sábado, 26 de diciembre de 2009
Dos artículos
Dos artículos
26 de Diciembre de 2009 - 16:38:01 - Luis del Pino
El pasado día 21 de diciembre, Gabriel Moris publicaba un artículo en Libertad Digital haciendo un repaso de diversas noticias que hemos conocido en las últimas semanas, directa o indirectamente relacionadas con los atentados del 11 de marzo.
Recordaba Gabriel en su artículo, titulado "La deuda pendiente", algo que a veces se nos olvida: que "dado el silencio institucional sobre el tema, a nosotros, las víctimas, los que pensamos que la investigación del 11-M está por realizar, nos parece que todo ello [la publicación de noticias sobre el 11-M] puede representar, al menos, que el 11-M no se ha logrado olvidar por completo".
Efectivamente, seguimos sin saber quién cometió el 11-M, lo que quiere decir que quienes llevaron a cabo la masacre han conseguido uno de sus principales objetivos: quedar impunes, aunque sea de momento. Pero al menos han fracasado en otra de sus pretensiones: conseguir que el 11-M se olvidara, lo que les hubiera garantizado la impunidad perpetua. Tiene razón Gabriel en su observación: la publicación de noticias sobre los atentados del 11 de marzo tiene, en si misma, e independientemente del contenido concreto de esas noticias, dos efectos principales: representa una esperanza para las víctimas de la masacre y para los ciudadanos que no están dispuestos a olvidar, y constituye un nuevo mazazo para los que pretendieron desterrar el 11-M al baúl de los recuerdos.
Publica hoy, por su parte, José Antonio Baonza, miembro del Instituto Juan de Mariana, un acertado análisis jurídico sobre el último auto de la Audiencia Nacional en el que se desestimaba la solicitud de diligencias presentada por la familia Moris, para intentar averiguar los explosivos que se usaron en los trenes del 11-M. El artículo, titulado "Cosa juzgada y cubrir el expediente", resalta la ausencia de rigor jurídico con la que la Audiencia ha vuelto a rechazar seguir investigando un aspecto (el de los explosivos) que está lejos de quedar aclarado en las sentencias del 11.M, aún cuando nos creyéramos a pies juntillas la versión oficial.
La verdad es que a veces tiene uno la sensación, viendo la desfachatez con que actúan determinados poderes públicos en este tema, de estarse dando de cabezazos contra un muro imposible de romper.
Sin embargo, tal como recuerda Gabriel, es posible que cada uno de esos pequeños cabezazos represente una esperanza en sí mismo.
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Valiente poca vergüenza tiene el poder público.
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