Ugaitz Errazkin participó en 2008 en los asesinatos de Isaías Carrasco e Ignacio Uria
. «Vete comprando corbatas negras porque vas a tener que usarlas en el entierro de tus amigos», vino a decirle López Peña Thierry, el jefe del aparato político de ETA, al enviado del Gobierno durante las negociaciones de 2007 en un bar de Ginebra. Y el enviado del Gobierno entendió perfectamente lo que le había querido decir cuando los miembros del comando Asti asesinaron al ex concejal del PSE Isaías Carrasco en la puerta de su casa, en Mondragón.
Entre los terroristas que participaron en ese asesinato, todavía en la campaña de las elecciones de 2008, estaba, presuntamente, Ugaitz Errazkin Tellería, considerado actualmente el jefe del aparato de logística operativa de ETA y detenido ayer por la Guardia Civil en colaboración con la Policía francesa en la localidad de Albi, cerca de Toulouse. Para que no quepan dudas, entró en el coche policial al grito reiterado y terco de «Gora ETA, la lucha es el único camino».
Junto a Errazkin estaba José Javier Osés, acusado de perpetrar varios actos de terrorismo callejero en Pamplona y huido en enero de 2009, cuando le dieron la libertad provisional tras el pago de una fianza, y que también guardaba en el garaje de su casa francesa una pistola, un coche robado y matrículas falsas.
Los expertos de la Guardia Civil recuerdan que, tal y como está ETA, Errazkin Tellería es uno de los terroristas de los que están actualmente en la dirección, no sólo con una actitud más irreductible sino también con un con un historial más duro, porque también se le atribuye el asesinato del empresario Ignacio Uria, en diciembre de 2008.
La cúpula de ETA, del mismo modo que lo había hecho al ordenar el asesinato de Carrasco, también quiso conferir a esta muerte, la de Uria, un uso táctico. De este modo, los miembros del comando Asti se convirtieron en el brazo ejecutor de sus advertencias en un momento en el que, dentro de la organización, había una fuerte lucha interna por el poder y una disputa por la estrategia que debía seguirse.
La dirección de la bandajustificóel asesinato de Uria alegando que, como empresario, había contribuido a desarrollar el tren de alta velocidad en el País Vasco, un de los proyectos rechazados por la organización. Pero, en realidad, los jefes de la banda tenían el objetivo de aclarar a la izquierda abertzale y a Eusko Alkartasuna, la formación con la que estaban intentando negociar un trato electoral, que la autoridad estaba en la cúpula, que los nuevos socios no merecían el esfuerzo de declarar una tregua y que, por tanto, bajo ningún concepto eran lo suficientemente importantes como para que la formación del foro soberanista se hiciese a cambio de dejar de matar. «¿Alguien había imaginado que podría ser de otro modo?», escribió ETA, y el que fuera secretario de
LAB, Rafa Díez, se lamentó en una carta en la que constataba que «también en nuestra casa tenemos mala gente» y vio imposible acordar nada con EA tras la última «sacudida»; y con «sacudida» se refería al asesinato de Uria.
Errazkin Tellería formaba parte en esos momentos de un comando que fue desarticulado por la Ertzaintza de un modo un poco precipitado, porque los agentes se temían que estuviera preparando un atentado inminente. De hecho, en los registros encontraron material explosivo preparado. En aquella operación, realizada en mayo de 2009, fue arrestado Manex Castro, que fue quien incriminó en su declaración a Errazkin y a Beñat Aguinagalde, detenido meses después junto a uno de los más importantes dirigentes.
Interior atribuyó entonces a Aguinagalde la autoría material de los dos asesinatos, en los que también había participado el resto del comando Asti, al que se considera asimismo responsable del coche bomba que estalló en la Universidad de Navarra y del atentado contra la constructora Amenabar, en Zarautz.
Respecto a Osés, a quien el ministro Fernández Díaz calificó ayer de «alumno aventajado», fue arrestado en 2007 por un delito de integración terrorista, tenencia de artefactos, estragos e incendio. Fue también miembro de una candidatura abertzale al Parlamento navarro que fue ilegalizada. En total, entre ataques contra sedes socialistas y de UPN, le fueron contabilizadas 16 agresiones. Incluyendo el artefacto colocado en la vivienda del delegado del Gobierno en Navarra, Vicente Ripa. Sin embargo, tras dos años de prisión fue puesto en libertad y se incorporó al aparato logístico de ETA.
. «Vete comprando corbatas negras porque vas a tener que usarlas en el entierro de tus amigos», vino a decirle López Peña Thierry, el jefe del aparato político de ETA, al enviado del Gobierno durante las negociaciones de 2007 en un bar de Ginebra. Y el enviado del Gobierno entendió perfectamente lo que le había querido decir cuando los miembros del comando Asti asesinaron al ex concejal del PSE Isaías Carrasco en la puerta de su casa, en Mondragón.
Entre los terroristas que participaron en ese asesinato, todavía en la campaña de las elecciones de 2008, estaba, presuntamente, Ugaitz Errazkin Tellería, considerado actualmente el jefe del aparato de logística operativa de ETA y detenido ayer por la Guardia Civil en colaboración con la Policía francesa en la localidad de Albi, cerca de Toulouse. Para que no quepan dudas, entró en el coche policial al grito reiterado y terco de «Gora ETA, la lucha es el único camino».
Junto a Errazkin estaba José Javier Osés, acusado de perpetrar varios actos de terrorismo callejero en Pamplona y huido en enero de 2009, cuando le dieron la libertad provisional tras el pago de una fianza, y que también guardaba en el garaje de su casa francesa una pistola, un coche robado y matrículas falsas.
Los expertos de la Guardia Civil recuerdan que, tal y como está ETA, Errazkin Tellería es uno de los terroristas de los que están actualmente en la dirección, no sólo con una actitud más irreductible sino también con un con un historial más duro, porque también se le atribuye el asesinato del empresario Ignacio Uria, en diciembre de 2008.
La cúpula de ETA, del mismo modo que lo había hecho al ordenar el asesinato de Carrasco, también quiso conferir a esta muerte, la de Uria, un uso táctico. De este modo, los miembros del comando Asti se convirtieron en el brazo ejecutor de sus advertencias en un momento en el que, dentro de la organización, había una fuerte lucha interna por el poder y una disputa por la estrategia que debía seguirse.
La dirección de la bandajustificóel asesinato de Uria alegando que, como empresario, había contribuido a desarrollar el tren de alta velocidad en el País Vasco, un de los proyectos rechazados por la organización. Pero, en realidad, los jefes de la banda tenían el objetivo de aclarar a la izquierda abertzale y a Eusko Alkartasuna, la formación con la que estaban intentando negociar un trato electoral, que la autoridad estaba en la cúpula, que los nuevos socios no merecían el esfuerzo de declarar una tregua y que, por tanto, bajo ningún concepto eran lo suficientemente importantes como para que la formación del foro soberanista se hiciese a cambio de dejar de matar. «¿Alguien había imaginado que podría ser de otro modo?», escribió ETA, y el que fuera secretario de
LAB, Rafa Díez, se lamentó en una carta en la que constataba que «también en nuestra casa tenemos mala gente» y vio imposible acordar nada con EA tras la última «sacudida»; y con «sacudida» se refería al asesinato de Uria.
Errazkin Tellería formaba parte en esos momentos de un comando que fue desarticulado por la Ertzaintza de un modo un poco precipitado, porque los agentes se temían que estuviera preparando un atentado inminente. De hecho, en los registros encontraron material explosivo preparado. En aquella operación, realizada en mayo de 2009, fue arrestado Manex Castro, que fue quien incriminó en su declaración a Errazkin y a Beñat Aguinagalde, detenido meses después junto a uno de los más importantes dirigentes.
Interior atribuyó entonces a Aguinagalde la autoría material de los dos asesinatos, en los que también había participado el resto del comando Asti, al que se considera asimismo responsable del coche bomba que estalló en la Universidad de Navarra y del atentado contra la constructora Amenabar, en Zarautz.
Respecto a Osés, a quien el ministro Fernández Díaz calificó ayer de «alumno aventajado», fue arrestado en 2007 por un delito de integración terrorista, tenencia de artefactos, estragos e incendio. Fue también miembro de una candidatura abertzale al Parlamento navarro que fue ilegalizada. En total, entre ataques contra sedes socialistas y de UPN, le fueron contabilizadas 16 agresiones. Incluyendo el artefacto colocado en la vivienda del delegado del Gobierno en Navarra, Vicente Ripa. Sin embargo, tras dos años de prisión fue puesto en libertad y se incorporó al aparato logístico de ETA.
Enhorabuena, dos asesinos menos. Lo malo, que no sabemos cuanto tiempo estarán en la cárcel, porque al paso que vamos....., todos libres y en los ayuntamientos y Gobierno vasco.Porca misera de los de la casta.
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