ÁNGELES ESCRIVÁ / Bilbao
29/09/2011/El Mundo
Los integrantes de la comisión de verificación del alto el fuego de ETA parecen tener la mejor de las intenciones. «Queremos ayudar a la sociedad vasca», «queremos dirigir el final del conflicto», aseguran a pesar de reconocer que no tienen ni idea sobre el País Vasco. Dicen venir «a aprender», aunque admiten que «no hay garantía de que ETA no regrese a la violencia». Únicamente muestran cierta irritación cuando se les hace notar que se puede interpretar que están ayudando a la estrategia electoral de la izquierda abertzale y a las pretensiones de ETA de internacionalizar el conflicto.
En definitiva, son el anzuelo perfecto puesto por los abertzales y el abogado Brian Currin, buscado por éstos, para que piquen los gobiernos español y vasco, y se involucren en un nuevo proceso.
La entrevista dura apenas media hora, de la que los miembros de la comisión emplean 10 minutos en explicar cuáles son los motivos por los que han aceptado el trabajo. Según su portavoz, Ram Manikkalingam, se les hizo llegar que había «una oportunidad para acabar de una vez de forma definitiva con la violencia», y consideraron la posibilidad de aportar sus conocimientos para conseguirlo porque así lo reclaman la sociedad vasca y española y sus gobiernos.
Como quiera que las condiciones de la tregua permanente les parecieron insuficientes y sabían que la banda ya había anunciado otras parecidas anteriormente, pusieron tres puntos de clarificación.
Tenía que ser «unilateral», es decir, «no negociada con el Gobierno de Madrid y ETA». «Independientemente de lo que hagan los gobiernos, ETA ha de sostener la tregua y no puede poner como excusa lo que haga Madrid para violarla», añaden. Y, por último, ha de ser «sin condiciones» y «con el máximo rigor».
Según los miembros de la comisión verificadora, «hemos recibido la seguridad, no llegan a ser garantías, de que ETA está de acuerdo con nuestra interpretación». Afirmaron también que su trabajo es meramente técnico; bajo ningún concepto tienen un criterio político ni quieren tenerlo porque ésa es la parte que le toca hacer al grupo de Currin, que fue a buscarlos porque reconocía que éste ya «no es imparcial». «Lo que intentamos es, de forma seria y profesional, decir lo que es o no la violación de una tregua», sostienen.
Sin embargo, admitieron que su disponibilidad es escasa: «Somos un grupo muy pequeño de gente ocupada. Venimos de Delhi, Belfast, Amsterdam o Ciudad del Cabo y, honestamente, no tenemos tiempo para dirigir las actividades. Lo que esperamos es que diferentes elementos de la sociedad contacten con nosotros para decirnos qué violaciones se están efectuando y así vamos a verificar la tregua».
Como así no es suficiente, añadieron: «Sabemos que necesitamos relaciones con el Gobierno vasco y el español porque disponen de informaciones, pero ahora están en el periodo electoral y es difícil; será nuestro próximo paso».
Su método también es escaso. Supongamos que han de verificar si ETA es la autora del robo de las 200 matrículas de coche la pasada semana. ¿Qué harían si fuera así?, ¿denunciarlo? «Es una buena pregunta. Tenemos problemas con esa respuesta porque hemos empezado hace dos días y hemos de hablar con gente en Madrid, Bilbao y París».
Pero vamos a lo sustancial: ¿quién les ha confirmado que ETA asume sus tres condiciones? Hicimos esta pregunta porque la banda se resistió a poner la palabra «unilateral» en su comunicado, y Batasuna no fue sincera al incluirla en la Declaración de Guernica o de Alsasua. Poco después de la firma de los acuerdos, exigían la legalización de Bildu a cambio de los pasos que habían dado. La respuesta fue: «No quiero comentar quién; usted no tiene por qué creerlo; nosotros confiamos. No decimos que van a mantener la tregua, sino que aceptan nuestra interpretación de alto el fuego».
Cuando se les recordó que el Gobierno no quiere su intervención y que, dado que les ha llamado Batasuna a través de Currin, se convierten en verificadores de parte y pueden perder legitimidad, se defendieron alegando que su intervención es personal: «Deberían ver el trabajo que hacemos y quiénes somos. No hay quién crea que el general indio o yo mismo somos simpatizantes de ETA. Somos un grupo de presión a ETA y no estamos pidiendo que Madrid haga algo. Qué cada uno lo interprete como quiera».
Hay otras dos preguntas que prefirieron eludir y que incluso les parecieron alarmantes. Una de ellas les hacía notar que un trabajo técnico tiene un significado político en esta coyuntura. ¿No creen que pueden estar siendo utilizados por Batasuna, para impulsar su campaña electoral, y por ETA, que es la única que ha pedido una mediación internacional?, se les inquirió. «No sé cómo contestar a eso. Digo que no. Simplemente queremos ayudar, particularmente en el alto el fuego sin entrar en más consideraciones», respondieron.
Con la última únicamente se trataba de averiguar si creen que, tras 40 años de terrorismo y casi 900 muertos, ha de haber vencedores y vencidos. «No lo sé. No tenemos cualificación política para responder a eso», concluyeron
Á. E. / Bilbao
29/09/2011
Ya se sabe, la cabra siempre tira al monte, y en este caso, los ciervos también.
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