En relación con la lucha contra ETA, Alfredo Pérez Rubalcaba es sin ninguna duda el peor ministro del Interior de los últimos veinte años. En cuanto a escándalos acumulados en la lucha contra la banda, habría que remontarse a la época de José Luis Corcuera o Juan Alberto Belloch. Y más allá de esto, no se trata ya de Mayor Oreja, Rajoy o Acebes; Rubalcaba tampoco resiste comparación con el socialista Antonio Asunción, y ni siquiera con Jose Antonio Alonso, que mal que bien consiguió evitar los escándalos mayores en los que Rubalcaba sí se ha visto envuelto.
En su libro El Zapaterato, Fernando Jáuregui y Manuel Ángel Menéndez, narran como Rubalcaba fue nombrado por Zapatero para controlar las conversaciones con ETA, y cómo desmentía estos contactos a los responsables del PP –pese a que estaba involucrado en ellos–, porque "mi tarea es jugar al despiste", decía después. Rubalcaba mintió sobre la negociación con ETA: lo hizo con voluntad explícita de hacerlo, porque ocultó, amparó y coordinó los pactos socialistas con ETA, mientras –como ahora– se indignaba ante quienes denunciaban los pactos que ya se producían. Si Rubalcaba "jugaba al despiste" –en román paladino, mentía a los españoles y a la oposición–, ¿por qué íbamos a creerle ahora que los rumores son tan ensordecedores como entonces? ¿Por qué razón creer en un ministro que ha demostrado ser poco de fiar en vez de creer en uno que sí lo ha sido, Mayor Oreja, y de una política íntegra y valiente, María San Gil? ¿Juega ahora también "al despiste"? ¿Lo sabremos cuándo ya sea demasiado tarde?
Esto es lo peor de Rubalcaba: media España no se fía de él porque negoció con ETA a espaldas de España entera mientras decía que no negociaba. Las víctimas –las que resisten y las ya sobornadas–, los policías y guardias civiles, las asociaciones cívicas nunca han confiado en él, ni antes ni ahora. Sólo ETA expresó su alegría cuando fue nombrado ministro Alfredo "el blando". Éste es el problema de Rubalcaba, que debía haber dimitido hace ya tiempo. Con su pasado más reciente en relación con ETA, y se mire como se mire, no está legitimado para dirigir la lucha contra los terroristas y derrotar a la banda. Es un ministro perjudicial para la lucha contra ETA.
Vaya tela marinera, con lo que le gusta jugar a maquiabelo.
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