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D. C. Madrid
La investigación sobre el escándalo del chivatazo a ETA, lejos de paralizarse y dormir el sueño de los justos en un cajón de la Audiencia Nacional, se reactivará durante los próximos días. Todo está en manos del instructor Pablo Ruz, que no quiere cerrar en falso el Faisán. Un oscuro suceso que ocurrió cuando Antonio Camacho era el número dos del Ministerio del Interior. Las víctimas ya han asegurado que volverán a pedir al juez que llame a declarar a Camacho como responsable de la decisión.
“Las primeras diligencias se adoptarán una vez el Pleno de la Sala Penal notifique el auto al juez y vea en qué puntos debe reforzar los indicios de delito”, apuntan varias fuentes jurídicas.
En este sentido, fuentes cercanas al comisario José C., que fue jefe de la Unidad Central de Inteligencia (UCI) cuando ocurrió el soplo, han manifestado a LA GACETA que “van a aportar al juez las pruebas necesarias para demostrar que el autor del chivatazo fue Carlos Germán, que en aquel momento jefe de la operación contra la extorsión de ETA”.Esto ocurrirá cuando el instructor llame a declarar, otra vez, a José C. Lo que está claro es que el testimonio de este comisario es una pieza clave para el esclarecimiento de los hechos. Así, en febrero de este año acusó a Germán de querer borrar pruebas durante las horas posteriores al chivatazo de la banda terrorista.
Concretamente, José C. le denunciaba de intentar suprimir la conversación entre el dueño del bar Faisán, Joseba Elosúa, y su yerno, que se produjo en el coche de Elosúa después de que fuera avisado de que la Policía iba a actuar contra el aparato de extorsión de ETA.
Además, la Guardia Civil también censuró la actuación de Carlos Germán por manipular intencionadamente y en directo la cinta que grabó el bar Faisán la mañana del día 4 de mayo de 2006. En su informe remitido al juez explican que la cinta tiene dos cortes muy sospechosos que duran tres minutos y 16 segundos. En consecuencia, alguien del equipo investigador los realizó mientras se llevaba a cabo la grabación y no después.
En cualquier caso, sobre esta persona hay grandes sombras de sospecha que todavía no han sido resueltas por el juez. Y es que desde el principio, el jefe del departamento económico de la UCI, Carlos Germán, conocía todos los detalles y entresijos de la operación policial. Esto significa que, desde el momento en que la medida se abortó, se convertía en uno de los sospechosos de la trama político-policial. No hay que olvidar que Carlos Germán y su equipo controlaron en todo momento la baliza que se había colocado en el coche de Elosúa para registrar sus llamadas. Además, cuando Marlaska estuvo instruyendo este asunto, nombró curiosamente a Carlos Germán investigador de todo lo que pasó durante el chivatazo. Un interrogante del que todavía no se ha encontrado respuesta.
¿Quién miente?
Ahora, el instructor de la Audiencia tiene vía libre. Bastaría con citar a José C y a Germán para un careo. De esta manera Ruz puede comprobar quién de los dos está mintiendo en este turbio asunto. Es más, consta que una de las acusaciones populares, la de la Asociación Dignidad y Justicia, ya solicitó la práctica de esta diligencia probatoria, denegada, por el momento, por el juzgado central de instrucción.No hay que olvidar que el comisario Carlos Germán es amigo del juez suspendido Baltasar Garzón. De hecho, este magistrado llamó por teléfono desde Nueva York a su colega Fernando Grande-Marlaska, que lo sustituía y que estaba al frente de la investigación, para que paralizara la operación. El policía José C. aseguró que tenía constancia de esa llamada telefónica porque él fue testigo de la misma, ya que ambos estaban en el despacho del magistrado Grande-Marlaska. Como quiera que este juez se negó, Garzón pidió hablar con Carlos Germán. A partir de aquí, todo son incógnitas sin resolver.
Este tiene el 99,99% de las papeletas. Menuda tropa, que diría aquél...
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