- Renunció a la independencia del País Vasco
- 04-11-2011 | José Antonio Fúster | La gaceta
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Hace unos días, el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, defendió que desde hace 118 años, su partido no hace otra cosa que reclamar “la soberanía nacional perdida”. Y dijo 118 porque en 1893 fue cuando Sabino Arana juró defender el independentismo vizcaíno hasta su muerte. Lo que Urkullu no contó es lo que la Historia, tozuda, dice que Arana renunció solo nueve años después a la independencia e incluso proyectó la creación de la Liga de Vascos Españolista.
Cada bala disparada por la banda ETA ha ido blindada por la ideología de un solo hombre: Sabino Arana Goiri, creador mesiánico -alrededor de 1893- del nacionalismo vasco. Sin embargo, solo nueve años después, el 23 de junio de 1902, Arana envió una carta a su hermano, Luis, en la que le decía: «Hay que hacerse españolistas y trabajar con todo el alma por el programa que se trace con este carácter. A mi modo de ver, la Patria nos lo exige.
Esto parece un contrasentido; pero si en mí se confía debe creerse. […] Tú ya me comprenderás. Recuerdos a Mari e Isabel. Mu a los chicos. Tu hermano, Sabin».
Los que creyeron ver en la decisión de Arana, pero sobre todo en la expresión “Tú ya me comprenderás”, un ardid, lo dijeron. Muchos notables de aquel PNV aseguraron que eso no podía ser otra cosa que un truco del fundador para evitar la prisión. Hoy, cuando al PNV le da por pasar (de puntillas) por el asunto, también lo fía a una jugada de Arana para evitar que la maquinaria del Estado le arrollara.
Pudo ser así, que la Historia del mundo está llena de cobardes. Pero lo que no es objeto de discusión es que Luis Arana jamás entendió a su hermano. El “tú ya me comprenderás” se quedó en un deseo incumplido.
La verdad, tozuda, es que Luis Arana dijo en voz alta que su hermano se había vuelto completamente loco. El nacionalismo ha tratado también de explotar esa posibilidad -que la enfermedad que le consumía le hubiera enajenado- pero Sabino Arana fue un hombre enfermizo desde su adolescencia (“tísico galopante”, se hacía llamar a sí mismo) y ni el más conspicuo historiador ha encontrado rastro alguno de locura en los artículos y entrevistas que siguieron a su reconversión españolista.
En esas apariciones en prensa, Arana confirmó que “los estados vascos que de hecho son españoles, reconociendo y acatando en derecho esta anexión o agregación suya a España, alcancen dentro de la unidad del estado España, la mayor felicidad moral y material que alcanzar puedan”.No hay locura en tal afirmación, sino sano autonomismo, e incluso Sabino respondió en varios artículos publicados en La Patria a todos aquellos que apostaron por la teoría del ardid o por la de su enajenación mental. Así, en uno de ellos, Sabino fue contundente: “Vasco nacionalista y vasco españolista no se puede ser a un tiempo [...] el partido nacionalista de hoy, sin variar de sujeto ni de medios de acción, renunciaría a su finalidad, que es el nacionalismo, y se haría rigurosamente españolista».
Aquello alimentó un encendido debate en el seno del PNV.Mientras el fundador iba consumiéndose lentamente (aunque jamás supo que su enfermedad era mortal), los más próximos a Sabino, a excepción de su hermano, aceptaron el giro españolista a la muerte del líder, y renunciaron a las siglas del PNV para llamarse «Comunión Nacionalista».
Por lo tanto, el PNV actual no es heredero de Sabino Arana, sino fruto de la desobediencia de unos pocos al creador del mito. Un creador que, en su último año de vida, cuando revistó su obra nacionalista, tuvo que abominar de ella.
Menudo personaje, pues si este pnv de hoy en día no se parece al de su fundador, es por pura coincidencia, porque vamos....., que nos vamos.
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