sábado, 26 de diciembre de 2009
El PSOE se deshace en elogios al mensaje navideño del Rey
MODELO DE ESTADO / El discurso de Don Juan Carlos
El PSOE se deshace en elogios al mensaje navideño del Rey
Considera que es «difícil hacer un diagnóstico más acertado y próximo» / Don Juan Carlos utilizó expresiones habituales de Zapatero como economía «sostenible» o «terrorismo internacional»
MARISA CRUZ / MANUEL SÁNCHEZ
Madrid
El PSOE expresó ayer su plena coincidencia con el discurso del Rey en Nochebuena y se deshizo en elogios con las palabras del Monarca. «Es exactamente la guía que anima el trabajo del Gobierno y del Partido Socialista», afirmó la secretaria de Relaciones Internacionales, Elena Valenciano, encargada de transmitir la opinión oficial del partido.
La satisfacción del PSOE resulta obvia porque el mensaje del Rey proporciona un balón de oxígeno al Ejecutivo al referirse a la estrategia frente a la crisis, pedir unidad para la Presidencia de la UE y preparar el terreno para la inminente sentencia sobre el Estatut.
Cercado por los malos datos económicos y los elevadísimos índices de desempleo, sorprendido por los problemas imprevistos en el terreno exterior, herido por su propia descoordinación y falto de peso político, el Ejecutivo encontró en el tradicional discurso de Nochebuena del Jefe del Estado, una medicina para paliar sus males, reforzar su imagen y apuntalar sus estrategias.
Las palabras de Don Juan Carlos, redactadas en estrecha colaboración con La Moncloa, parecían pensadas, al menos en algunos de sus párrafos más significativos, para servir de bálsamo al Gobierno, reafirmando sus políticas y amplificando sus mensajes, justo cuando el Ejecutivo atraviesa sus horas más bajas.
En el texto incluso se aprecian expresiones profusamente utilizadas por el propio presidente del Gobierno cuando aborda, por ejemplo, la necesidad de impulsar un nuevo crecimiento económico «sostenible» o se refiere al terrorismo de raíces islamistas como «terrorismo internacional».
El discurso del Rey giró en torno a tres claves para las que reclamó, al Gobierno y a la oposición, «sentido de Estado». A saber, la urgencia de «redoblar esfuerzos para que España vuelva a crecer y a crear empleo»; la necesidad de «reforzar la cohesión interna y la proyección exterior» y, por último, el deseo de preservar la cohesión en torno a la Constitución superando «tensiones y divisiones».
En este último punto, de las palabras de Don Juan Carlos puede inferirse una cierta intención de preparar e incluso apaciguar los ánimos ante la próxima sentencia del Tribunal Constitucional en relación con el Estatuto de Cataluña.
Se trataría de mitigar la guerra de interpretaciones, la batalla de sensibilidades y la competición partidista que traerá consigo el dictamen que emita el TC tras más de tres años de deliberaciones.
En esta línea el Rey llamó a «superar tensiones y divisiones» y pidió «el más amplio entendimiento y solidaridad entre todos los españoles, entre todas y cada una de las Comunidades Autónomas». «No nos podemos permitir», recalcó, «que las legítimas diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden los ciudadanos».
De sus palabras también se desprende un intento de salvaguardar el buen nombre y la confianza en el TC, cuestionado por sus enfrentamientos internos de carácter partidario y por su excesiva tardanza a la hora de pronunciarse sobre asuntos clave para el futuro del Estado. Así, defendió la «independencia» que, dijo, «debe ser preservada por todos», de las instituciones que emanan de la Constitución.
En relación con la crisis económica, Don Juan Carlos apostó por impulsar «un tejido productivo cada vez más innovador, competitivo y activo en el mundo, capaz de mantener y elevar el bienestar social». Para lograrlo pidió «el más amplio entendimiento y solidaridad entre todos los españoles y entre todas y cada una de las Comunidades Autónomas». «Sirvamos al interés general», reclamó, antes de señalar que para ello es necesario «actuar con inteligencia y generosidad y aplicar la fuerza de la unidad, del diálogo y del compromiso».
Insistió en que «volver a crecer es el reto más apremiante para poner fin al desempleo, garantizando la más alta protección social a quienes lo padecen».
En el terreno económico, también recordó, tal y como suele afirmar el Gobierno, que «son muchos los esfuerzos y sacrificios desplegados a todos los niveles» y que la solución de la crisis «exige trabajar juntos en la misma dirección».
Por último, hizo un guiño a la necesidad de encarrilar el diálogo social a fin de alcanzar pactos que permitan impulsar el mercado de trabajo y los cambios estructurales que necesita la economía. «Es necesario lograr acuerdos entre nuestras fuerzas políticas, económicas y sociales, que permitan, por un lado asegurar la mayor solidaridad y, por otro, acometer las reformas precisas, a fin de lograr una pronta recuperación en un clima de seguridad y confianza».
En el mensaje navideño del jefe del Estado hubo también una mención a la importancia de «consensuar y coordinar al máximo el papel internacional de España» con la vista puesta en el semestre de Presidencia española de la UE que empieza el 1 de enero.
Don Juan Carlos, como suele ser habitual todos los años, recordó a las víctimas del terrorismo y, en esta ocasión, se refirió expresamente al «terrorismo internacional» que mantiene secuestrados «de forma intolerable» a tres cooperantes españoles, cuya libertad exigió.
Al final de su alocución, el Rey apuntó un último problema que ha centrado durante meses la atención de los ciudadanos: la corrupción en las esferas políticas. Don Juan carlos no entró en detalles ni señaló con el dedo. Simplemente se limitó a reclamar esfuerzo y compromiso para que «la honradez sea regla inexcusable de conducta».
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Que va a decir, que está todo echo unos zorros, pues no, dijo lo que todo el mundo espera oir.
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