Como buen Borbón, Don Felipe también se da sus caprichos cuando el guión se lo permite. A finales de septiembre acudió con la Princesa Letizia, y sin niñas, a casa del periodista Ramón Pérez Maura, adjunto al director de ABC, para disfrutar de una cena privada. Don Felipe se relajó tanto que olvidó que había acudido a la cita en su propio vehículo. Ya de madrugada, cuando la Princesa le avisó de que era tarde, Don Felipe se dio cuenta de que llevaba tres gin-tonics en el cuerpo. “Pues vas a tener que conducir tú, no me vaya a pasar como a Jesús Neira”. Un comentario que se convirtió en la gracia de la noche. Y Letizia, con 0,0% de alcohol en las venas, llevó a su marido hasta La Zarzuela.
No es la primera vez que los Príncipes acuden a tomar un ágape a esa residencia, en la que el anfitrión suele convocar a otros periodistas y amigos con los que charlar de diversos temas y, de algún modo, trasladar a Don Felipe lo que se cuece en los diversos sectores de la sociedad. No les faltó tema de conversación. Hablaron de la España de hoy, de la de ayer y de la que está por venir; de la crisis; de cómo salir de ella; de la huelga; de los medios de comunicación.
La cita se organizó para dar a conocer a otro de los invitados, Bieito Rubido, director actual del diario de Vocento. Sus Altezas compartieron mesa con un minúsculo grupo de periodistas, entre los que figuraban Carlos Herrera (Onda Cero), Mariló Montero (‘Las mañanas’ de TVE) y Juan Pablo Colmenarejo (Cope).
Los Príncipes compartieron mesa con gente de su generación y seguramente revivieron aquella cena, hace más de 7 años, que les unió para siempre después de hacerlos coincidir en otro convite -como éste- para que el Príncipe mantuviera un contacto con periodistas. Y allí estaba la Letizia Ortiz reportera de TVE.
No todo son actos oficiales y vivir de cara al público en la casa de los Príncipes. Los herederos también cuentan en su agenda con un tiempo que dedican a su vida privada, descienden de los cielos y se comportan como el resto de los mortales. Y una copita de vez en cuando, si no se conduce, no hace daño a nadie. Si todos los Neiras de España siguieran el ejemplo Real, seguro que entre todos conseguiríamos deshacernos de los alcoholímetros.
Pues eso es lo que hay que hacer, si bebes no conduzcas.
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