El ex presidente le informó, paso por paso, de sus actuaciones contra ETA
Ni uno ni otro están por la labor de desvelar públicamente el contenido de ese encuentro. Ni uno ni otro han dado apenas alguna puntada sobre la cita. Tan sólo una persona más conoce íntegro el contenido de ese largo encuentro: Mariano Rajoy.
Apenas había tomado la responsabilidad del Ministerio del Interior, Jorge Fernández recibió una llamada cuando menos sorprendente. Se comunicaba con él el anterior jefe del Gobierno, el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que le pidió una reunión. Era la primera vez que un ex presidente del Ejecutivo se reunía con un ministro del Interior, del partido contrario, cuando ya había dejado el poder.
El ministro, como no podía ser de otra manera, accedió de inmediato a la petición de Zapatero, que se produjo justo cuando la izquierda abertzale comenzaba su campaña para presionar al nuevo Gobierno en favor de los presos de ETA. La víspera, las formaciones radicales celebraron una gran movilización en Bilbao pidiendo beneficios penitenciarios para los terroristas. Además, el lehendakari, el socialista Patxi López, realizó unas declaraciones apostando por cambios en la política con los reclusos de ETA, cambios que permitan avanzar en lo que denomina proceso.
La reunión entre Zapatero y Jorge Fernández se celebró el pasado día 11, en la sede del Ministerio del Interior, en el Paseo de la Castellana, y se prolongó durante más de dos horas.
Rajoy dio el visto bueno a Fernández para que mantuviera este peculiar encuentro. Según explicaron a este periódico fuentes cercanas a los reunidos, ambos salieron muy satisfechos de la conversación, especialmente Zapatero, que le contó al ministro todo aquello que tenía previsto decirle.
Una vez finalizada la entrevista, el responsable de la lucha antiterrorista se comunicó con el presidente del Gobierno para informarle del encuentro. Y le dio punto por punto todos los detalles.
Difícilmente se quedaron datos en el tintero, ya que la información, los datos, los comentarios de Zapatero, tenían la suficiente solvencia como para que el ministro tomara notas del encuentro. Le pareció una información tan relevante como para trasladarla de cabo a rabo al presidente del Ejecutivo.
Algunas fuentes apuntaron que durante el encuentro el ministro llegó a preguntarle a Zapatero si su Ejecutivo tenía algo firmado con la organización terrorista ETA, a lo que el ex presidente contestó y reiteró que no. Sin embargo, desde el Ministerio del Interior, donde siguen reacios a facilitar información sobre este encuentro calificado de «privado», sí precisaron que la reunión no se produjo en esos términos, que ese diálogo no se produjo.
Las fuentes consultadas por EL MUNDO insisten en que la charla se centró en ETA, en los movimientos políticos del Ejecutivo de Zapatero para alcanzar el final de la violencia y en las claves en su política penitenciara de acercamientos y alejamientos.
El aún secretario general del PSOE explicó su hoja de ruta para acabar con la violencia, su apuesta por las medidas penitenciaras, por los laboratorios en cárceles cercanas al País Vasco, los contactos con la izquierda abertzale... Y reivindicó su figura, su papel, su actuación como presidente del Gobierno y el hecho de que ETA haya acabado.
El ministro tomó notas, escuchó y se quedó satisfecho con los datos facilitados, pero en ningún momento se mostró ni de acuerdo ni avaló posición alguna. Agradeció al ex presidente el encuentro pero, al menos en principio, no dio muestras de cambiar de actitud en varios en los principios que sostiene para acabar con ETA, porque el ministro tiene claro que la banda no ha acabado, que sigue existiendo, que no se ha disuelto y que tiene en su poder aún armas y explosivos.
Porque, como ha recordado posteriormente en público, el objetivo del nuevo equipo de Interior es alcanzar la «derrota absoluta» de ETA.
Y éste es el mensaje que también ha trasladado el ministro a las víctimas del terrorismo en una reunión reciente. En su agenda, una de sus prioridades era y es estar cerca de las víctimas de ETA, y fue una de las primeras reuniones que celebró una vez que todo su equipo tomó posesión y se renovó la cúpula policial, incluso al alto mando que fue imputado por su presunta implicación en el chivatazo a ETA.
Tras renovar todos los cargos policiales heredados de la época de Rubalcaba, llegaron los primeros resultados de la lucha antiterrorista de la época de Rajoy. La pasada semana, tres etarras, del entramado logístico de la banda fueron detenidos en Francia. La información para acabar con sus andanzas nació de la Guardia Civil. Viajaban por el país vecino armados y con material que sirve para la fabricación de explosivos.
Desde el Ministerio se insistió en que los aparatos del Estado no bajarán la guardia hasta que ETA se disuelva. «El Estado no está en tregua», recordó el ministro. Desde las diferentes asociaciones de víctimas, recelosas ante el encuentro secreto entre Zapatero y Fernández, que fue desvelado por EL MUNDO, reclamaron al Ejecutivo que mantenga sus compromisos contra el terrorismo.
El PP vasco, dispuesto a renunciar a la escolta
Corría un 13 de julio de 1997. A Txapote no le tembló el pulso a la hora de asesinar a quemarropa a un desconocido concejal del PP vasco. Se llamaba Miguel Ángel Blanco. El terrorista utilizó una Beretta del calibre 22 con un silenciador que no pudo acallar una contestación social sin precedentes ni atenuar el miedo del presidente del PP vasco, Carlos Iturgáiz. Éste ya sabía que ETA ya no sólo buscaba atentar contra jueces y policías e impuso la obligación de llevar protección a todos sus cargos electos. Desde el humilde agricultor de La Rioja alavesa hasta la entrañable limpiadora de Rentería. Sin embargo, 15 años después de promover la socialización de la escolta, la dirección del PP vasco no pondrá ninguna traba, salvo casos puntuales, a la retirada de la protección a sus representantes.
Los dirigentes del PP vasco «están completamente de acuerdo», según fuentes populares, con la reducción de escoltas que está propugnando el Gobierno vasco y sólo pedirá que se mantengan en «casos muy puntuales», como el del simbólico concejal de Amurrio, Santiago Abascal, que realiza su labor en un bastión de la izquierda abertzale.
La dirección del PP vasco considera que el cese definitivo de ETA, la situación de tranquilidad que se respira en el País Vasco, y la acuciante crisis económica son motivos más que suficientes para no oponerse a la reducción de los niveles de protección instigada desde Lakua. Una postura que, aunque todavía no desean reconocer públicamente para no alertar a sus sectores más duros, ya han aceptado internamente y que se ha vislumbrado en pequeños gestos como la decisión del PP vasco de apoyar la reducción del Gobierno vasco de las partidas para escoltas. Además, la dirección del PP vasco es consciente de que esta decisión cuenta con el respaldo de la práctica totalidad de sus representantes.
El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, exigió formalmente hace seis meses a la dirección de los populares vascos que le permitiesen a él y al resto de sus concejales renunciar a la escolta.
No es el único miembro del PP que manifiesta internamente su pesar por tener que ir escoltado en un clima en el que se respira normalidad. Además, son muchos los cargos que ya prescinden de sus servicios cada vez con mayor asiduidad. Es el caso del líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, que en ocasiones puntuales da descanso a sus guardaespaldas y que desea reducir las medidas de seguridad de la sede del PP en Bilbao para hacerla más amable de cara a su campaña de afiliación.
Pues que bien, todos contentos..., y comieron perdices..., en fin.
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