ha hecho seguimientos y que se ha podido rearmar” decía el lehendakari López el 28 de noviembre pasado) pero todavía hay demasiados dirigentes políticos que no se atreven a expresar que el único triunfo que nos queda frente a estos criminales -después de un cuarto de siglo de concesiones camufladas inspiradas por el miedo a sus fechorías- es el de que su final sea conforme a la justicia y no a la conveniencia.

Dos apuntes finales: les aconsejo la lectura del ensayo Mal consentido del profesor Arteta editado por Alianza que interpela la conciencia cívica de los que han callado ante el horror terrorista de estos últimos cuarenta años; y les alerto sobre lo que haga y diga el Partido Nacionalista Vasco en este trance crucial y en el que se juega -y es la última oportunidad- su credibilidad democrática. Porque el partido de Sabino Arana ha sido la matriz ideológica de la barbarie etarra y su doctrina la partera de esa criatura atroz denominada ETA (“Euskadi y Libertad”) que se constituyó un malhadado 31 de julio de 1959 en el santuario de Loyola. El PNV está en deuda con la sociedad vasca y con el resto de la española.

1 comentario:

  1. Estimado José Antonio, has dicho lo que yo pienso realmente, lo que ocurre es que yo, por imperativo legal no puedo expresar. Pero el Pnv, debería de purgar su mea culpa en todo este proceso demoníaco, en el cuál ellos se han beneficiado y sin importarles las víctimas inocentes, no digo más que amén.

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