lunes, 12 de abril de 2010

El primer atentado islamista en España sigue sin culpables



  1. Las víctimas aún reclaman 25 años después que se siga investigando
Unos bomberos trabajan en los restos del restaurante El Descanso,  destrozado por una bomba el 1985. Foto: ARCHIVO / MARÍA TORRELLAS
Unos bomberos trabajan en los restos del restaurante El Descanso, destrozado por una bomba el 1985. Foto: ARCHIVO / MARÍA TORRELLAS
JOSE RICO
BARCELONA

¿Quién ha sido? Era la pregunta que muchos ciudadanos se hicieron en las horas siguientes a los atentados del 11-M. La respuesta no tardó en llegar, teorías conspirativas al margen. Pero esa misma pregunta se la hicieron durante años las víctimas del primer gran golpe del terrorismo islamista en España, el atentado contra el restaurante El Descanso, en Torrejón de Ardoz (Madrid), en 1985. Hoy se cumplen 25 años del que fue, hasta entonces, el mayor ataque terrorista en suelo español, con el resultado de 18 muertos y un centenar de heridos.
Con el tiempo, Hipercor y Atocha le relegaron al tercer lugar de la macabra lista. Así pues, aunque la respuesta a la pregunta inicial fue la misma que en el 11-M, la verdad no empezó a aclararse hasta un año después. «Las víctimas nos hemos sentido olvidadas durante muchos años», sentencia Cristina Salado, quien cenaba esa noche en el restaurante con su marido y una amiga. De los tres, solo ella sobrevivió.

DESDE BEIRUT / Aquel 12 de abril de 1985, hacia las diez y media de la noche, una potente bomba voló por los aires el edificio, situado cerca de la base aérea de Torrejón. La incertidumbre rodeó el ataque desde el principio, aunque la primera reivindicación, realizada en Beirut pocas horas después, ya fue de la Yihad Islámica. Por ello, se dio por hecho que el objetivo del atentado fueron los militares norteamericanos de la base, que frecuentaban el local, pero la explosión se produjo a una hora inhabitual para los hábitos de cena aglosajones. Todos los fallecidos fueron españoles. El nombre de la Yihad Islámica no era entonces desconocido. Había asesinado a tres personas en dos acciones en Madrid y otra en Marbella, pero ninguna era española. Y nunca había trasladado a España su estrategia de atentados indiscriminados contra intereses de Estados Unidos, habitual ya entonces en otros países. En palabras de Cristina, fue un atentado «raro».
La confusión de los hechos fue aprovechada por otras organizaciones terroristas, incluidas ETA y los GRAPO, para enmarañar la investigación con reivindicaciones múltiples. Se llegó a hablar de conexiones entre grupos de extrema izquierda europeos y de Oriente Próximo, y las discrepancias entre el Cuerpo Nacional de la Policía y la Guardia Civil desembocaron en un sumario de seis tomos que fue archivado en 1987 «por falta de autor conocido». Ahí empezó el olvido que denuncia Cristina. Pasó a ser una víctima del terrorismo, reconocida, pero con la sensación de tener que pedir perdón por su sufrimiento. En los años 90, el caso se retomó dentro de otras investigaciones sobre terrorismo islamista, pero los nuevos interrogatorios no arrojaron luz. La causa se sobreseyó. Dolor, olvido y rabia embargaban a las víctimas, que recibieron indemnizaciones de mínimos.

MILLONARIA RECOMPENSA / El 11-S y el 11-M hicieron más profunda la colaboración entre España y Estados Unidos en antiterrorismo. A finales del 2005, un testigo protegido vinculó a un terrorista de origen sirio con el atentado de Torrejón. Mustafa Setmarian Nasar fue identificado como presunto autor y está hoy en busca y captura. Está considerado un influyente ideólogo de los ataques a Occidente y cabecilla de la última generación de terroristas islámicos.
La esperanza de justicia de las víctimas de El Descanso rebrotó cuando el juez Ismael Moreno reabrió el caso. «El autor ya está claro. Ahora hay que aprovechar las buenas relaciones entre España y EEUU para localizarle y que sea juzgado», reclama Cristina, quien nunca ha dejado de creer en el buen funcionamiento del Estado de Derecho. «Si no, ¿qué nos queda?», se pregunta. Setmarian se casó con una española dos años después del atentado y obtuvo la nacionalidad, aunque su pista pasó en los 90 por Londres y tras el 11-S por Afganistán. Estados Unidos puso precio a su cabeza: cinco millones de dólares. Y hasta hoy.

BUSCAR AL AUTOR / Cristina y las demás víctimas de El Descanso reclaman que nunca se dé por perdida la búsqueda, para que la masacre no quede impune. «La legislación nos tiene que dar la seguridad de que siempre se hará justicia», demanda. A la ley de solidaridad que prepara el Gobierno le pide que sea ambiciosa y que se consiga, por ejemplo, que los delitos de terrorismo no prescriban. A corto plazo, Cristina se conforma con que el foco mediático que hoy, indiscutiblemente, tiene el terrorismo islamista alcance también a aquellas víctimas que lo fueron cuando ese fenómeno aún no aparecía en los libros de Historia.

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