CARMEN REMÍREZ DE GANUZA / Madrid
PNV y PP coincidieron ayer en dar por probado que Felipe González fue el jefe de los GAL. El portavoz nacionalista en el Parlamento vasco, Joseba Egibar, analizó las palabras del ex presidente del Gobierno como «un abierto reconocimiento de responsabilidades, algunas materializadas y otras no, en relación con el terrorismo de Estado». «Despeja la X del GAL y muestra la impunidad en que se movieron los gobiernos socialistas de aquella época», afirmó. La número dos de los populares, María Dolores de Cospedal, dio a las palabras de González el valor de una autoinculpación. «A declaración de parte, juicio resuelto» fue su frase lapidaria.Sigue en página 4
A las afirmaciones de Egibar y Cospedal se sumaron las del presidente del PNV en Álava, Iñaki Gerenabarrena, quien igualmente señaló que González había destapado quién era el «señor X», según el término acuñado tres décadas atrás por el juez Baltasar Garzón para aludir, dentro de la instrucción de los sumarios de los GAL, a su incierto y máximo dirigente.Con sus palabras, hechas al término del primer Comité Ejecutivo celebrado por su partido desde el reciente cambio de Gobierno, Cospedal rebajó un tanto el
viejo refrán castellano que reza A confesión de parte, juicio resuelto, pero su acusación contra el ex presidente del Gobierno socialista fue sobradamente explícita: «Lo que ha aseverado es algo que ya estaba en el acervo común de los españoles: que existió guerra sucia, que se llevaba desde el Gobierno, y que su presidente era el máximo responsable».
Y aún subrayó: «No lo digo yo, ni un periódico, no es un análisis subjetivo: él mismo se está poniendo en situación de decir que la X del GAL es él».
La rotundidad de la declaración de la secretaria general sorprendió por su contraste con el silencio de Mariano Rajoy y del resto de los miembros del Comité Ejecutivo acerca de las palabras de González.
La mayoría de las fuentes consultadas interpretaban ayer que a González se le fue la mano en su pretendido intento ayudar a los suyos, haciendo a la postre un flaco favor a Zapatero y, muy en particular, al que fuera portavoz en su
último Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Pero, fiel a su estrategia y a su discurso, el Rajoy de la monográfica crítica al paro y a la congelación de las pensiones no dedicó una palabra en su intervención ni a González ni a Rubalcaba. Y no porque, como argumentó Manuel Fraga a su entrada en el Comité, «cuanto menos se hable, mejor», sino porque el líder del PP está empeñado en eludir todas las distracciones sobre los problemas que, según insiste, hoy preocupan a los españoles.
Sólo el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, exhortó públicamente a González a «pedir disculpas» y a «no tratar de justificar lo injustificable»; y el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, bordeó el asunto al declarar que «la cesión a ETA y el GAL son las dos caras de un mismo atajo».
Por su parte, Cospedal -sólo a preguntas de la prensa-, lanzó un discreto mensaje de advertencia al vicepresidente Rubalcaba: «Todos aquéllos que formaron parte de ese Gobierno y que negaron hasta la saciedad que eso (la guerra sucia) existía, deberían recordar sus palabras, precisamente, como portavoces de ese Gobierno».
Y es que, por el momento, y sin descartar futuras y aún próximas críticas contra Rubalcaba por su implicación política en los GAL, al equipo de Rajoy le interesó más apretar al Gobierno y al PSOE por el lado de Jesús Eguiguren.
Horas después de que éste anunciara una tregua de ETA para Navidad, Cospedal reclamó, en nombre del PP y de «todos los demócratas», una «desautorización clara por parte del PSOE y de su secretario general» de quien es el presidente de su partido en el País Vasco y cuyo próximo testimonio procesal en favor de Arnaldo Otegi calificó de «absolutamente bochornoso».
Así las cosas, sumadas las palabras de González y de Eguiguren a las aún recientes del propio Zapatero, el PP lanzó ayer una llamada en contra de «la confusión» del Ejecutivo en torno a ETA.
Así, primero, le pidió «prudencia» en las declaraciones; segundo, «no bajar el listón de las exigencias del Pacto Antiterrorista» en relación con Batasuna; tercero, no aceptar los interesados «juegos de palabras» de ETA para «presentarse a las elecciones», o los «anuncios de apariencia del final, sino el anuncio del final». Además, el PP instó especialmente a Zapatero «a que no admita de ninguna manera la presencia de mediadores internacionales».
Sobre los GAL, Cospedal insistió en que «esa etapa de la historia ha servido para demostrar que contra la banda no caben atajos porque las guerras sucias y las ilegalidades son raramente provechosas». Pero la cúpula del PP dejó claro que, hoy por hoy, su prioridad es otra: vigilar al Gobierno para impedir el regreso político de ETA en mayo.
El mismo lo ha dicho todo. Antes lo debió de decir, y no dejar a sus ministros tirados, pero claro, no tuvo bemoles antes, ahora con el tiempo y la edad, parece que si...
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