martes, 8 de diciembre de 2009
Carta a la Ministra Chacón
Barcelona 20 de Noviembre de 2009
Sra. Dña, Carmen Chacón
Ministra de Defensa
Señora Chacón:
Cuando el presidente Rodríguez decidió nombrar a la primera mujer de la Historia de España como ministra de Defensa, ya sabe, de ese país que está al sur de Andorra, no actuó de la misma forma que el hoy archimillonario González cuando decidió nombrar al primer civil como Director General de la Guardia Civil: entonces eligió al primero que pasaba por allí, y los resultados ya son historia del choriceo a niveles institucionales. En su caso, el señor Rodríguez decidió nombrar a la primera mujer como ministra de Defensa, no con el criterio de un presidente de verdad, como Sarkozy cuando nombró a una mujer como ministra de Defensa, sino con la clara y decidida intención de culminar la tarea emprendida desde hace tiempo, y a la que él pone la guinda, de convertir al Ejército español en un ectoplasma de muy difícil definición y objetivos. Y para conseguir eso, la eligió a usted, sectaria de segunda fila del PSOE, nacionalista catalana, antimilitarista del clan “¡yo también soy Rufianes”, pero obediente a su amo para quitarle a los militares hasta la última brizna de dignidad.
Le diré que su andadura es como la del caballo o la yegua de Atila. Cada paso que da es, no ya una ofensa a la inteligencia y a la dignidad, sino una deliberada intención de arrancar hasta las raíces los sentimientos, los ideales, la Historia, los recuerdos…que conforman el espíritu de una colectividad humana: la gran familia militar.
La destrucción ordenada, ejecutada y cumplida casi a rajatabla por los disciplinados Mandos, de todo vestigio de la Historia de la España reciente, de la Historia del Ejército, de sus hombres de sus héroes y hasta de sus mártires, se culminará, y antes de que usted deje con un ”¡ahí queda eso!” y se largue a sus labores de telonera política, la tarea encomendada por el peor presidente que ha tenido España desde las segunda glaciación (y posiblemente desde la primera) será llevada con éxito hasta sus últimas consecuencias.
Usted nació cuando yo llevaba ya dos años al mando de una Batería de Costa en Gerona, feliz con mis artilleros, con mi destino, con la vecindad de mis amigos catalanes de aquel pueblecito de la costa, feliz con la España a la que servía y en la que vivíamos… Hoy, que ya es mayorcita, después de pasearse por el mundo acumulando títulos que sorprendentemente no han mejorado en un ápice su parco nivel intelectual, estamos todos inmersos en tiempos de ignominia, y hemos de soportar, porque los Mandos militares lo permiten, que escupa sobre nuestras Hojas de Servicios (y las suyas), sobre nuestros ideales, sentimientos, Historia…, sin que a usted, encantada de haberse conocido, le importe una higa, ardite, rábano o pepino el daño que pueda hacer a tantos españoles.
España es un país extraño, compuesto, según los aires de la Historia, en casi ángeles, hombres, homínidos o androides. Al asistir en Barcelona a la misa por Franco y José Antonio en este último 20 de noviembre, he comprobado el espectacular éxito de la apisonadora zapatera. Un par de centenares mal contados oímos misa en la Iglesia de la Merced, aquella que destruyeron los suyos en julio de 1936 y que se reconstruyó muy poco después de acabada la guerra, habiéndose reinstalado la Virgen Patrona de Cataluña que había sido derribada de la cúpula de la iglesia. Hoy, los homínidos y los androides campan por sus respetos encaramados en el poder, pero a todo cerdo le llega su San Martín que, pese a las imposiciones por aquello de la igualdad de género, lo dejamos así, sólo en cerdo.
No puede España soportar por mucho más tiempo a tanta piraña. A lo largo de la Historia, ha salido de situaciones que parecían de muerte por enfermedad o por suicidio, incluso cuando el enemigo estaba dentro; sin embargo, observamos que el actual horizonte, con tanto cobardía instalada en las instituciones, incluida la que usted manipula a su antojo, nos hace temer que, por nuestros propios pecados, estamos abandonados de la mano de Dios y que ya empezamos a rozar el fin de nuestra Historia.
Mientras se hace fotos con los soldados que se divierten haciendo el ganso como si la fotografiada fuera una cabaretera de visita al regimiento; mientras hace la inútil sideral en temas como el “Alakrana”, ya sabe, el pesquero sin bandera; mientras se saca leyes del flequillo para encabronar la Carrera Militar, usted aun tiene tiempo para empujar al Mando sumiso para que destruya hoy una vidriera, al día siguiente un escudo de España que las ratas aborrecen, otro día arrasarán una Cruz, una lápida que recuerde a mártires que fabricaron los suyos, o algún cementerio que molesta…; se cambiarán los libros, las enciclopedias, y en las escuelas, además de enseñar a masturbarse a los niños, ejercicio de indudable sabor progresista, se les envenenará con mentiras sus pobres cerebros… Y al final conseguirán que crezcan raros androides con un apocalíptico número de identificación en la frente. El objetivo organizado en la Gran Tenida se ha cumplido.
Usted no leerá esta carta, pero puede tener la completa seguridad de que va a correr por Internet como lo que en esta tierra llaman “correcamas”, que a amucha pezuña política va a chamuscar. Y no me lance a los jueces por culpa de esta carta, porque ya sabe que al rey, a la Bandera o al Himno Nacional se les puede insultar por aquello de la sacrosanta libertad de expresión, y yo no la insulto, sólo valoro su siniestro paso por encima del cadáver de España. En todo caso, si tiene ese capricho, hable con ese amiguete que entiende de soluciones finales tipo “Paracuellos”.
Sólo me queda, para despedirme, no mandarla al infierno como me lo pide el cuerpo, porque tratándose de una mujer (ya sabe, la educación “franquista”, etc, etc…) me lo impide, sencillamente la mandaré a hacer compañía a Moratinos en el Limbo, lugar que se cerró hace tiempo pero que por obvias razones tuvo que abrirse para instalar a esa lumbrera apagada de la presunta diplomacia.
Jesús Flores Thies
Coronel de Artillería-retirado
Barcelona
Otro español más cabreado...
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