Insiste en su desvinculación pese a la existencia de pruebas documentales
El juez Baltasar Garzón insistió ayer en el Tribunal Supremo en que desconoce «todo lo relativo a los aspectos económicos y financieros» de las actividades que desarrolló en la Universidad de Nueva York (UNY), ya que él era el «codirector de los contenidos académicos» y no solicitó «fondos de ningún tipo a ninguna entidad».
Garzón declaró ayer por segunda vez ante el magistrado Manuel Marchena, instructor de la causa en la que se investiga si el juez pidió y obtuvo de bancos y grandes empresas españoles fondos cercanos al millón de dólares para financiar sus actividades en la UNY. Algunas de esas entidades -en concreto el BBVA- tenían procedimientos abiertos en su juzgado. En el caso del banco Santander, tras su regreso a la Audiencia Nacional Garzón recibió una querella contra Botín -que unos meses antes había autorizado la entrega de 302.000 dólares para unos coloquios dirigidos por Garzón en Nueva York- y, sin abstenerse, la inadmitió a trámite.
Cuando se produjo su primera declaración, el 15 de abril de 2010, sólo se conocía la financiación del Santander a los Diálogos Trasatlánticos celebrados en el Centro Rey Juan Carlos de la universidad neoyorquina. Luego se supo que otras entidades también dieron elevadas cantidades para sufragar un seminario sobre terrorismo, pagos sobre los que el juez no había dado su versión.
Garzón insistió en desvincularse de los aspectos económicos de las actividades que dirigió, pese a las pruebas documentales que se han acumulado en el procedimiento. Ya no es sólo que la memoria oficial del Centro Rey Juan Carlos afirmara en 2006 que fue el juez el que «obtuvo los fondos necesarios» para organizar los coloquios, sino la aparición de sus cartas al presidente del Santander, al que se dirige como «Querido Emilio» y al que indica: «Te mando la propuesta de seminario, que se celebrará si disponemos de financiación suficiente [...]. Te adjunto la propuesta y el presupuesto».
Y ya no son sólo las cartas a Botín, sino las dirigidas a los responsables de las otras entidades que pagaron, así como los correos electrónicos enviados por él o en su nombre por su asistente, María del Mar Bernabé, o por Karen Greenberg, codirectora del seminario sobre terrorismo.
Garzón dijo que él «nunca habló de patrocinios», tesis que mantuvo pese a que el instructor le puso de manifiesto la contradicción existente con las declaraciones de testigos como el presidente del BBVA, Francisco González («el director de Comunicación me comentó que había recibido una llamada de Garzón anunciándole que la UNY se iba a dirigir a nosotros, solicitando patrocinio para la realización de unos cursos») o con el hecho de que fuera el juez el que remitiera los convenios en los que se fijaban las contribuciones económicas y el presupuesto.
En ese presupuesto se consignó una cantidad de 473.373 dólares para un staff integrado, entre otras personas, por el «proyect director». Garzón sostuvo que esa cifra, equivalente a casi la mitad del total del presupuesto, no le incluía a él sino que iba destinada al «personal administrativo o auxiliar» y a «becarios y colaboradores», además de a Greenberg como «directora administrativa». Él era, efectivamente, codirector del proyecto, pero «académico».
Se coge antes a un mentiroso que a un cojo.
ResponderEliminarY siguen las corruptelas de los que dicen ser socialistas, que no lo son.